Por Miguel Sorans
El compañero Jorge Altamira, histórico dirigente del Partido Obrero, ha respondido a nuestra crítica sobre un artículo suyo publicado en su periódico Prensa Obrera (Nº 1424, 18/8/2016) sobre Siria y el asedio de Alepo en el cual no mencionaba en ninguna parte una frase de repudio y condena al dictador Bashar al Assad y a los bombardeos criminales de la aviación rusa a la población civil de Alepo. Y llegábamos a la conclusión de que su ausencia indicaba un apoyo objetivo a Al Assad. «El que calla otorga» (El Socialista N°323, 24/8/16) decíamos, usando el dicho popular.
En su respuesta (publicada en su Facebook 1/9/16), Altamira se queja de nuestra crítica diciendo que no aportamos «la menor evidencia» de su apoyo a Al Assad. Si nuestra crítica política hubiera sido equivocada, había una forma sencilla de desmentirla. Simplemente con una o dos frases o consignas de Altamira en su nuevo extenso artículo donde aportara las «evidencias» de su repudio a Al Assad y a sus bombardeos criminales. Escribir citando frases sencillas como «Abajo la dictadura de Al Assad» o «Basta de sus bombardeos criminales», «No al genocidio de Al Assad y Putin en Alepo y en toda Siria». Terminaba la discusión.
Pero ninguna de estas frases o consignas se encuentran en la larga respuesta de Altamira. Por el contrario, habla de otros temas. Acusando falsamente a nuestra corriente, por ejemplo, de «chavismo crónico», de participar en alianzas electorales en Venezuela «con corrientes escuálidas» o sea proyanquis, de no repudiar los atentados de la AMIA y la embajada de Israel en los 90, de estar alienados «con los peones de USA en Medio Oriente» y otros variados temas. Va abriendo diversas discusiones, buscando de esta forma eludir el punto central del debate que le planteamos, que fue sobre Siria y su postura ante Al Assad. Además, manda una andanada de falsedades o distorsiones de nuestras verdaderas posturas. Es un método de debate que no compartimos.
Cuando los socialistas hacemos un debate debemos respetar la lógica formal, en el sentido de que ésta, correctamente, nos exige mantenernos en el tema que debatimos y no irnos por las ramas o contestar con otras cuestiones. Por eso insistimos en el tema central que originó el debate: Altamira y el PO ¿están por la derrota del dictador Al Assad? ¿Repudian sus bombardeos? ¿Sí o no? A eso no responde.
Con el compañero Altamira y su corriente nos conocemos desde hace más de 40 años. Nos reivindicamos ambos ser parte del movimiento trotskista. Pero es justo reiterar que siempre hemos tenido diferencias de fondo políticas, teóricas del método para hacer las discusiones. No hay nada nuevo. Pese a estas históricas diferencias nuestra corriente, fundada por nuestro maestro Nahuel Moreno, siempre buscó, muchas veces infructuosamente, la unidad de acción o alianzas políticas o estudiantiles de independencia de clase con la izquierda, incluida con la corriente que encabeza Altamira.
Lo positivo es que, más allá de esas diferencias, desde hace unos años compartimos la alianza del Frente de Izquierda, el FIT, junto al PTS. Alianza de independencia de clase y con un programa revolucionario (1) que valoramos y defendemos. En este marco estamos haciendo este debate político.
Siria: ¿»Guerra imperialista»?
La base del error de ubicación de Jorge Altamira y su corriente sobre Siria parte de una equivocada definición de la situación y de esta guerra.
Según Altamira en Siria existe una «guerra imperialista». A nuestra crítica nos respondió: «En Medio Oriente, la guerra civil ha quedado supeditada a una guerra imperialista. (…) La guerra imperialista en Medio Oriente ha subordinado a todas las fuerzas en presencia y las ha convertido en el sucedáneo de la intervención del imperialismo por el despojo político y económico de Siria».
En su largo artículo-respuesta Altamira dice que su «método es el que aplicó Lenin en la primera guerra mundial». O sea, que al definir como una guerra imperialista lo que se da en Siria, tal como la definió Lenin, estaríamos hablando de una nueva guerra inter imperialista.
Si así fuera, en primer lugar, Altamira tendría que definir cuáles son los bloques imperialistas en guerra. Altamira no termina de explicitarlos. ¿Serán EE.UU. Unión Europea (UE) vs Rusia-Irán? Pero es una guerra extraña porque el mismo Altamira en párrafos siguientes a la afirmación de que hay una «guerra imperialista», dice que no hay tal enfrentamiento: «Al mismo tiempo, Obama, Putin, Erdogan y Netanyhau tienen un pacto de no agresión entre ellos, incluido un sistema de alerta recíproca, para evitar ‘accidentes’ bélicos». Cosa que, efectivamente, cada tanto ocurre. En qué quedamos: ¿hay o no hay una «guerra imperialista» como la que enfrentó Lenin?
En Siria no hay una confrontación militar EE.UU. vs Rusia ni ninguna guerra inter imperialista. Sí hay una intervención de los distintos factores contrarrevolucionarios del mundo (desde EE.UU.-UE, Rusia, Irán, Turquía, etc.) para reventar el proceso revolucionario iniciado en marzo del 2011 contra el dictador Al Asaad.
A tal punto no existe esa nueva guerra mundial imperialista que ambos países acaban de establecer «un centro común de inteligencia». Dice el informe: «De esta manera las fuerzas estadounidenses y rusas podrán delimitar con precisión los sitios a bombardear. Los blancos serán los extremistas del IS y Al Nusra» (Clarín, 10/9). O sea, nada de pensar en atacar a las fuerzas de Al Assad. Trabajan en común para sostener al dictador. Traducido a la realidad, bajo el manto de bombardear al «terrorismo» siguen bombardeando poblaciones civiles como Alepo y otras donde sigue presente el pueblo rebelde sirio y kurdo que repudia a Asaad y sigue luchando desde que tomó las armas hace 5 años.
El enredo en que cae Altamira tiene una razón de fondo. La equivocada definición que adoptó el espacio internacional, del que participa el PO, la Coordinadora por la Refundación de la Cuarta Internacional (CRCI) en setiembre de 2013, y que se publicó en Prensa Obrera, N° 1285, set 2013:
«La CRCI se opone totalmente al lanzamiento de una guerra imperialista en Siria. Hemos apoyado el levantamiento de los pobres y desposeídos de Siria y estaremos del lado de la revolución contra el régimen de Al Assad también en el futuro. Pero la guerra que ahora se está preparando no tiene nada en común ni con los objetivos progresivos ni con las fuerzas de esa insurrección. La CRCI está del lado de Siria y su pueblo, y hará lo que sea posible para que sean vencidos el imperialismo y el sionismo, así como los Estados reaccionarios de la región que se alían con esas fuerzas• ¡No a la guerra en Siria!• ¡Fuera el imperialismo del Medio Oriente! • ¡Basta de destruir el Medio Oriente para beneficio del Israel sionista!….»
Si se lee bien el texto es claro. Define que se inicia una guerra imperialista unida al sionismo contra Siria y que por eso CRCI-PO se pone «del lado de Siria y su pueblo (…) para que sean vencidos el imperialismo y el sionismo». Y explicitan que dejan de apoyar la lucha contra Al Assad. Ya que «también en el futuro» volverán a estar contra el régimen de Al Assad. La palabra «futuro» es clara y contundente. Dicho de otro modo CRCI-PO, desde el 2013 hasta el presente no van contra el régimen de Al Assad. Por eso no existe en ese manifiesto internacional la solidaridad con la lucha contra el genocida y la consigna abajo Al Assad. Para el CRCI-PO desde 2013 hay una «guerra imperialista» yanqui-sionista sobre Siria y por eso el centro es derrotarla.
Altamira lo mantiene en 2016 en su artículo-respuesta: «la guerra civil ha quedado supeditada a una guerra imperialista». O sea, la guerra civil contra Al Assad queda «supeditada», queda en un segundo plano ante la «guerra imperialista». Por eso no están las consignas de lucha contra Al Assad. Altamira sigue con la versión del CRCI de podrían volver, pero «en el futuro».
Por otro lado, la declaración de CRCI-PO ni menciona la intervención de Rusia en Siria. Cuando Putin desde el primer momento de los ataques del ejército sirio contra la población que se movilizaba contra el dictador colabora con el genocida Assad, suministrando armamento, municiones, tanques y apoyo logístico desde la base militar rusa en Siria, en la ciudad de Tartus. Más adelante, cuando empezó la debacle del ejercito genocida de Al Assad, Rusia empezó a intervenir directamente con su aviación para bombardear al pueblo sirio y apuntalar al régimen.
Este enfoque equivocado de «guerra imperialista» – «sionista» se aproxima al que levantan las corrientes de la izquierda reformista mundial, entre ellas el chavismo, la dirección cubana y los PCs del mundo. Para ellos existe una «agresión imperialista-.sionista» que agrede a Siria, que quiere tumbar al gobierno «nacionalista-antiimperialista» anti Israel de Al Assad. Basta ver Telesur para tener esta versión de Siria. Y con eso justifican su política de no denunciar a Al Assad y la intervención militar de Rusia-Irán. Por el contrario son sus aliados contra la «guerra imperialista». Cuando la realidad de Al Assad es otra. Un dictador que ha gobernado contra su pueblo. Que nunca tiró un tiro contra el ejército sionista que ocupan las alturas del Golán pero si mandó los tanques, la aviación y los barriles con pólvora contra su pueblo. Altamira se ofende que le digamos que tiene puntos de coincidencia, en Siria, con el chavismo. Volvemos a lo mismo, ¿dónde dice en su artículo-respuesta que repudia la postura de Nicolás Maduro y de Raúl Castro de avalar incondicionalmente a Al Assad y la intervención rusa-iraní?
Siria: una revolución que se transformó en guerra civil
En Siria no existe una «guerra imperialista» o inter imperialista ni mucho menos una guerra nación-imperialismo. O sea, una agresión militar imperialista contra una nación oprimida, como es la falsa interpretación del chavismo y la izquierda reformista mundial. Una guerra nación-imperialismo fue el caso de la invasión norteamericana a Irak, gobernada por el dictador Saddam Hussein, en el 2003. En ese caso fue correcto que la izquierda mundial estuviera militarmente del lado de Irak, aunque gobernara Saddam Hussein, para derrotar la agresión imperialista. Sin apoyar políticamente a Saddam Hussein.
En Siria existe una guerra civil. El origen de esa guerra civil no fue ninguna agresión imperialista sino la acción contrarrevolucionaria de Al Assad contra una revolución popular que empezó en marzo del 2011 como parte de la oleada revolucionaria que se inició poco antes en Túnez y Egipto. Lo que se dio en llamar la revolución árabe contra dictadores de décadas en el poder. Esas revoluciones fueron genuinas, no creaciones del imperialismo y la OTAN.
Como decíamos en la nota anterior: «En Siria el dictador Al Assad, que salió a enfrentar con tanques y bombardeos aéreos la rebelión masiva por libertades democráticas del pueblo sirio. Ante ello su pueblo se vio obligado a tomar las armas para enfrentar la contrarrevolución. El imperialismo yanqui, la OTAN y las distintas fuerzas burguesas como Rusia, Irán, Arabia Saudita o Turquía, intervienen en Siria para impedir el triunfo de esa revolución popular. Cada uno con su proyecto burgués contrarrevolucionario de disputa regional. Pero va quedando claro que todos, de una forma u otra, ven a Al Assad como el «mal menor». Ahora hasta Erdogan apoya una «transición» con Al Assad» (El Socialista, N° 323, 24/8/16).
Desde ya que hay una intervención imperialista, pero su objetivo es opuesto al dicho por Altamira. La repudiamos, pero denunciando su objetivo: impedir la caída revolucionaria de Al Assad. Por otro lado, es sabido que el ISIS fue creado en el 2013 por Arabia Saudita y Qatar, agentes yanquis, no para enfrentar a Al Assad sino para dividir el frente rebelde.
Algo que muestra claramente que Al Assad no es una «víctima» del imperialismo sino su aliado, es que los Estados Unidos y la OTAN (Francia, Gran Bretaña y Turquía) dicen estar bombardeando al ISIS y no al dictador. Con ese argumento también bombardean a los verdaderos rebeldes y a la población civil. Lo hacen de común acuerdo con el régimen de Al Assad y Putin que autorizan sus incursiones aéreas.
Obama declara, cada tanto, su supuesto apoyo a los rebeldes, pero en realidad es solo una jugada política. Nunca el imperialismo y sus aliados (UE, Turquía o Arabia Saudita) se jugaron a armar a los rebeldes en cantidad y con armamento pesado y antiaéreo como para enfrentar a los tanques y aviones de Al Assad y Putin. Desde siempre buscaron evitar la caída revolucionaria de la dictadura. Solo presionan para buscar una salida negociada en base a la «paz de los cementerios».
Tanto es el centro la salida negociada con Al Assad que Francia, miembro de la OTAN y aliado de EE.UU. en Siria, dijo por voz de su ministro de Asuntos Exteriores, Laurent Fabius que ya no se «contempla una salida del presidente sirio, Bashar Asad, antes de iniciar una transición política en Siria. (…) Una Siria unida implica una transición política. Pero esto no quiere decir que Bashar Asad deba marchar antes de esa transición, sino que debe asegurar el futuro» (El Mundo, 5/12/ 2015).
Altamira nos acusa, en su artículo-respuesta, de que existiría un «alineamiento real y efectivo de Izquierda Socialista y su corriente internacional con los peones de USA en Medio Oriente». Naturalmente que esto es falso. Nuestra corriente apoya al pueblo rebelde que sigue combatiendo, no a sus direcciones políticas burguesas o pro imperialistas. En esto seguimos la tradición, por ejemplo, de los trotskistas en la guerra civil de España de 1936-39. Apoyaban a los combatientes del frente contra el fascista Franco pero no apoyaban a la conducción burguesa republicana. Es importante recordar que del lado republicano declamaban su «solidaridad democrática» los EE.UU., Francia, e Inglaterra, mientras Stalin enviaba «apoyo» militar. En esa oportunidad también esos factores contrarrevolucionarios actuaban para hundir la revolución de los obreros y los campesinos. Y no por eso a nadie se le ocurrió acusar a Trotsky de alinearse con «los peones» del imperialismo en la Guerra Civil española.
En esto también Altamira se contradice. Al señalar que las milicias del Kurdistán serían «el único movimiento con intereses nacionales auténticos en esta guerra, que operan condicionadas al apoyo militar del Pentágono USA». O sea, Altamira ve que existe una causa justa en la lucha de las milicias kurdas en Siria aunque reciben apoyo militar de USA. Nuestra corriente coincide en que existe una causa justa en la lucha kurda, pese a que su dirección reformista del PKK, acepta una subordinación militar y política a los EE.UU. Pero al definir Altamira que la única causa justa es la de los kurdos, confirma nuestra crítica de fondo: no reconoce que exista también una causa justa en la lucha contra el dictador Bashar Al Assad.
Izquierda Socialista y nuestra corriente internacional (UIT-CI) siguen sosteniendo su postura ante la complejidad de la realidad de la guerra de Siria. Como decíamos en otra nota:
«Es indudable que existe una degradación del proceso revolucionario por los factores contrarrevolucionarios. Pero esto no significa que la revolución haya terminado. Aún existen amplios sectores del pueblo que siguen combatiendo y movilizándose contra Al Assad y contra el ISIS y que repudian la presencia imperialista. Existe lo que podríamos denominar un «tercer frente» de combate. Son miles que luchan en Alepo, en Homs, en Idlib o en los barrios de Damasco. Son las brigadas del Ejército Sirio Libre (ESL), las brigadas independientes, los consejos revolucionarios, los comités locales y las brigadas kurdas que enfrentan al régimen y al ISIS. A ellos debemos dar solidaridad y apoyo para tumbar al dictador y derrotar al ISIS. Será el pueblo quien derrotará a ambos. No es fácil, pero es la única alternativa justa para el pueblo y la juventud siria. (…) Sabemos que detrás de las brigadas del ELS y de algunas de las organizaciones de lo que denominamos el «tercer frente» hay influencia política de sectores políticos patronales sirios que integran el llamado Consejo Nacional Sirio (CNS) que, en el exilio, buscan una salida política negociada en Ginebra con el apoyo de los EE.UU y la UE. Los socialistas revolucionarios apoyamos incondicionalmente a los rebeldes sin que eso signifique dar apoyo político a la conducción política y militar del ELS y de otras brigadas.
«Justamente el gran problema del proceso sirio es su crisis de dirección política y militar. Por eso debemos intervenir buscando fortalecer a la izquierda revolucionaria siria (2). De esta forma seguimos bregando por el surgimiento de una dirección socialista para la revolución siria». (Miguel Lamas, Correspondencia Internacional, N° 37, octubre, 2015).
Nuestra corriente nunca fue chavista
Nos hemos extendido sobre la guerra civil en Siria que es el tema central del debate que venimos sosteniendo con Jorge Altamira.
Debido a que el compañero ha incluido otros temas, como lo señalamos al principio, estamos obligados a, por lo menos, a hacer algunas cortas referencias sobre algunos de ellos. Ya que no queremos dejar pasar por alto una serie de distorsiones o falsificaciones sobre nuestras posturas políticas.
En su nota Altamira pretende desviar el debate de Siria y confundir a algún lector desprevenido lanzando mentiras sobre nuestra trayectoria política. Altamira afirma que nuestra corriente fue chavista y que tuvo «casi diez años de chavismo crónico, prácticamente hasta el momento en que su dirigente más destacado en Venezuela fuera despedido de su cargo administrativo en Pdvsa». Y la remata diciendo que «Si no estoy mal informado (me disculpo por anticipado), su corriente ha hecho alianzas electorales en Venezuela con corrientes ‘escuálidas'». O sea que habríamos pasado de chavistas a hacer alianzas electorales con la derecha proyanqui. Dos mentiras escandalosas.
Sobre esta última. Lamentamos el método, de lanzar una acusación política grave, y decir «me disculpo por anticipado». El daño está hecho. Es un ataque calumnioso. Sencillamente es una mentira más. Cuando los hechos conocidos y verdaderos son que nuestro partido hermano el Partido Socialismo y Libertad (PSL) tuvo la valentía política de presentar al dirigente obrero Orlando Chirino para la única candidatura presidencial clasista y socialista enfrentando las candidaturas presidenciales de Hugo Chávez y de Henrique Capríles, por la MUD, en las elecciones de octubre de 2012. Incluso Altamira apoyó nuestra candidatura con una nota suya («Vamos con Chirino», Prensa Obrera, 6/9/12), que dio origen a una polémica similar a la actual (3).
Por otro lado, nunca fuimos chavistas. Siempre fuimos independientes y críticos tanto del gobierno Chávez como de su partido y movimiento. En el 2002-03 acompañamos la movilización obrera-popular en defensa de su gobierno contra el golpe de Bush y paro patronal petróleo. O sea, repudiamos el golpe de estado pro yanqui, que no tiene nada que ver con ser «chavista» o apoyar políticamente al gobierno chavista.
Altamira dice que dejamos de ser chavistas «prácticamente hasta el momento en que su dirigente más destacado en Venezuela fuera despedido de su cargo administrativo en Pdvsa.». Se refiere a nuestro compañero Orlando Chirino, sin nombrarlo. Como para crear la falsa idea de que abandonamos finalmente el chavismo porque perdimos un puesto. . Aquel hecho fue lo opuesto. El despido de Chirino fue una medida de represión política ocurrida en diciembre de 2007. Pero contra lo que dice Altamira el despido fue consecuencia de años de enfrentamiento político al gobierno de Chávez. No el principio. Solo para apuntar algunos datos en mayo del 2006 la corriente sindical clasista CCURA, que encabezaba Chirino gana el II Congreso de la nueva central UNT. Pero los sectores chavistas lo rompen debido a que nuestra corriente mocionó que la central fuera autónoma e independiente del gobierno. En diciembre de ese mismo año Chávez anuncia la formación del PSUV. Chirino y nuestra corriente declaran abiertamente que no apoyan ni a ese partido ni al gobierno por ser un proyecto policlasista. En abril del 2007 en el estado de Aragua la UNT local, encabezada por nuestra corriente, convoca a una huelga en apoyo a un conflicto obrero (Sanitarios Maracay) y es reprimida salvajemente. A mediados de año Chávez lanza una reforma constitucional y nuestra corriente se opone. A fin de año Chirino es despedido. En noviembre del 2008, sicarios instigados por el chavismo, asesinarán a tres dirigentes obreros de nuestra corriente, Richard Gallardo, presidente de la UNT de Aragua, Luis Hernández, secretario general del sindicato de Pepsi Cola y Luis Requena de la UNT. Todos eran miembros de la Unidad Socialista de Izquierda (USI), integrante de la UIT-CI.
El que si viene dando un vuelco en su postura frente al actual chavismo es el propio Jorge Altamira y el PO, que ha pasado del sectarismo y la falsedad de acusarnos de chavistas a hacer importantes concesiones políticas al chavismo decadente de Maduro. Altamira ha adherido a las denuncias de «golpe de estado» realizadas por el gobierno de Maduro ante las protestas de abril de 2013, luego del ajustado resultado de las elecciones presidenciales, también durante las protestas de febrero-abril de 2014. Cuando en realidad se trata de cortinas de humo de Maduro para esconder su debacle política. Altamira, incluso acuñó una nueva categoría, «golpismo crónico», para referirse a la situación venezolana. Altamira coincide con el gobierno chavista, que permanentemente denuncia «golpismo» ante cualquier protesta, al establecer esta definición: «Una de las características de la historia de la Venezuela chavista es el estado de golpismo permanente» (Prensa Obrera, 28/2/15).
Altamira lanza otra mentira sobre nuestra corriente diciendo que no repudiamos los atentados a la AMIA y a la embajada de Israel en los años 90. Escribió Altamira: «También olvida (Sorans) que, a diferencia de todas las corrientes trotskistas en Argentina, sin excepción, nuestro partido condenó, desde el principio mismo, los atentados a la embajada de Israel y a la Amia». Falso. Nosotros sí los condenamos y repudiamos desde el primer día (4). Estos atentados se produjeron bajo el gobierno de Menem que había apoyado en 1991 la agresión imperialista yanqui a Irak, incluso enviando dos naves de apoyo. En ese marco se dieron los dos atentados. Nuestra corriente repudió los dos atentados categóricamente. En el caso de la AMIA repudiamos «el brutal atentado contra el local de la AMIA que ha provocado la muerte y heridas graves a niños, trabajadores, vecinos y otras víctimas inocentes. Un hecho tan repudiable, lejos de ayudar al pueblo palestino, lo debilita en su lucha contra Israel que -con el apoyo de los Estados Unidos- usurpa sus tierras desde hace décadas a sangre y fuego. Encima Menem pretende utilizarlos para fortalecer la represión» (SS N° 100, 20/7/94). Lo que nunca aceptamos fue la versión de Israel, de las organizaciones sionistas, del imperialismo, del FBI y de todos los gobiernos argentinos de que eran atentados racistas y antisemitas. Negando toda relación con la verdadera razón de fondo que es la ocupación sionista, su genocidio sobre el pueblo palestino y la histórica agresión imperialista sobre los pueblos árabes. Por eso, por ejemplo, no concurrimos al acto del 21 de agosto de 1994, en el Congreso, convocado por los sionistas locales, la embajada de Israel, las FFAA, la Iglesia Argentina, la burocracia sindical y el propio Menem. Era un acto de reivindicación del estado sionista de Israel y del accionar imperialista. La gran diferencia con Altamira y el Partido Obrero fue que ellos llamaron a concurrir a ese acto de apoyo a Israel y al sionismo (5).
Esos debates son parte de un permanente y necesario intercambio en la izquierda y entre los revolucionarios. Nuestra corriente siempre ha buscado que sea lo más fraternal posible pese a la dureza de la polémica, debido a diferencias políticas y teóricas importantes. Sabiendo que no es fácil, ojalá el debate pudiera ayudar a acercar posiciones, aunque sea parcialmente. Reiteramos que lo positivo es que en los últimos años lo hacemos como integrantes del Frente de Izquierda.
19 de setiembre de 2016
(1) ver programa FIT: http://www.izquierdasocialista.org.ar/cgi-bin/elsocialista.cgi?es=247¬a=13
(2) ver Declaración «Romper con el cerco a la revolución siria», Estambul, julio 2015
(3) Ver «Sobre el artículo ‘Vamos con Chirino’ de Jorge Altamira-PO», por Simón Rodríguez Porras, ES N° 229, 12/9/12
(4) ver notas Solidaridad Socialista, marzo 1992. Y Semanario Socialista N° 100, 20/7/94.