Miguel Sorans, en revista Correspondencia Internacional (UIT-CI)
El resultado del plebiscito en Colombia ha causado un impacto mundial. El triunfo ajustado del No al acuerdo de paz del gobierno de Santos y las FARC, avalado por Cuba, Obama, la ONU, el Papa, Maduro, Macri, entre otros, ha sorprendido a todos.
El NO ganó con una diferencia de sólo 55.000 votos (6.432.000 a 6.377.000). Aparentemente, el único triunfador sería el derechista ex presidente Alvaro Uribe que impulsó el No. Esto puede llevar a la conclusión de que este resultado es una «nueva» expresión de un supuesto «giro a la derecha» que existiría en Latinoamérica. No es así. Son nuevas expresiones distorsionadas de la bronca de millones hacia los «pactos» de los de arriba.
El otro dato del plebiscito es que en realidad triunfa la abstención que alcanzó el 63%. Se podría argumentar que en Colombia, donde el voto no es obligatorio, es una abstención «normal». Pero ante el hecho excepcional de un acuerdo que era avalado por todos los poderes y figuras políticas del mundo, desde Obama a Raúl Castro pasando por la izquierda reformista mundial y hasta por el Papa, que se mantenga una abstención del 63% muestra que los trabajadores y los campesinos colombianos no veían que este acuerdo les fuera a cambiar su vida de explotación y miseria.
Los sectores obreros y populares de las grandes ciudades no vieron que los acuerdos los afectaran positivamente en nada y por lo tanto, no votaron. El plebiscito no motivó a sectores de la población a votar.
Las zonas urbanas de mayoritaria composición de clase media (salvo Bogotá, Cali y Barranquilla), minorías en ocupación de territorio y menos afectadas en términos de confrontación, impusieron la mayoría. En lugares donde fue fuerte la presencia de las FARC ganó también el NO, como las provincias de Meta, Caquetá (donde las FARC hicieron su última conferencia), Tolima y Huila.
El trasfondo de este resultado se explica por varias razones. En primer lugar, la degeneración política y militar de las FARC en sus últimos años, las llevó a ganarse el repudio creciente entre la población, que a diario veía que actuaban a contramano de sus intereses. Además, eran identificadas como una guerrilla decadente y corrupta ligada al narcotráfico. Por eso era muy mal visto este acuerdo ya que brindaba una serie de prebendas por años a sus integrantes, mientras el acuerdo no significaba ni una reforma agraria ni grandes logros sociales para los campesinos y los trabajadores. Esto es lo que aprovechó Uribe para su voto por el No, que se tradujo en un voto castigo a las FARC.
En segundo lugar, el resultado reflejó también el descreimiento de las masas en este gobierno patronal y pro yanqui de Santos, que viene aplicando un plan económico contra el pueblo. El 63% de abstención es también un rechazo a los acuerdos de los de arriba. Muestra que las masas no acatan al Papa y a los jefes del imperialismo en quien no creen. Con esto no queremos hacer la caricatura simplista que esos millones van hacia la izquierda. Desde ya que hay en Colombia sectores de clase media y alta que son base electoral del uribismo. Pero es categórico que parte importante del voto popular al NO y la abstención, no son de derecha sino que expresan, como pueden, su odio a pactos de los de arriba. Que son los que en Colombia avalaron durante años el accionar de la violencia de las fuerzas de seguridad y militares que con el argumento de la guerrilla reprimió siempre a los campesinos y a los trabajadores en sus reclamos. Los mismos gobiernos reaccionarios que avalaron el Plan Colombia de los EE.UU (Santos fue ministro de Defensa del gobierno de Uribe)y que dejaron correr el paramilitarismo y el narcotráfico asociado a las mafias de los EE.UU.
Nuestra corriente socialista siempre denunció que este acuerdo no significaba ninguna solución a los problemas de fondo del pueblo colombiano. El resultado del plebiscito abre una crisis política en Colombia. El gobierno de Santos, el imperialismo, Cuba, la dirección del PC cubano y las FARC han quedado paralizados. Con toda seguridad se abrirán nuevas negociaciones, en el que los representantes del NO encabezados por Alvaro Uribe estarán presentes. No por casualidad este nefasto personaje de la ultraderecha colombiana ha manifestado que la salida es un Pacto Nacional de todos los actores políticos del cual él y su partido habían sido excluidos en las negociaciones iniciales.
Pero más allá de esta dinámica, haya o no nuevo acuerdo, los trabajadores, la juventud y los campesinos de Colombia tendrán que seguir luchando por sus reivindicaciones políticas y sociales.