Por Majid Hawachi
Al día siguiente de la subasta de la cosecha de dátiles del oasis de Jemna, el periódico local Essabeh (La Mañana) conocido por sus excesos de adulación al poder, publicó el siguiente titular en primera página: «¡ En Jemna, la supremacía del Estado se vende en pública subasta! «
La campaña mediática sobre el conflicto de Jemna hace furor. Desde 2011, en Túnez nunca una campaña ha sido tan vil pero tampoco una muestra tan clara sobre lo que es » la prensa de las alcantarillas » que trabaja directamente para los lobbies y el hampa de los negocios y sus servidores los políticos corruptos.
El pequeño oasis de Jemna (con unas 100 hectáreas y 10.000 palmeras datileras) es ahora el campo de batalla que focaliza toda la energía de una Revolución social ultrajada por los asaltos contra revolucionarios pero todavía sigue en pie contra viento y marea … No es la luz de esperanza de la Revolución si no es una más, puede que la más simbólica y la más emotiva del momento. Porque es un extraordinario paso adelante, de carácter revolucionario, del palmeral que, en el invierno del año 2011, ha escrito una nueva página de su historia. En el fragor de la galopante acción revolucionaria los habitantes de Jemna han reanudado de repente su lazo ancestral con el palmeral. Es aquí dónde se han sucedido desde siempre generaciones de parias de la tierra …
Hay que remontarse al siglo XIX, o posiblemente a épocas anteriores, para encontrar las señales de las primeras usurpaciones de la tierra y del agua del oasis. Las autoridades otomanas debieron entonces abrir el camino de las sucesivas usurpaciones, y de las codicias que se desataron, a medida que el tipo de dátil de los oasis (Deglet Nour) ganaba valor comercial en el mercado nacional e internacional. Con la colonización francesa, los especuladores comprendieron la calidad inigualable del dátil Deglet Nour y el provecho que podía sacar con una explotación intensiva. La mafia de la colonización agrícola, implantada ya al norte por el país antaño el «granero» de Roma «, alargó sus tentáculos hasta el sur. El oasis de Jemna como tanto otros fue objeto del pillaje colonial como una cuenca minera … En 1912 el palmeral de Jemna se convirtió en propiedad de un colono francés gracias a la fuerza de las bayonetas.
Cuando acabó la colonización, la usurpación cambió de manos. El nuevo poder rechazó devolver el oasis de los antepasados a los que la trabajaban. Los campesinos intentaron rescatar el palmeral e hicieron una colecta de 400.000 dinares pero en vano. Las nuevas autoridades se apoderaron de la colecta y la tierra se convirtió en propiedad estatal, como en otras regiones de Túnez, y cuyo conjunto constituye cerca del 10 % de las tierras de cultivo. Este nuevo estatuto legal duró cerca de 40 años (del 1962 al 2004). Durante estas décadas, la producción y la comercialización de los dátiles, particularmente del Deglet Nour, fueron muy lucrativos y ayudaron a crear grandes fortunas de los especuladores. Sin embargo, la sociedad estatal que explotaba el palmeral de Jemna (STIL) se declaró en quiebra. El caso es que esta sociedad también hacía la recogida y la comercialización de la leche. Un cierto Hamdi Meddeb, mafioso que negociaba con Danone provocó la quiebra de STIL. Como resultado, se abrió el camino para las empresas privadas para que pudieran apoderarse de tierras estatales y ¡ el oasis de Jemna fue alquilado a un hombre de negocios por un ridículo arrendamiento!
Pero, para desgracia de ese cazador furtivo, la Revolución estalló en 2011 y sembró el miedo entre los mafiosos que explotaban las tierras estatales por poco dinero. Varios de ellos huyeron abandonando las tierras. Los campesinos pobres sólo tenían que tomar lo que les correspondía por derecho histórico. En otras regiones la tierra de los antepasados fue recuperada por sus propietarios legítimos. Pero, por desgracia, no duró mucho tiempo en la inmensa mayoría de las regiones. Con la restauración del Estado éste llevó a cabo una contraofensiva para restablecer la situación anterior a la revolución no sin encontrar una gran resistencia de los campesinos. Pero fueron los habitantes de Jemna los que dieron ejemplo sobre su manera de recobrar sus derechos sobre la tierra, de organizar la producción y la gestión del oasis en el marco de una microeconomía municipal y realmente solidaria durante cinco años. Esto ha suscitado la cólera de los sucesivos gobiernos muy interesados en usurpar de nuevo el palmeral con la mano derecha para ofrecérselo con la mano izquierda a algún explotador mafioso.
La apuesta decisiva pues se ha mostrado de una manera muy poco clara. ¿ Por quién doblan las campanas? ¿ Para el Estado usurpador o para los campesinos de Jemna, propietarios legítimos e históricos de la tierra? El resto de cuestiones son sólo detalles, aun cuando algunos de ellos sean muy importantes.
En primer lugar, hay que mencionar la movilización espectacular de hombres y mujeres de Jemna para defender su oasis. Más de dos mil, sin contar a los niños, fueron a la cita para recibir la caravana solidaria procedente de Túnez. ¡ El ambiente era de desbordante emoción y la imagen de sus niños alegres y entusiastas, que vinieron a nuestro encuentro, es inolvidable!
En frente, la posición oficial trata de mostrarse inquebrantable sobre el estatuto de la tierra como propiedad del estado. También el gobierno valora que hay que negociar con la Asociación de Defensa del oasis de Jemna sobre los detalles que conciernen a la subasta de la cosecha de este año, el reparto de las rentas y la gestión del palmeral de ahora en adelante, pero de ninguna manera la propiedad de la tierra y del agua.
Frente a este veto, la posición de la asociación es moderada. En su discurso, los responsables de la asociación evocan el argumento histórico y jurídico de la propiedad municipal del oasis. Pero sobre la mesa de las negociaciones se pliegan al orden del día oficial. Falta comprobar si la posición táctica de la asociación se ajustará a la de la masa de los campesinos. El futuro próximo lo decidirá.
Por supuesto, en torno a esta lucha, hay una postura de la oposición oficial mediante algunos diputados que intenten hacer de intermediarios para recoger algunos dátiles. ¡ Pero serán sin duda » los dátiles de la cólera «!