Por: Miguel Sorans
El 30 de mayo murió Manuel Noriega a los 83 años. En agosto de 1979, Noriega era el segundo en el gobierno del general Torrijos. Ambos apoyaban a los sandinistas, en sociedad con Fidel Castro y los gobiernos patronales de Venezuela y Costa Rica, con la bendición de los EE.UU, la socialdemocracia europea y el Vaticano, para que Nicaragua no fuera al socialismo sino que el FSLN cogobernara con Violeta Chamorro, del Partido Conservador.
La Brigada de combatientes Simón Bolívar, encabezada por los trotskistas de la corriente de Nahuel Moreno, se opuso a ese curso político que iba contra el avance de la revolución, siendo por ello detenida en Managua y expulsada a Panamá. Allí fueron alojados en una gran celda de la Cárcel Modelo (hoy ya no existe) de presos comunes. Justamente Noriega dio la orden de trasladar a la brigada al cuartel de la Guardia Nacional de Tinajistas y darle un «castigo». En Tinajistas, miembros de la Guardia Nacional, apalearon a culatazos y palos a los integrantes de la Simón Bolívar. Finalmente la brigada sería ser liberada fruto de una gran campaña internacional.
Manuel Noriega combinaba su «antiimperialismo» con ser un agente del imperialismo y hombre de la CIA y sospechoso de narcotraficante. Creyendo que tenía total impunidad se habría sobrepasado en sus «negocios» y George Bush (padre) resolvió invadir Panamá en diciembre de 1989, capturando a Noriega quien fue juzgado y condenado a prisión en los EE.UU. Desde entonces (casi 30 años) estuvo preso en EE.UU, Francia y finalmente en Panamá. Pese a nuestro permanente repudio a Noriega, como al gobierno de Torrijos, por la represión a la Brigada, nunca aceptamos el accionar imperialista. Nuestra corriente repudió la invasión yanqui de 1989 y no aceptó que el imperialismo juzgara ni encarcelara a Manuel Noriega.