Por: Claudio Funes
Desde el 10 al 13 de diciembre se realiza en Buenos Aires la XI Conferencia Ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Participan cerca de 3.500 representantes pertenecientes a 164 delegaciones extranjeras en un Puerto Madero y microcentro blindados. Como siempre que se reunió la OMC, también acá se dieron movilizaciones de repudio.
Existen tres grandes organismos internacionales a escala global: el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial de Comercio. Dirigidos por los países más poderosos, estas instituciones conforman el actual orden mundial del capitalismo imperialista. Este carácter explica que la OMC plantee una agenda que defiende los intereses de las grandes corporaciones transnacionales. Su política es que los países dependientes y semicoloniales, como la Argentina, amplíen la apertura de sus mercados industriales y comerciales y liberalicen sus legislaciones sobre la protección del medio ambiente y las inversiones extranjeras. Sintetizando: busca imponer términos de intercambio comercial y de «apertura a los capitales» a favor de las multinacionales, las grandes ganadoras, a costa de la clase trabajadora y los pueblos de esos países, los perdedores. Por ello nada bueno saldrá para nosotros de este encuentro que se desarrolla en Puerto Madero.
Con la excusa de que «hay que abrirse al mundo», nos imponen reformas estructurales para flexibilizar los contratos laborales, robarle a los jubilados, saquear nuestros recursos naturales, bajarle los impuestos a los grandes empresarios y esquilmarnos con una deuda externa sideral.
Como dice el escritor y periodista Eduardo Galeano: «La OMC ejecuta en secreto, impunemente, el sacrificio de centenares de millones de pequeños agricultores de todo el planeta, en los altares de la libertad de comercio». Nosotros agregamos, también el sacrificio de los trabajadores. Para esta XI Cumbre, el director general de la OMC, Roberto Azevedo, se preocupó por destacar que «el comercio y la tecnología son las fuentes del progreso económico que tiene un impacto en el mercado de trabajo». Para Azevedo asistimos a un «desajuste que se ha producido entre las antiguas competencias de muchos de los trabajadores y las nuevas cualificaciones demandadas en una economía».
Por ello plantea que la tarea en esta etapa, y lo propone como discusión, es la de «encontrar un equilibrio apropiado entre la flexibilidad del mercado de trabajo y la seguridad en el empleo». Y explica que «en un mercado de trabajo competitivo solo puede surgir desempleo si el salario no se ajusta a la baja para equilibrar el mercado». Estas manifestaciones dejan en evidencia que, con la reforma laboral, el gobierno hizo los deberes siguiendo las recomendaciones de la OMC. Es la ofrenda que Macri le hace al imperialismo.
Ahora con la ciudad de Buenos Aires como anfitrión, las multinacionales discutirán cómo mejorar sus ya incalculables beneficios. Entre otras, estarán presentes Barrick Gold, la megaminera que no paga impuestos y envenena las aguas con cianuro, condenando a una lenta muerte a cientos de personas; Chevron, que mientras es demandada por pueblos indígenas y autoridades ecuatorianas por daños ambientales, recibió del kirchnerismo, a través de un escandaloso acuerdo, todas las ventajas para saquear el yacimiento de Vaca Muerta, y Monsanto, la empresa yanqui productora mundial de semillas, que impone sus patentes y se lleva las regalías mientras se reserva las actividades de investigación, producción y desarrollo científico para su propio beneficio y entonces, poniendo el énfasis en sus ganancias, traba todo progreso para la humanidad.
Estas son algunas de las multinacionales que en el ámbito de la OMC harán sus «propuestas» para mejorar el intercambio comercial en el mundo, con el objetivo de «erradicar la pobreza extrema y el hambre». Una auténtica mentira: lo único que les interesa es mantener, y ampliar, sus superganancias.
La lucha contra la OMC es una realidad mundial y tiene una rica historia de protestas en su contra. Un hito en su descrédito fueron las grandes movilizaciones de 1999, que pusieron en evidencia los impactos negativos del proyecto de liberalización comercial durante la reunión de la OMC en Seattle, Estados Unidos, y que dio origen a un amplio movimiento antiglobalización en todo el planeta. A partir de ese momento cada conferencia de la OMC ha sido repudiada, por ello Macri blinda Puerto Madero y el microcentro. Ahora nos toca a nosotros: por eso el martes 12 marchamos repudiando este encuentro ¡Fuera la OMC!