Por: Partido Socialismo y Libertad (PSL)
Rex Tillerson, Secretario de Estado yanqui, hizo un velado llamado a un golpe de Estado en Venezuela durante una charla realizada el 1 de febrero en la Universidad de Texas. La charla, que se realizó en la antesala de su gira por México, Perú, Argentina y Colombia, estuvo cargada de afirmaciones injerencistas e insultantes para la memoria histórica latinoamericana.
«En la historia de Venezuela y otros países sudamericanos, muchas veces el ejército es el agente del cambio. Cuando las cosas están tan mal que los líderes militares se dan cuenta de que ya no pueden servir a los ciudadanos, gestionarán una transición pacífica», dijo. Tillerson aseguró que el gobierno de Trump seguirá «presionando al régimen para que regrese a la democracia que hizo de Venezuela un gran país en el pasado». Incluso hizo una comparación entre la creciente presencia económica China en Latinoamérica y un supuesto rol benigno de los yanquis: «América Latina no necesita un nuevo poder imperial que solo busque beneficiar a su propia gente. Estados Unidos es distinto, no buscamos acuerdos a corto plazo con ganancias asimétricas, nosotros buscamos socios».
Fuera la repugnante injerencia yanqui
Rex Tillerson, quien trabajó para la transnacional petrolera yanqui Exxon Mobil entre 1975 y 2016, ocupando los más altos cargos gerenciales, es un perfecto representante de la escoria imperialista que tantos crímenes ha perpetrado en contra de los pueblos latinoamericanos. Es un verdadero insulto el intento de Tillerson de presentar la dominación yanqui como «benevolente» o los golpes militares como un recurso de «salvación nacional». Los golpes militares apoyados por los yanquis en Guatemala, Chile, Argentina, Uruguay, Brasil, Bolivia, El Salvador, Honduras y nuestro propio país; las invasiones yanquis contra México, Cuba, República Dominicana, Haití, Nicaragua, Panamá, entre otras agresiones y crímenes, forman parte de un amplio prontuario del gobierno de los EE.UU. en los siglos XIX, XX y XXI, con un saldo de centenares de miles de muertos, heridos, torturados y desaparecidos. No aceptamos que la historia sea falsificada por miserables como Tillerson.
Es el pueblo trabajador quien, con la solidaridad de los trabajadores y organizaciones populares de Latinoamérica y el mundo, debe saldar cuentas con la boliburguesía gobernante y poner fin al brutal régimen que nos hambrea y reprime. No será un golpe militar con apoyo yanqui el que pondrá fin a la miseria y el secuestro de nuestros derechos democráticos, sino la movilización popular y obrera autónoma. No tenemos ningún pasado de «gran país» por recuperar, sino un futuro por construir en el que gobiernen verdaderamente las organizaciones populares y obreras, parando el saqueo y la explotación capitalista que ha caracterizado no sólo las dos décadas de gobierno chavista sino todo el siglo XX.
El Partido Socialismo y Libertad (PSL) condena estas despreciables declaraciones de Tillerson. Somos una organización consecuentemente opositora que lucha desde la izquierda contra el gobierno burgués de Maduro. Defendemos los derechos e intereses de los trabajadores y demás sectores oprimidos y explotados que padecen bajo el régimen cívico-militar chavista, denunciando su carácter entreguista. Asimismo repudiamos que la oposición patronal agrupada en la MUD venga fomentando abiertamente ilusiones en la injerencia yanqui y europea en Venezuela.
Desde el PSL hemos rechazado cada una de las amenazas y sanciones contra nuestro país por parte de los gobiernos imperialistas, en estricta coherencia con nuestra trayectoria, de la que forma parte la lucha contra el golpe de 2002 y el sabotaje petrolero. Repudiamos la declaratoria de nuestro país como «amenaza para la seguridad nacional» yanqui por parte de Obama y sus sanciones a funcionarios venezolanos, la prohibición de emisión de nueva deuda venezolana en EE.UU. por parte de Trump el año pasado y todas las declaraciones injerencistas de los gobiernos de EE.UU. y la Unión Europea.
El falso antiimperialismo chavista está al descubierto
El chavismo empezó a emplear una retórica antiimperialista luego del fallido golpe de Estado de 2002 y el sabotaje petrolero. Sin embargo, el propio Chávez siempre resaltó las buenas relaciones que sostuvo con el gobierno de Bill Clinton y aspiró restablecerlas con el gobierno de Obama, al que incluso invitó a «construir el socialismo» y a visitar la Faja Petrolera del Orinoco. En varias ocasiones Chávez resaltó las excelentes relaciones de su gobierno con las transnacionales yanquis como Chevron, socias de las empresas mixtas petroleras, e incluso otorgó más de 6 mil millones de dólares preferenciales a la General Motors y otras grandes sumas a transnacionales automotrices como Chrysler y Ford. Más de cien transnacionales yanquis, entre las cuales se cuentan Halliburton, Schlumberger, Procter&Gamble y Coca Cola, siguen superexplotando la mano de obra venezolana y saqueando los recursos naturales de nuestro país.
Estos hechos dejan en ridículo a las pretensiones antiimperialistas del chavismo. Por lo demás, el gobierno de Maduro ha tenido gestos de una genuflexión verdaderamente humillante, como la donación de 500 mil dólares para la toma de posesión de Trump a través de la filial de Pdvsa en EE.UU., Citgo; la donación de 625 mil dólares para la celebración del 4 de julio en Houston el año pasado, Freedom over Texas; la adquisición de nueva deuda en condiciones leoninas con Goldman Sachs o la decisión de pagar más de 73 mil millones de dólares en tres años, en su mayoría a acreedores yanquis, sobre la base de recortar las importaciones de alimentos y medicinas. El gobierno de Maduro decidió matar de hambre y enfermedades a miles de venezolanos para sostener los pagos a los buitres financieros yanquis. Obviamente de socialista y antiimperialista no tiene nada.
A diferencia del gobierno chavista y sus falsas poses antiimperialistas, en nuestro pueblo sí habita un genuino antiimperialismo, un sano repudio a la pretensión de EE.UU y la Unión Europea, así como los subimperialismos ruso y chino, de continuar explotándonos y oprimiéndonos. A ese sentimiento que predomina en los sectores populares y obreros apelamos al llamar a profundizar la movilización contra el gobierno ajustador y represivo de Maduro al mismo tiempo que rechazamos toda injerencia de potencias extranjeras.