Por: Mechi Beauvoir
Los resultados de las elecciones italianas dieron como ganador al Movimiento 5 Estrellas (M5S) con el 32% de los votos. Asimismo marcaron un voto castigo al gobierno de centroizquierda del Partido Demócratico (PD) y a Forza Italia del ex primer Ministro Berlusconi. La bronca popular se canalizó en un voto hacia el M5S y la Liga del Norte, un partido neofacistas. Lamentablemente, ante la crisis en Italia un sector de los trabajadores y jóvenes optó por variantes de derecha reaccionarias. La alianza de derecha conformada por Liga del Norte, Forza Italia y Hermanos suma el 37%, pero no llega al 40% necesario para formar gobierno. Con los resultados se abre un nuevo ciclo de inestabilidad política.
Las elecciones del domingo pasado han marcado un claro voto castigo a los partidos y políticos burgueses tradicionales. Todos los analistas burgueses han marcado la derrota de los partidos que vienen gobernando el país: el PD y Forza Italia; de Renzi y Berlusconi. Con los resultados del domingo 4 ninguna de las listas o alianzas llega al 40% necesario para formar gobierno y establecer un nuevo primer ministro. El panorama sobre la conformación del nuevo gobierno está abierto. ¿La alianza de derecha sumará algún aliado y formará gobierno? ¿El M5S realizará un acuerdo con un sector del PD?
El M5S resultó la primera minoría llegando a un 32% de los votos. Este fue fundado en 2009 por el cómico Beppe Grillo. Desde sus orígenes su centro fue la crítica a los partidos burgueses tradicionales y al sistema de partidos. Este tipo de críticas ha caracterizado a los nuevos movimientos políticos reformistas como Podemos en el Estado Español. No se autodefinen como partido político sino un «movimiento ciudadano», si bien se presentan a elecciones. En el caso de M5S ni siquiera se dicen de izquierda ni denuncian al sistema capitalista. Su centro es la denuncia al sistema político tradicional. Otros de los ejes ha sido la denuncia a la corrupción y el financiamiento de los partidos políticos burgueses y el rol de las plataformas web y la «democracia directa» vía internet. Este discurso entró en un sector de los trabajadores, jóvenes y sectores populares, sobre todo del sur de Italia. Sin embargo, en su programa, no se plantea la salida de la Unión Europea sino algunas reformas al mercado común europeo si bien plantea la salida como posible solución la salida del euro y la nacionalización de la banca. Asimismo, establecen como propuesta un «control de los flujos Migratorios» y un reparto equitativo de las responsabilidades hacia la migración entre los países de la UE, es decir una política antimigratoria. Asimismo su plan económico no propone una salida a la crisis actual y el paro, ni el no pago de la deuda externa, que es un problema central de la economía italiana. Sus ejes son algunas reformas tendientes a la industria nacional y al «made in Italia», pero sin denunciar el rol de las multinacionales saqueadoras.
Por otro lado, la Liga del Norte es una formación xenófoba y neo fascista inspirada en el Frente Nacional francés y que encabeza la alianza de derecha. La precarización de las condiciones de vida y el empobrecimiento de la clase media y de la clase trabajadora, se convierten en la base para la agitación de las variantes de derecha, que buscan canalizar el descontento popular. Su voto ha tenido gran peso en el norte de Italia, levantando un planteo de mayor autonomía para estas regiones y, sobre todo, haciendo eje en el «problema» de la migración. La llegada de los refugiados de Siria y otros países de Medio Oriente y África ha generado un reaccionario discurso xenófobo que busca poner eje en la migración como chivo expiatorio ante la crisis. El voto castigo hacia esta variante de derecho por trabajadores, jóvenes y sectores populares demuestra el atraso en la conciencia que sufren las masas italianas que se combina con la ausencia de una alternativa política socialista revolucionaria.
Un nuevo capítulo de la crisis de la socialdemocracia europea
El PD que ha gobernado Italia en los últimos años, fue derrotado en las elecciones generales, obteniendo un 18,8% de los votos. Como consecuencia, el exprimer ministro italiano, Matteo Renzi, decidió dimitir como secretario general del PD. Se abre así un nuevo capítulo de la crisis de la socialdemocracia Europea.
Podría tratarse de un fin que empezó a perfilarse aquel 4 de diciembre de 2016, cuando Renzi presentó su renuncia como primer ministro tras fracasar en el referéndum que él mismo convocó para ratificar una discutida reforma de la constitucional. La reforma que tenía como objetivo lograr mayorías más estables para evitar la inestabilidad política propia del sistema parlamentario italiano y resulto rechazada por los italianos. Es que la crisis institucional no es más que una cara de la crisis de los partidos burgueses tradicionales que vienen gobernando Italia con ajustes y planes de austeridad. Asimismo, la ruptura del PD por izquierda «Libres e Iguales», ha tenido un mal resultado electoral logrando apenas el piso del 3% para obtener bancas parlamentarias. La ruptura hacia el PD no se ha canalizado hacia variantes de izquierda, que han obtenido resultados marginales. Ante la ausencia de una variante de izquierda revolucionaria la bronca popular lleva a un voto equivocada hacia variantes centristas o neofacistas que no darán ninguna salida a la crisis del sistema capitalista imperialista.
La crisis del PD se suma a lo ocurrido en Grecia con el PASOK, el SPD en Alemania y el golpe de muerte que sufrió el PS en Francia. Esto no es casualidad, sino que se debe a que ante la crisis económica mundial del sistema capitalista-imperialista la socialdemocracia ha demostrada su verdadera cara con planes de austeridad y ajustes, reformas previsionales, laborales y recortes a la seguridad social, sistema de salud y educación. Estos partidos bastiones de los regímenes políticos europeos durante décadas y garantes de la estabilidad, han llevado al empobrecimiento de las masas en concordancia con los planes de la Troika y la UE y ajustando para pagar la deuda externa.
En Italia los trabajadores tienen que llegar a los 67 años para jubilarse, por encima de la media europea, siendo que la población italiana es una de las más envejecidas de toda Europa. Al mismo tiempo el paro juvenil, un fenómeno que atraviesa toda Europa, es particularmente alto: el 40% de los jóvenes no tiene trabajo.
Desde el año 2000 no ha habido ni un solo año en que el PBI haya crecido por encima del 2%, apareciendo con excesiva frecuencia el fenómeno de la recesión. Dos años resultaron particularmente negativos: 2009, en la que economía italiana decreció un -5,5%, y 2012, que concluyó con un -2,8% de crecimiento del PIB. Otro importante problema es el crecimiento exponencial de la deuda externa del país, posiblemente su mayor lastre desde hace décadas. La relación deuda externa PBI fue del 102,4% en 2008; 116,5% en 2011 y para 2017, dicha deuda se sitio en m más del 134%, una cifra solo superada por la Grecia. Es por esto que un sector de los trabajadores que votó históricamente a la socialdemocracia dejó de hacerlo.
La crisis ha impuesto la polarización social, por eso surgen variantes burguesas no tradicionales como el M5S o crece el voto a neofacista de Liga del Norte. En Italia se abre un nuevo ciclo de inestabilidad política, que es parte de la crisis de los regímenes parlamentarios en Europa producto de los planes de austeridad que han impuesto los gobiernos capitalistas en toda Europa. Lo que queda en evidencia es la necesidad de construcción de una alternativa socialista revolucionaria para dar un plan alternativo a los y las trabajadores de Italia.