La crisis ha impuesto una polarización social sin precedentes desde la II Guerra Mundial. El trasfondo de todo este movimiento es el impacto de brutales medidas de recortes de salarios y servicios públicos esenciales, cierres y despidos, mayor precariedad. La diferencia entre las clases se ha profundizado y sobre esa base material se han debilitado y empobrecido las llamadas clases medias: la pequeña burguesía y sectores acomodados de la clase obrera. Estos sectores sociales han sido claves en la estabilidad de los regímenes parlamentarios de la postguerra y eran el punto de apoyo de los partidos de derecha y socialdemócratas, partidos que han soportado las instituciones europeas por décadas. Con la polarización partidos históricos han desaparecido y surgen nuevas fuerzas a derecha e izquierda, se acaba con el bipartidismo y crece la inestabilidad política.
El estado español ha pasado prácticamente un año con un gobierno en funciones, por la incapacidad -a pesar de haber repetido las elecciones- de conformar una mayoría parlamentaria que lo sustentara. En Italia se suceden gobiernos que intentan estabilizar la situación sin lograrlo, y la «solución» de la reforma Constitucional de Renzi para lograr mayoría más estables, ha sido derrotada en el referéndum. Escándalos de corrupción surgen, no porque ahora haya más, sino porque los mecanismos institucionales que permitían una mayor impunidad están en crisis.
En Rumania se produjo, en febrero, una movilización de masas contra un decreto del gobierno socialdemócrata, despenalizando los casos «menores» de corrupción. Lo que desencadenó gigantescas protestas, las más grandes desde 1989, con medio millón de manifestantes en las calles, que primero impusieron la anulación del decreto y la caída del ministro de Justicia y que luego continuaron reclamando que se vaya el gobierno.
La crisis de gobernabilidad en países como Grecia o Italia llevó a que la UE impusiera directamente «tecnócratas» para aplicar sus planes y también fracasaron. Incluso la canciller alemana Merkel y su CDU, símbolo de fortaleza y poder en Europa, aparece amenazada de perder su mayoría relativa en las próximas elecciones de septiembre 17, tanto por la izquierda como por la derecha.
Hay una pugna abierta por quien va a canalizar esa reacción de masas contra lo establecido. En el centro y norte de Europa es la extrema derecha quien está canalizando electoralmente esa polarización y rechazo social, en el sur son nuevos partidos de izquierda reformista quienes están en condiciones de hacerlo. Pero estamos en una fase aun inicial de esa polarización. La crisis va a seguir y con ella se va a acrecentar la lucha de clases.
4.1. Se hunde la socialdemocracia europea y se abre una recomposición en la izquierda.
Por su importancia a la hora de integrar la clase obrera y los sectores populares en las instituciones burguesas, la crisis de la socialdemocracia junto a los ex partidos estalinistas, hoy socialdemocratizados, tiene una enorme trascendencia.
La pérdida media de la socialdemocracia europea tras 2008 ha sido de 12 puntos electorales. En Grecia, el PASOK pasó de la mayoría absoluta en octubre 2009 a quedar en un 6’2% septiembre 2015. En el estado español, el PSOE en el mismo periodo pasó de estar en el gobierno con un 43% al 22% del diciembre 2015. El SPD alemán cayó al 23% (2009) y 25’7% (2013), esto son los peores resultados desde la postguerra. Similar en Austria y Suecia. En Francia, a los socialistas en el gobierno les dan las encuestas un 5º lugar.
No es una coincidencia. Con la crisis capitalista que se desencadena en el 2007, las necesidades del capital no dejan espacio a las migajas que precisa la socialdemocracia para delimitar su espacio político. Un sector creciente trabajador que daba su voto a la socialdemocracia se lo retira tras la aplicación de brutales recortes en materia legislativa (reformas laborales, aumento represión) y de servicios públicos.
La crisis de la socialdemocracia europea, que arrastra las formaciones del postestalinismo, libera un espacio político en el que, en la perspectiva, puede producir una recomposición histórica. Participar en ese proceso, disputando con el neoreformismo de Syriza o Podemos, es vital para la construcción de partidos revolucionarios.
4.2. Los referéndums los carga el diablo.
En octubre del 2011, el primer ministro del PASOK griego, Yorgos Papandreu cayó como primer ministro griego tras haber propuesto un referéndum para aceptar el acuerdo con la UE y el FMI para el segundo memorándum. En septiembre del 2014, Escocia votó sobre la independencia y por un escaso margen salió su continuidad en la Gran Bretaña, no obstante, el simple hecho de realizarse levantó una enorme polémica dentro del Gobierno y en estados como el español, que niegan el derecho de autodeterminación. Días antes del referéndum la City financiera de Londres se estremecía ante lo incierto del resultado. En julio del 2015 Syriza puso a referéndum la aceptación del tercer memorándum y el pueblo trabajador dijo Oxi (no) con más del 60% de los votos, Txipras no obstante, lo aplicó. En junio de 2016 se producía el Bréxit británico que provocó la dimisión del primer ministro David Cameron –que había obtenido mayoría absoluta un año antes- y abrió la crisis más profunda en la historia de la Unión Europea. En diciembre de 2016, en Italia, el 60% vota NO en el referéndum por la reforma constitucional, provocando la dimisión del primer ministro Mateo Renzi.
¿Qué hay en común en esos resultados que abren crisis políticas? Cada vez que se plantea un plebiscito, el pueblo aprovecha para decir NO al establisment, como reacción ante los ataques sufridos por las clases populares. Un voto que canaliza la protesta y cuestiona las instituciones y el poder establecido. Por eso los gobiernos y las instituciones del imperialismo europeo tiemblan cada vez que puede hablar el pueblo: ¡y no le sobran motivos para temerlo! Hoy el estado español, por ejemplo, intenta impedir por todos los medios la decisión de las instituciones catalanas para realizar un referéndum sobre la independencia de Catalunya.
4.3. Bréxit: la Unión Europea (UE) ante la mayor crisis política.
Crece el sentimiento de rechazo contra las instituciones burguesas de la UE, estado mayor de las políticas de recortes de derechos y servicios sociales. El respeto a la decisión del pueblo trabajador griego en su NO al memorándum hubiera podido precipitar la salida de Grecia del euro o de la Unión Europea. Así como Grecia es el laboratorio que ha utilizado la UE para imponer los draconianos planes de ajuste, la resistencia de la clase obrera griega ha sido referencia y vanguardia para parar los planes en Europa.
La siguiente cita de la UE con el voto popular fue la que dio lugar al bréxit en Gran Bretaña, con un gobierno conservador que –aunque dividido- se pronunciaba por seguir en la UE. Decisivos fueron los votos de los sectores de la vieja clase obrera golpeados por la crisis. La prensa gastó ríos de tinta intentando identificar a esos obreros como la base de la extrema derecha del UKIP que hizo campaña por romper con la UE, en base al racismo contra los inmigrantes. Buena parte de la izquierda institucional y alternativa acabaron dando su apoyo al remain y participando de la campaña de criminalización de quienes votaban ruptura. Pero había también organizaciones de la izquierda por la ruptura, y nosotros que nos pronunciamos por el bréxit, afirmamos que el NO a la Europa de UE era también un NO al Gobierno, un No a la miseria en los planes de desertización capitalistas que han dejado sin futuro la clase obrera.
La decisión del pueblo británico aboca a la peor crisis vivida en la Unión Europea y abre la veda para que otros pueblos sigan por el mismo camino. La extrema derecha en Holanda o Francia apunta esa posibilidad con nuevos referéndums, intentado capitalizar ese amplio movimiento de descontento político.
Nosotros no creemos en la reforma de la Unión Europa, hay que derogarla. Que haya fuerzas de extrema derecha que estén también contra la UE, no nos va a hacer cambiar de opinión. Nuestro No a la Unión Europea es un no a la Europa del capital, y estas organizaciones de extrema derecha nacen para salvar al capital; su No a la UE es por su ultranacionalismo racista y xenófobo, nuestro No es desde el internacionalismo, por una Europa de los trabajadores/as y los pueblos, por unos Estados Unidos Socialistas de Europa.
4.4. Derechos democráticos y nacionales.
La crisis capitalista agudiza las reivindicaciones democráticas pendientes que la burguesía no resolvió, que chocan con la tendencia al bonapartismo de los estados, a endurecer la represión y limitar los derechos y libertades. La divisa de combatir el terrorismo, en Europa como en Estados Unidos está al servicio de recortar de libertades democráticas que precisan los gobiernos para enfrentar la lucha social. Francia lleva más de un año en estado de emergencia, el Estado español aplica leyes como la conocida «ley mordaza» que limitan la libertad de expresión.
Importantes movilizaciones se han desarrollado en defensa de los derechos democráticos. En Rumania contra el gobierno socialdemócrata que quiere limitar las leyes contra la corrupción. En Polonia contra las leyes del gobierno ultraconservador: a inicios del 2016 contra la restrictiva ley de prensa a fines de año decenas de miles de mujeres salían por el derecho al aborto, que quiere prohibir, a fines de año centenares de miles de manifestantes bloquearon el parlamento de nuevo contra las leyes del gobierno.
También resurgen o se agudizan los problemas de las naciones oprimidas. Desde la lucha del pueblo kurdo contra la opresión y represión militar turca, hasta Escocia en la Gran Bretaña, pasando por la reunificación de Irlanda, o el derecho de Cataluña y el País Vasco en el Estado español para poder ejercer el derecho de autodeterminación.
Tradicionalmente en el marxismo hemos distinguido tres situaciones diferentes: 1. La derivada de un proceso colonial como el control británico sobre el norte de Irlanda o enclaves como Gibraltar, Ceuta o Melilla. Como hicimos en Malvinas en el que planteamos el fin del vestigio colonial, con el retorno de los enclaves a sus legítimos dueños (sea la reunificación de Irlanda, al Estado español, Marruecos o Argentina, respectivamente). El supuesto derecho a la autodeterminación no es sino la manera de prolongar el hecho colonial que le dio origen. 2. La situación de naciones oprimidas que viven bajo un estado, como el Kurdistán, Chechenia o las del estado español, Escocia en Gran Bretaña, en que defendemos el derecho de autodeterminación, es decir, su derecho a independizarse. 3. allá donde se crea un problema «nacional» donde no lo había para dividir la zona más rica de otras más pobres como el caso de la Liga Norte italiana con el Piamonte, que, como la Media Luna en Bolivia rechazamos esa división por reaccionaria.
Nos solidarizamos con la lucha del pueblo kurdo. Denunciamos la agresión militar brutal a que está siendo sometido por el Gobierno de Erdogan. Exigimos el fin de las operaciones militares turcas en el kurdistán, la libertad de los presos/as, la reapertura de los medios de comunicación y el reingreso de los despedidos, por el derecho de autodeterminación del pueblo kurdo.
En Catalunya a lo largo de 5 años se han realizado manifestaciones masivas por la independencia y la ruptura con el Estado español. Una mayoría del Parlamento autonómico de Catalunya también se ha pronunciado por la separación y ha decidido ejercer ese derecho mediante un referéndum. Nos pronunciamos contra las prohibiciones del estado español para realizarlo, así como contra el procesamiento de los cargos electos catalanes por defender ese derecho. Apoyamos la constitución de una república catalana soberana y por una federación de repúblicas soberanas socialistas.
4.5. La «crisis» de refugiados/as.
La llegada de refugiados/as procedentes de las zonas en conflicto, no debiera ser ninguna crisis humanitaria para una Unión Europea de 500 millones de habitantes. En comparación con el millón de inmigrantes que llegó a Europa, el Líbano tiene otro tanto con una población de 4,5 millones de habitantes. El problema es político: es difícil avanzar hacia un estado cada vez más policial y a la vez flexibilizar las fronteras. Son los estados los primeros en utilizar los y las refugiadas para dar una falsa sensación de alud humano, desconociendo sus propias leyes internacionales que obligarían a acoger a los inmigrantes. Por el contrario, levantan leyes de extranjería que criminalizan el inmigrante por el hecho de serlo y de buscar un lugar para sobrevivir.
Los imperialismos de la Unión Europea, lejos de resolver los problemas que están en la base para que miles de personas huyan de la muerte, las dictaduras o la miseria que originan la emigración, son directamente responsables de ellas: dan cobertura a dictadores, porque son necesarios para que las multinacionales europeas puedan expoliar los recursos, y alimentan las guerras con sus intervenciones militares.
Mientras dicen no tener recursos para atender a quienes buscan refugio, se gastan enormes fortunas en blindar las fronteras con muros, con operaciones militares por mar como Fróntex. Gastan miles de millones a financiar a países como Marruecos y Turquía (6000 M €) para que taponen el paso de inmigrantes, sin importar cómo lo hacen y si respetan o no sus derechos.
Los muros y las leyes contra la inmigración, tampoco van a pararla, porque las causas que la empujan son de supervivencia. Lo que sí provocan los muros y las leyes de extranjería son más muertos en el camino y sufrimiento a quien está decidido a hacer ese viaje, y que llegue arruinado, pagando a mafias los recursos que le permitirían empezar una nueva vida. El Mediterráneo ya es la mayor fosa común, sólo en el 2016 murieron más de 5000 (un 25% más que el anterior), y hay miles de desaparecidos más.
Ha habido importantes movilizaciones en toda Europa en solidaridad con los refugiados/as, algunas directamente enfrentadas a movilizaciones de la extrema derecha, como las organizadas en Alemania por AFD y Pegida. En febrero se dio en Barcelona la movilización más grande en toda Europa por los refugiados. Se calcula en cerca de 500 mil manifestantes. Defendemos el derecho a la libertad de paso y de asilo. ¡Abajo los muros, fuera leyes de extranjería! Denunciamos los imperialismos europeos y su responsabilidad en el saqueo de los pueblos.
4.6. El auge de la extrema derecha.
La agitación que hacen los gobiernos de la UE sobre la imposibilidad de acoger los inmigrantes, el discurso de «alud» en plena campaña «anti-terrorista» y con la miseria que ha engendrado la crisis sobre los sectores populares, se convierte en caldo de cultivo para la extrema derecha. No se trata de movimientos espontáneos o populares, tras la extrema derecha hay financiación de sectores burgueses del gran capital que buscan el endurecimiento de los gobiernos y, más importante, canalizar el descontento popular no contra la burguesía dominante y su estado, que son los verdaderos responsables, sino desviarlo hacia el odio a colectivos de trabajadores/as inmigrantes, dividendo la respuesta de clase.
Si su populismo puede calar en sectores obreros es por la traición a los intereses de clase que ha hecho la socialdemocracia en el gobierno, aunque en las propuestas de la extrema derecha está la mano del gran capital. Su rechazo a la Unión Europea puede conectar con el odio creciente que viven los sectores populares contra las políticas de ajuste y empobrecimiento que avala la Europa del capital. Pero la política de estas formaciones se basa en exaltar la recuperación de la grandeza de la patria imperialista y opresora, por la supremacía blanca y «cristiana de occidente». Su racismo intenta oponer la miseria creciente del trabajador autóctono al inmigrante y convierte la escasez de trabajo responsabilidad del capitalismo en una lucha sectaria, cultural y religiosa.
El reflejo electoral de ese auge de partidos de extrema derecha van desde el nacionalismo racista y xenófobo de UKIP (12,6% en 2015 Gran Bretaña) o FN (18% Francia) a grupos fascistas o nazis como Alba Dorada de Grecia. Controlan gobiernos: en Polonia el partido Ley y Justicia o en Hungría con Viktor Orban. Particpan en coaliciones como el Partido Popular danés, el de los Verdaderos Filandeses o el Partido de Progreso noruego. La FPÖ austríaca estuvo a punto de ganar la presidencia de la república. AfD amenaza la primera posición de Merkel en Alemania. No hablamos que esté a la orden del día el fascismo, sino que estas formaciones políticas están al servicio de acentuar el bonapartismo de los estados burgueses.
La política de la izquierda parlamentaria para parar a la derecha se limita a la defensa la democracia burguesa institucional, cuando no a aplicar las medidas que la propia extrema derecha reclama, cuando el crecimiento de la extrema denota que los mecanismos de la democracia ya no sirven para frenar la lucha de clases.
Combatir la extrema derecha pasa por levantar la solidaridad con los inmigrantes, por la unidad de nuestra clase contra el capital y el imperialismo, pasa por poner en el centro la denuncia de las políticas de los gobiernos, que les abonan el campo.
4.7. Turquía: el contragolpe de Erdogan.
Desprovisto de apoyo popular e internacional y con fuerzas extremadamente limitadas, la tentativa de golpe de Estado del 15 de julio pasado fue derrotada en unas horas. Sin embargo, fue la ocasión para que el presidente de la República, Erdogan, declarara el estado de excepción y desencadenara una ola de represión sin precedentes contra todas las fuerzas de oposición, en un intento de consolidar su proyecto de régimen presidencialista y dictatorial. En este marco de excepción, Erdogan dirige el país a través de decretos arbitrarios.
De acuerdo con el MHP de extrema derecha, que tiene uno de sus pilares en la brutal agresión contra el pueblo kurdo y el otro en la promesa del restablecimiento de la pena de muerte, Erdogán ha convocado para abril a un referéndum para reformar la constitución e instaurar un régimen presidencial, confeccionado a medida que borre la poca separación de poderes que sigue existiendo.
La represión tuvo como primer objetivo a los adeptos de la hermandad de Fethullah Gülen, acusado de la tentativa de golpe. Pero después la represión giró contra el movimiento kurdo y la izquierda. Decenas de electos del HDP (prokurdo) y de izquierdas, han sido detenidos. En total hay 50.000 detenidos y 35.000 encarceladas. Entre 70.000 y a 93.000 funcionarios han sido despedidos. Miles de instituciones, fundaciones y establecimientos han sido cerrados. Un millar son establecimientos escolares y 35 son centros médicos y hospitales. También han sido clausuradas 15 universidades privadas y 19 sindicatos. Todos sus capitales, recursos financieros y bienes inmobiliarios han sido confiscados. Más de un centenar de medios de comunicación han sido prohibidos, entre ellos, cadenas de televisión cercanas a la causa kurda y a la extrema izquierda. 140 periodistas están encarcelados.
La situación de guerra abierta en el Kurdistán, y ahora en Siria, junto a la «política antiterrorista» ayuda al gobierno a incrementar la represión. Tampoco ayuda, para construir un frente amplio en defensa de las libertades democráticas, la política del PKK, que, en lugar de buscar al más amplio acuerdo con la izquierda y los sindicatos turcos, profundizando la política desarrollada por el HDP, responde a la provocación del régimen turco con atentados, alimentando la escalada represiva al servicio de la guerra que interesa a Erdogán.
Ha habido reacciones importantes. La movilización encabezada por mujeres contra la legalización de la violencia de género en noviembre del 16 que hizo que cayera ese proyecto. En enero de 2017, 2200 trabajadores de tres empresas y 13 plantas saltaban a la huelga a pesar de la prohibición del gobierno. Finalmente, la patronal ha tenido que acceder al grueso de las demandas obreras.
Apoyamos en la resistencia en defensa de los derechos y libertades y levantamos el No en el próximo referéndum. Levantamos la campaña internacional para detener la escalada represiva del estado y la guerra en Kurdistán.
4.8. La clase obrera y los sindicatos. Grecia y Francia los puntos más altos de luchas.
La vanguardia en la defensa de la clase obrera contra los planes del capital ha estado en Grecia, con más de veinte huelgas generales. Tras la traición de Syriza y la aplicación del memorándum el grado de movilización bajó aunque hubo tres huelgas generales y se preparan movilizaciones para hacer frente a la nueva reforma laboral.
La clase trabajadora y la juventud de Francia tomaron el relevo. Las más recientes las grandes movilizaciones de obreros y estudiantes mantenidas durante meses contra la reforma laboral conocida como ‘Ley El Khomri’. Si no se hizo efectiva la huelga general ha sido por las direcciones sindicales mayoritarias. En febrero miles salieron a las calles en solidaridad con el joven Theo que sufrió un ataque racista de la policía francesa. Como respuesta a la agresión se organizaron grandes movilizaciones en Aulnay-sous-Bois y rápidamente se extendieron por todo el país. Previo a esa situación hubo un proceso de radicalización de las luchas, siendo la más significativa, en enero de 2014, en la fábrica de Goodyear en Amiens, contra 1143 despidos. Los trabajadores ocuparon la empresa y retuvieron durante 30 horas a dos directivos. 8 sindicalistas terminarán siendo condenados, a pesar de que la solidaridad se extendió por todo el país.
Grecia y Francia son los puntos más altos o radicalizados de la resistencia a los planes de austeridad. A pesar de la caída dura de las condiciones laborales, aún no ha habido un alza generalizada en la lucha obrera contra los planes de ajuste general en el continente. Esto ha sido debido a la política de contención y desmovilización de los sindicatos burocratizados mayoritarios. De igual forma se han venido dando luchas parciales, en especial en el sector de educación, salud o servicios públicos. En diciembre del 2016, en el Reino Unido Trenes, aviones y correos se vieron afectados por huelgas que culminan un año particularmente conflictivo, iniciado con un paro de médicos sin precedentes. En Italia también durante el 2016, hubo huelgas parciales en ferroviarios, controladores aéreos y en metalúrgicos. En el estado español, miles de estibadores salieron a las calles en febrero de este año y amenazaron con huelgas ante la amenaza de cambios en su convenio laboral. Los maquinistas del metro de Madrid iniciaron el 27 de febrero una segunda jornada de huelga con paros parciales en el transporte, para reclamar beneficios de Seguridad Social. En Bruselas, capital de Bélgica, en 2016 hubo varias marchas masivas en rechazo a los recortes sociales impuestos por el gobierno.
No hay una salida mágica para cambiar esa situación. Es preciso pelear en cada conflicto y levantar corrientes de izquierda en los sindicatos, agrupando a luchadores/as para impulsar la movilización.
Con el grado de internacionalización de la economía en el marco de la Unión Europea, es esencial la extensión y coordinación internacional de las luchas. Sin embargo, quien debiera hacerlo, la CES, Confederación europea de Sindicatos, bloquea cualquier iniciativa y actúa de hecho como una institución más de la Unión Europea.
4.9. La recomposición de la izquierda.
Decíamos más arriba que la crisis de la socialdemocracia, que arrastra las formaciones del post o neoestalinismo, libera un espacio político en el que se puede producir una recomposición histórica.
En el sur de Europa, castigado especialmente por las políticas de ajuste, han surgido nuevos referentes de izquierdas, como Syriza, Podemos o el Bloco d’Esquerda, aunque su evolución rápida hacia la socialdemocracia les lleva a repetir la misma política de los «partidos socialistas». Ese mismo fenómeno también tiene su reflejo dentro mismo de los Partidos Socialistas. Aparecen nuevos dirigentes del ala izquierda en los partidos socialdemócratas, es el caso de Jeremy Corbyn en el Partido Laborista británico, con un discurso que gira a la izquierda. Ejemplos de ello vemos en el debate de los socialistas franceses y en la crisis del PSOE.
La llegada de Syriza al Gobierno en enero de 2015, levantó enormes expectativas en la izquierda y entre los trabajadores. Sin embargo, esas ilusiones se desvanecieron muy pronto, tras la decisión de Txipras de no acatar el resultado del referéndum e imponer el tercer memorándum. Syriza se escindía y nacía Izquierda Unida. Tsipras convocó rápidamente a nuevas elecciones, hubo un incremento de la abstención de más de 7 puntos, pero Syriza mantuvo gobierno. La respuesta a la política del gobierno Syriza han sido ya tres huelgas generales. Sólo faltó la política de Syriza hacia los refugiados, que contrariamente a su programa, acabó sin política de acogida, encerrándolos en instalaciones penosas bajo el control del ejército y con la militarización de la costa.
Podemos fue arrastrado por el efecto Syriza hasta enero del 2015, y ya figuraba como primera fuerza en las encuestas. La dirección de Podemos se alineó con Tsipras, y empezó a girar a la derecha en el programa, copiando el del PSOE de hace unos años, a pasos gigantes. Cayó a tercera en las elecciones de diciembre 2015 y en las repetidas de junio del 2016, a pesar de ir con Izquierda Unida (PCE y otros). Unos y otros querrían, como la socialdemocracia, que el gran capital se aviniese a ceder una parte de sus beneficios para políticas sociales, pero la realidad es tozuda y demuestra que no hay espacio para humanizar el capitalismo, que no tiene reforma, que este exige todo y que o se le enfrenta o se termina cediendo. La estructura de Podemos está muy burocratizada y jerarquizada, ha ido difuminando el peso de las bases y se ha ido sucediendo crisis tras crisis. Como se reflejó en su último congreso en el cual hubo dos listas, una encabezada por Pablo Iglesias, ganó ampliamente, y otra por Errejón, quien había sido antes su segundo.
Las experiencias municipales de sus formaciones afines Ahora Madrid y Los Comunes de Ada Colau, confirman lo mismo: entre reforma y ruptura eligen reforma y nada de lo esencial cambia. Incluso tratan de aletargar movimientos como el catalán a nombre de una futura reforma constitucional, cosa que ayuda a sostener un régimen en crisis.
Un proceso anterior (1999) fue el del Bloco de Esquerda portugués, impulsado por el PSR del SU, nacido más como frente de partidos de izquierda –que incluían maoístas y escisiones del PCP-, ya en el primer año obtuvo 2 diputados, llegando a los 16 en 2009. Las diferencias internas se reflejaban desde muy al principio frente la guerra de Afganistán o en la votación a favor del rescate griego. El descalabro llegaba en 2011, cuando ya se han autodisuelto la mayoría de los partidos componentes del Bloco, perdiendo la mitad de los diputados. En 2015, con 19 diputados, daba apoyo parlamentario, al igual que el PCP, al gobierno del Partido Socialista de Antonio Costa a cambio del retroceso en algunos recortes anteriores.
Y sin embargo, todas esas nuevas formaciones muestran que la experiencia con la vieja socialdemocracia y los socialdemocratizados PCs europeos está agotándose y la necesidad ha abierto los ojos a nuevas opciones. En ese espacio, y en este momento, nuestra política debe ser agrupar fuerzas en torno a programas de ruptura anticapitalista y socialista, mientras seguimos construyendo nuestros partidos revolucionarios.