La revolución cubana fue durante décadas un punto de referencia para los luchadores antiimperialistas y socialistas del mundo. Pero desde hace tiempo ha empezado a dejar de serlo. No se escuchan los llamados a hacer nuevas revoluciones. El gobierno cubano no apoyó las revoluciones árabes y defendió, de hecho, a los dictadores de Libia y Siria contra su pueblo y se sabe que crecen las inversiones extranjeras y la desigualdad social.
La triste realidad es que la dirección cubana, bajo el falso eslogan de «estamos actualizando el modelo socialista», lleva años desmontando las conquistas de la revolución socialista de los 60 y consolidando una restauración capitalista a «la cubana».
Con previsible unanimidad, el VI Congreso del PCC de abril de 2011 avaló un despido en masa (aunque en forma gradual) y el capitalismo de empresas mixtas que funciona hace años.
En su reflexión, Fidel Castro insistió con la consigna oficial «Cambiar todo lo que sea necesario». ¿Qué cambios impulsa la burocracia gobernante del PC Cubano y fueron ratificados por el Congreso? Desde hace dos décadas los cambios significan la apertura a la restauración del capitalismo. Desde 1991, cuando se realizó el Cuarto Congreso, y desde 1992, con la nueva Constitución, se fueron abandonando los pilares del «modelo socialista» que había surgido de la revolución y que llevó al pueblo cubano, aún cuando existieran grandes limitaciones y sin libertad, a conquistas incomparables en el terreno de la salud, la educación y los deportes. Se fue abandonando el monopolio del comercio exterior, se comenzó la descentralización de la planificación económica y se restableció el derecho a la inversión de las multinacionales extranjeras (expulsadas desde 1960-61) a través de las empresas mixtas; todos funcionamientos básicos del capitalismo.
Las empresas mixtas son capitalismo
Desde entonces, con idas y venidas, con el apoyo directo del imperialismo europeo, fundamentalmente de España y Canadá, se viene reconstruyendo el capitalismo en Cuba. Esos son los hechos, históricos e irrefutables, que esconden los hermanos Castro con sus falsedades y mentiras.
Es capitalismo la existencia de las empresas mixtas en los principales rubros de la economía cubana:
• En níquel y cobalto (Cuba ocupa el primer y segundo lugar mundial en reservas) se destaca la empresa cubana-canadiense Metalúrgica de Moa, con la multinacional Sherritt.
• El turismo ha sido uno de los rubros más dinámicos y en crecimiento a partir de su reestructuración en los noventa con las empresas extranjeras. Se destacan las grandes corporaciones Cubanacan y Gaviota, con participaciones de capitales cubanos, privados y estatales. El 48% de las aproximadamente 42.000 habitaciones es administrado por empresas extranjeras. Entre las empresas españolas más importantes están Sol-Meliá y el grupo Barceló. Empresarios privados cubanos abastecen el 68% de los insumos de las instalaciones turísticas.
• En explotación petrolera, en 1999 se abrieron 112.000 km2 de su zona de exclusión en el Golfo de México para empresas extranjeras. Participan Repsol-YPF, Petrobrás, Ocean Rig (Noruega), Petrobrás con Sherritt Gordon (Canadá, primera en petróleo y gas). Energas (cubana-canadiense) produce electricidad con el gas que extraen.
• En tabaco y producción de habanos, existe Habanos SA, fundada en 1994. Empresa mixta en partes iguales entre la estatal Cubatabaco y Altadis, empresa española, propiedad del grupo inglés Imperial Tobacco Group. Es una multinacional que tiene el 80% del mercado mundial de puros.
• En 1993 se formó la Corporación Cuba Ron SA, para la producción, comercialización y exportación del tradicional Havana Club, formada por empresarios cubanos y la francesa Pernod Ricard (la del whisky Chivas Regal). Hoy, Havana Club llega a 100 países y la empresa está entre las 20 de mayor venta del mundo en el rubro.
Es capitalismo que se recargue de impuestos a miles y miles de cubanos pobres que intentan transformarse en cuentapropistas porque son despedidos. Nada se informa ni se discute sobre los impuestos que pagan las multinacionales, ni cuánto suman las jugosas ganancias que envían a sus casas matrices. En medio de salarios de hambre de entre 15 y 20 dólares por mes, entrando en los más bajos del mundo.
El conocido economista oficial Omar Everleny Pérez Villanueva resumió con sinceridad la situación y los «cambios» de Fidel y Raúl en Le Monde Diplomátique: «Sí, hay gente que va a perder con las reformas. Sí, hay gente que va a estar desocupada. Sí, las desigualdades van a aumentar. […] Esas desigualdades ya existen, lo que hoy tenemos es una falsa igualdad. Lo que hay que determinar ahora es quién merece realmente estar más arriba» (Nº 142, abril de 2011).
De las conquistas socialistas de los 60 al abandono de la revolución
Hay sectores que se reivindican de izquierda, que ahora hacen campaña política diciendo que no va lo estatal, que no hay que expropiar, que hay que dar espacios a «distintas formas de propiedad». En relación a la Cuba actual, no cuestionan el discurso oficial de que se «actualiza el socialismo», ignoran o niegan los hechos inmensos que prueban el retorno al capitalismo y son fanáticos de la pequeña empresa capitalista, vía las cooperativas. Quieren liberalizar a fondo, hacia un «nuevo socialismo democrático», pero con una economía «más abierta».
Lo grande de la revolución cubana fue su avance hacia la ruptura con la burguesía y el imperialismo, al calor de la movilización de los trabajadores y el pueblo. Fue esa revolución que empujó a los Castro a radicalizar la reforma agraria, congelar tarifas y alquileres, expropiar las destilerías, ingenios azucareros y bancos, y a romper con los yanquis. Aquella «centralización» fue un logro histórico: la puesta en marcha del plan económico nacional basado en la propiedad estatal, con el monopolio del comercio exterior y las nacionalizaciones. Y así se conquistaron aquella salud y educación que pusieron a Cuba Socialista en uno de los primeros lugares de América Latina.
Aquellas conquistas se lograron a pesar que existía una burocracia privilegiada y represiva. La mejor prueba de lo que decimos la dio el «Che» Guevara, quien en todo momento combatió la burocratización y la denunció públicamente, con su visceral y genuino igualitarismo.
Pero los Castro se fueron subordinando a la burocracia mayor, el colosal aparato del Partido Comunista de la Unión Soviética. De su mano, se fueron apartando del camino revolucionario e internacionalista de los primeros años y del «Che».
Nunca más impulsaron nuevos triunfos socialistas en América Latina, apoyando la «coexistencia pacífica» y el pacto de los burócratas rusos con el imperialismo. Apoyaron el aplastamiento de la revolución de los obreros checos en 1968. Se sumaron a la reaccionaria y suicida «vía pacífica al socialismo» de los partidos comunista y socialista en Chile, que abrió camino a Pinochet en 1972. En 1979, Castro llamó a los sandinistas a no hacer en Nicaragua una nueva Cuba. En 1981 apoyaron el golpe de Jaruzelski contra los obreros polacos.
Otra sería la realidad de Cuba y América Latina si todo el prestigio y poderío del castrismo hubiera estado al servicio de lograr nuevos países socialistas en el continente. Poniendo la riqueza latinoamericana al servicio de sus pueblos, no de las multinacionales y el imperialismo. Y sin monolitismo y partido único, con democracia y libertades para que las masas en lucha se organizaran, discutieran, rectificaran errores y fortalecieran los aciertos.
Incluso así, ante golpes o retrocesos, la moral y conciencia de los pueblos podría haber seguido avanzando, construyendo una alternativa socialista y revolucionaria. Hubo muchas oportunidades arruinadas. Por todo esto, históricamente nuestra corriente, a la par de defender incondicionalmente a Cuba socialista, denunció siempre las traiciones de la dirección castrista.
Está planteada la lucha por una nueva revolución socialista
Hoy en Cuba crece la bronca y el desencanto en el pueblo. Y así se instala el peligro de que se reproduzcan los retrocesos en la conciencia que se dieron en la ex URSS y Europa del Este, donde los avances restauracionistas, de la mano de la propia burocracia, no hicieron otra cosa que crear entre las masas fatales ilusiones en el capitalismo. El gran desafío es luchar por una nueva revolución socialista.
El programa de los socialistas revolucionarios ya no alcanza con el rechazo al bloqueo y con la imprescindible solidaridad con el pueblo cubano. Se plantea la pelea por una nueva revolución socialista, para revertir el cambio económico-social hacia el capitalismo impuesto por los Castro, junto a la lucha contra el régimen dictatorial para imponer libertades políticas para todo el pueblo.
Alentamos la movilización obrera, popular, estudiantil y campesina para exigir un salario digno, terminando con los 10 o 15 dólares del actual sueldo estatal. Por un mínimo de 250 o 300 CUCs, aboliendo el sistema perverso de la doble moneda. Basta de tiendas y mercados para ricos y otros para pobres. Basta de salarios especiales y privilegios para la burocracia gobernante.
Más inversión en salud y educación. No a las empresas capitalistas, sean mixtas o totalmente privadas. Por la reestatización de las grandes empresas bajo control y administración obreras, en el marco de un plan único centralizado.
Plenos derechos para la movilización y organización independiente de los trabajadores, los campesinos y estudiantes. Derecho a disentir, protestar y hacer huelga. Plena independencia de los sindicatos respecto del Estado y el gobierno. Por la democracia obrera para hacer sus reclamos, cambiar a los dirigentes y formar nuevos sindicatos.
Plenas libertades para el pueblo cubano, nada para los gusanos de Miami. Basta de presos políticos; contra el régimen de partido único y por la libre formación de partidos políticos. Total libertad para entrar y salir del país a todos los cubanos con un trámite sencillo y gratuito. Libre uso de Internet; no a la censura a la música, el arte y la información. Libertad para los jóvenes, con derecho a organizar Centros estudiantiles y exigir libremente sus reclamos.
Por un plan económico nacional que arranque por recuperar el monopolio del comercio exterior, elimine el sistema bimonetario actual y dé aumento inmediato y sustancial de salarios. Por una nueva planificación económica con democracia obrera, que ataque la diferenciación social, la corrupción de los de arriba y revierta la restauración capitalista. Recuperar las conquista en salud y educación logradas en los primeros años de la revolución. El gobierno de los Castro y el PC no está al servicio del pueblo cubano, hay que reemplazarlo con la movilización por un gobierno de los trabajadores, para lograr el verdadero socialismo con democracia obrera. Para ello, alentamos la construcción de una nueva dirección revolucionaria, un nuevo partido socialista que retome las banderas del «Che» y de los primeros años de Cuba Socialista.