El libro de John Reed Los diez dнas que conmovieron al mundo (ver página 11) culmina con el capítulo “El congreso campesino”. Es una crónica apasionante de cómo se soldó la alianza entre la ciudad y el campo que sentó las bases sociales del nuevo gobierno soviético. La presencia de Lenin fue decisiva en el debate con los delegados. Intentamos reflejarla en una apretada síntesis1.
«Aunque los campesinos estaban políticamente poco desarrollados, tenían sus propias ideas y, además, constituían más del 80% de la población de Rusia. Los bolcheviques contaban con relativamente pocos adeptos entre los campesinos y una firme dictadura en Rusia de los obreros industriales nada más era imposible… El partido tradicional de los campesinos era el de los socialistas revolucionarios (S R). Por eso la dirección de los campesinos había pasado lógicamente a los SR de izquierda y no a cualquier otro de los partidos que respaldaban al gobierno soviético. Y los SR de izquierda, que se hallaban a merced del proletariado organizado de la ciudad, necesitaban muchísimo el apoyo de los campesinos…”
Los bolcheviques eran muy conscientes del peso del campesinado. Su segundo decreto, el 26 de octubre, había abolido la gran propiedad terrateniente. Se emitieron una serie de reglas para implementar el decreto de la tierra en los campos y aldeas, a través de comités agrarios, y el 3 de noviembre miles de emisarios gubernamentales comenzaron a viajar para impulsar esa nueva política. Y rápidamente adelantaron para el 5 de noviembre la convocatoria al congreso campesino de todo el país, que ya había sido fijada para fin de mes. “Los miles de soldados campesinos revolucionarios que regresaban del frente… acogieron con particular alegría la convocatoria del congreso campesino.”
ÂÂ El congreso campesino
El 5 de noviembre nevó en Petrogrado. La ciudad se puso blanca y había alegría porque quedaban atrás los meses de lluvia y barro. Al iniciarse el congreso fue elegida como presidente María Spiridónova, líder de los SR de izquierda. La primera votación mostró que más de la mitad de los delegados eran SR de izquierda, una cuarta parte de los SR conservadores, y apenas una quinta parte bolcheviques. Había un constante griterío, y una profunda hostilidad dividía a los delegados en grupos antagónicos. En medio de violentos debates, a fines del primer día se aprobó por aplastante mayoría el criterio de representación más amplio, incluyendo a los comités agrarios, tal como había ocurrido en el congreso de obreros y soldados. En relación al nuevo gobierno sovietico, la mayoría se manifestaba abiertamente hostil. Cuando intentó hablar el dirigente bolchevique Zinoviev, se lo impidieron en medio de insultos y abucheos. Entre gritos, los SR de izquierda dijeron que no reconocerían al llamado gobierno obrero y campesino hasta que estuvieran representados en el mismo los propios campesinos. Los delegados reaccionarios directamente hacían circular la versión de que el gobierno iba a disolver por la fuerza el congreso.
El tercer día se presentó inesperadamente Lenin en la tribuna. Soportó con tranquilidad diez minutos de gritos furiosos. Cuando se empezó a calmar el tumulto, aclaró que hablaría no como representante oficial del gobierno, sino como miembro de la fracción bolchevique electa al congreso… agregando irónicamente que era más o menos lo mismo. El sector derechista arrancó a los gritos otra vez, pero ya el centro y la izquierda sentían curiosidad y se dispusieron a escucharlo en silencio (ver recuadro en esta página).
Tomar las tierras
Al noveno día de sesiones, el 14 de noviembre, se discutió el problema de la tierra. Los SR de izquierda buscaron criticar a los bolcheviques, pero siendo cuidadosos y reivindicando medidas del gobierno. Entre otras cosas, su dirigente Kachinski dijo: “Los bolcheviques, en general, han adoptado una actitud correcta en el problema de la tierra; pero, al aconsejar a los campesinos tomar la tierra por la fuerza, han cometido un profundo error… Los bolcheviques declararon ya en los primeros días que los campesinos debían tomar la tierra ´mediante la acción revolucionaria de las masas`. Eso es pura anarquía. La tierra puede ser tomada organizadamente…»
Esos llamados a combatir la “anarquía” ya caían en saco roto. Los campesinos habían comenzado a tomar las tierras desde febrero. Y los bolcheviques eran quienes consecuentemente venían convocando a todo el pueblo a tomar en sus manos las soluciones de todos los problemas. Eran ellos quienes correctamente interpretaron el curso de la revolución e indicaron un camino. Y así llegaron a tomar el poder con los soviets. Aceleradamente, esto mismo se fue expresando en el propio congreso campesino, donde día a día los bolcheviques ganaban creciente espacio.
Por eso, esta vez, cuando luego habló Lenin, lo escucharon con profunda atención: “En el momento actual intentamos resolver no sólo el problema de la tierra, sino también el problema de la revolución social, y no solo aquí, en Rusia, sino en el mundo entero. El problema de la tierra no puede ser resuelto independientemente de los demás problemas de la revolución social… Por ejemplo, la confiscación de las grandes haciendas provocará la resistencia tanto de los terratenientes rusos como del capital extranjero al que está unida la gran propiedad agraria por intermedio de los bancos… […] No puede haber ninguna conciliación con la burguesía; su poder debe ser derribado definitivamente.
“Nosotros los bolcheviques […] queremos cumplir la voluntad del pueblo por el mismo medio que ha escogido para ello el propio pueblo y estrechar así la alianza de todos los elementos que luchan por la revolución socialista.
“Invitamos a los SR de izquierda a entrar en esta alianza, pero insistimos en que dejen de mirar atrás y rompan con el ala conciliadora de su partido…”
Luego el propio Lenin leyó la propuesta de resolución que presentaban los bolcheviques al congreso y cuyos lineamientos fueron aprobados. En ella se apoyaba el decreto de la tierra y las demás medidas que había tomado el gobierno para el campo. Y exhortaba a elegir como representantes exclusivamente a quienes habían demostrado en los hechos, y no en palabras, la más absoluta fidelidad en la defensa de los intereses de los campesinos trabajadores y explotados. Y agregaba: “Por eso, el congreso campesino, al apoyar sin reservas la revolución del 25 de octubre, y al apoyarla precisamente como revolución socialista, expresa su inquebrantable decisión de aplicar, con la necesaria gradación, pero sin vacilaciones, las medidas de transformación socialista de la república de Rusia.
“Una condición indispensable de la victoria de la revolución socialista –única capaz de asegurar el éxito firme y el completo cumplimiento de la ley sobre la tierra- es la plena alianza del campesinado laborioso, explotado y trabajador con la clase obrera –el proletariado- en todos los países avanzados. […] Barriendo todos y cada uno de los intentos directos e indirectos, descarados y ocultos de retornar a la conciliación –condenada por la vida- con la burguesía y con los ejecutores de la política burguesa, esta alianza es la única capaz de asegurar la victoria del socialismo en todo el mundo”.
Nace un mundo nuevo
Cuando en la sesión del 15 se anunció el acuerdo sobre la formación del gobierno integrando a los campesinos fue ovacionado (ver recuadro).
Al día siguiente, jueves 16 de noviembre a la tarde hubo una sesión extraordinaria y final en un ambiente de fiesta y caras sonrientes. Todas las cuestiones prácticas pendientes se arreglaron rápidamente. Un venerable y anciano líder de los SR de izquierda dio lectura oficial a “la alianza matrimonial” de los soviets campesinos con los soviets de obreros y soldados. Por la tribuna desfilaron un obrero, un soldado y un marino, saludando.
Finalmente, Sverdlov, el dirigente bolchevique que presidía el comité ejecutivo soviético, hizo un saludo y todos salieron a la calle.
Era de noche y en la nieve helada se reflejaban los pálidos destellos de la luna y las estrellas. La banda de música del regimiento de Pavlovsk tocaba “La Marsellesa”. Los campesinos formaron una columna. Una enorme bandera roja tenía bordado en oro “Viva la unión de las masas trabajadoras revolucionarias”. Se fueron sumando más banderas de los soviets de distritos. En la de la fábrica Putilov decía “Nos inclinamos ante esta bandera para crear la fraternidad de todos los pueblos”. Aparecieron antorchas. Se juntó numeroso público. Un gentío avanzaba cantando “Viva el ejército revolucionario”, “viva la guardia roja”, “vivan los campesinos”.
Esa inmensa procesión desfiló por toda la ciudad, hasta llegar al Smolny, sede del soviet. Unos cien diputados bajaron corriendo las escaleras y se abrazaron y besaron con los campesinos. En la inmensa sala blanca de sesiones esperaba el comité ejecutivo central en pleno, todo el soviet de Petrogrado y miles de espectadores, en un ambiente solemne. Todos se percataban de la grandeza del histórico momento.
Luego de leído el acuerdo gubernamental, comenzó la sesión, con unas palabras de Sverdlov. Subió a la tribuna María Spiridónova, delgada y pálida, con pequeños anteojos, el cabello peinado hacia atrás, parecida a una maestra de escuela. La mujer más popular e influyente de Rusia dijo: “Nace un mundo nuevo”.
Luego habló Trotsky, lleno de ardor: “¡Bienvenidos, camaradas campesinos! ¡No venís aquí como huéspedes, sino como dueños de casa… De hoy en adelante la tierra rusa no conoce más que un dueño: la unión de obreros, soldados y campesinos…”
La sesión siguió hasta entrada la noche. La última resolución que se adoptó decía: “Esta unión fraternal de todos los trabajadores explotados, después de consolidar el poder estatal conquistado, adoptará por su parte todas las medidas revolucionarias para acelerar el paso del poder a manos de las masas trabajadoras de otros países más avanzados y asegurará de esta manera la firme victoria de la causa de una paz justa y de la causa del socialismo.”
Había nacido el primer gobierno obrero y campesino revolucionario de la historia.
1. Indicamos entre comillas las partes textuales, y lo demás es resumen.
La voz de lenin frente a los compesinos
La argumentación de Lenin fue sencilla: “Decidme francamente, vosotros los campesinos a quienes hemos entregado las tierras de los terratenientes: ¿queréis impedir ahora que los obreros implanten el control en la industria? Es la lucha de clases. Los terratenientes, claro está, luchan contra los campesinos y los fabricantes luchan contra los obreros. ¿Queréis que se dividan las filas del proletariado? ¿En qué lado queréis estar?
“Nosotros, los bolcheviques somos el partido del proletariado, tanto del proletariado campesino como del proletariado industrial. Nosotros, los bolcheviques, estamos a favor de los soviets, tanto de los soviets campesinos como de los soviets de obreros y soldados. El gobierno actual es el gobierno de los soviets y nosotros no solo hemos propuesto a los soviets campesinos tomar parte en este gobierno, sino que hemos invitado también a los representantes de los socialistas revolucionarios de izquierda a entrar en el consejo de comisarios del pueblo….
“Los soviets son la representación más perfecta del pueblo, tanto de los que trabajan en las fábricas y en las minas como de los que trabajan en el campo. Todo el que intenta minar los soviets es culpable de un acto antidemocrático y contrarrevolucionario. […]”
ÂÂ La composión del campesinado
Durante esos días se venían desarrollando arduas y trabajosas negociaciones entre las direcciones de los bolcheviques y SR de izquierda, sobre la composición del nuevo gobierno. Finalmente, en la mañana del miércoles 15 de noviembre se anunció el acuerdo. Según Reed, se decidió aumentar el comité ejecutivo central, que tenía 108 miembros, con otros 108 miembros del congreso campesino, elegidos proporcionalmente; 100 delegados elegidos directamente por el ejército y la marina y 50 representantes de los sindicatos (35 de las uniones generales, 10 de los ferroviarios y 5 de los empleados de correos y telégrafos). Contra lo que pretendían inicialmente los SR, no se integraron las antiguas dumas y “zemstvos” (especie de concejos municipales), quedaron al frente del gobierno Lenin y Trotsky y no se disolvió el comité militar revolucionario que había organizado la insurrección de octubre.