Por: José Castillo
El triunfo revolucionario fue detonando una explosión de la creación artística en todos los terrenos. Y el gobierno soviético la alentó y le dio total libertad, en el contexto de la lucha contra la contrarrevolución y los padecimientos de la guerra civil.
También el triunfo de octubre de 1917 despertó en otros países el interés de muchísimos escritores, pintores, escultores, arquitectos e intelectuales en general. Ya citamos a John Reed, el escritor y militante revolucionario estadounidense. La bailarina Isadora Duncan viajó a Moscú en 1921 invitada por el gobierno y puso su arte al servicio de la revolución.
Un fenómeno particular se dio en el terreno de la experimentación artística, que entonces se llamaba «de las vanguardias». Se trataba de un amplio y heterogéneo campo que, desde fines del siglo XIX venía criticando el «estrecho horizonte de miras de la burguesía». Un amplio sector de este movimiento vanguardista apoyó la victoria soviética, y tomó impulso planteándose un nuevo modo no sólo de ver sino también de construir el mundo, en asociación con la producción y la técnica, y la vida cotidiana.
El cine soviético fue uno de los avances más conocidos e hizo escuela. Nacionalizado tras la revolución y con dos lemas «un cine revolucionario para la revolución» y «la experimentación como sistema», tuvo durante los primeros años la más amplia libertad y apoyo para desarrollarse. Así fue sobresaliendo un genio como Serguei Eisenstein (El acorazado Potemkin, La Huelga, La Línea General, Octubre y tantas otras). Por primera vez en las películas (aún mudas y en blanco y negro) aparecía el protagonismo de las masas, sus penurias y sus luchas. También se avanzó en la técnica del montaje, se desarrollaron los «noticieros» y el Cine-Ojo y el Cine-Verdad de Dziga Vertov, avanzando en la experimentación en los límites entre ficción y documental.
En plena guerra civil, con atroces sacrificios, el gobierno soviético dio leyes, edificios y dinero para los artistas y sus actividades. Surgieron talleres experimentales donde debatían y se entrecruzaban las más diversas corrientes. Uno de los más conocidos y figura central del «constructivismo» creando una estética basada en el fotomontaje, absolutamente revolucionaria para su tiempo, fue Alejandro Rodchenko. Los Talleres Superiores Artísticos y Técnicos del Estado (VKHUTEMAS), sobresalieron en el campo del diseño gráfico, industrial y en la fotografía de vanguardia. Siguen siendo célebres sus afiches callejeros sobre los más diversos temas. Y se transformaron en antecedente de la célebre escuela de diseño alemana conocida como el Bauhaus.
Avanzando en esa libre creatividad se rompían los límites entre los hasta entonces compartimentos estancos: el gran poeta Maiakovski utilizaba el fotomontaje para ilustrar sus poemas, al mismo tiempo que participaba en el diseño de estructuras vanguardistas.
Lamentablemente, toda esta primavera de libre creatividad tuvo su fin pocos años después. El estalinismo impuso el más estricto control bajo la única línea del denominado «realismo socialista», y reprimió a todo este movimiento de vanguardia.