Considerando:
1.-Que en últimas décadas el capitalismo en crisis entró en una fase de mayor destrucción y saqueo anárquico de los recursos naturales, utilizando técnicas contaminantes, en la agroindustria contaminante por agroquímicos y venenos, minería a cielo abierto, en la industria petrolera, enormes represas que destruyen selvas y desplazan pueblos indígenas, desmontando bosques en escala nunca vista, incrementando los gases de efecto invernadero y por consiguiente el calentamiento global y las catástrofes climáticas, como sequias, inundaciones. En Sudamérica y Centroamérica, los planes IIRSA (hoy COSIPLAN) y plan Puebla Panamá, destinados a integrar los intereses multinacionales, son una expresión de estos planes capitalistas altamente destructivos de la naturaleza, impulsados desde los Estados. Este avance destructivo de la naturaleza sucede a escala mundial.
2.-Que el Acuerdo de París del 2015 supuestamente destinado a frenar el calentamiento global es una gran estafa, que no soluciona ninguno de los principales problemas ambientales y, por su parte Estados Unidos por orden de Trump se retiró de dicho acuerdo negando el calentamiento global y la catástrofe climática y afirmando que no estaba dispuesto a ninguna limitación a las industrias y técnicas contaminantes norteamericanas.
3.-Que esta destrucción de la naturaleza está directamente al servicio de la acumulación de ganancias por las multinacionales y provocando grandes sufrimiento, enfermedades, migraciones masivas, principalmente a sectores campesinos, indígenas, trabajadores y sectores populares en general que se ven expuestos más intensamente a estos efectos devastadores.
4.-Que millones de personas luchan para impedir estos desastres enfrentando estos planes, es el caso de las movilizaciones en Perú y Argentina para defender áreas agrícolas contra el envenenamiento de suelos por minería, de las movilizaciones populares contra el desmonte de bosques y la movilización que lograron la expulsíón de la multinacional Monsanto en Córdoba, Argentina, de los movimientos indígenas y ambientalista contra un oleoducto en Estados Unidos, de movilizaciones en Brasil, Centroamérica, República Dominicana y otros lugares. En el caso de Perú estas movilizaciones alcanzaron enorme magnitud y matanzas como en el caso del «Baguazo» el 5 de junio del 2009, con la gran resistencia indígena al despojo de sus territorios para entregárselos a mineras y petroleras, con un saldo de 33 muertos. Estas luchas contra la destrucción ambiental y despojo de tierras en beneficio de multinacionales, son en general fuertemente reprimidas y criminalizadas.
Resuelve:
1.-La UIT-CI da todo su apoyo y llama a profundizar estas luchas de los trabajadores, pueblos indígenas, campesinos y demás sectores populares, para en frenar estas nuevas formas de saqueo capitalista de los recursos naturales.
2.-Que en particular denunciamos el papel de Trump a la cabeza del imperialismo, que más allá de algunas diferencias circunstanciales con el Acuerdo de París, expresa esta política mundial de saqueo y destrucción ambiental en beneficio de las ganancias de las multinacionales. En este marco denunciar ante los pueblos la existencia de planes desde los Estados y multinacionales de vías de comunicación, represas hidroeléctircas, canales, que lejos de resolver necesidades populares van a provocar saqueo de recursos naturales y destrucción ambiental con graves consecuencias para la población, es el caso mencionado del COSIPLAN en Sudamérica y Puebla Panamá en Centroamérica.
3.-Reafirma que esta pelea contra la destrucción ambiental es inseparable de la pelea contra las multinacionales capitalistas, que sólo expulsando a las multinacionales y grandes intereses empresarios y estableciendo un efectivo control democrático de los trabajadores y el pueblo, que impide proyectos mineros, hidroeléctricos o agroindustriales que sean perjudiciales para la población y el medio ambiente, se puede frenar el avance de estos desastres en cada lugar y que la única garantía para lograrlo es la movilización obrera y popular para terminar con la economía al servicio de multinacionales y grandes intereses privados. Esta lucha contra el desastre global solo puede resolverse con gobiernos de los trabajadores que liquiden la economía capitalista e impongan una planificación democrática socialista de la economía.