Por: Mariana Morena
Hace 70 años el movimiento sionista logró su objetivo: un Estado en Palestina como «hogar de los judíos». Mediante un plan sistemático de limpieza étnica casi un millón de palestinos fueron expulsados de su tierra y sometidos a la opresión racista y terrorista israelí hasta hoy. La máxima provocación contra los palestinos siempre fue la proclamación de Jerusalén como capital de Israel. Ahora, Trump reconoce este planteo sionista y traslada ahí su embajada.
Desde fines del siglo XIX, la supervivencia de los judíos de Europa Oriental se vio amenazada por el desarrollo del capitalismo. No les garantizaba su asimilación a las clases acomodadas, como sí ocurrió en Europa Occidental, y al mismo tiempo minaba las bases materiales de su existencia como comerciantes y prestamistas. También crecía el antisemitismo y los «pogroms» (linchamientos), como resultado de las políticas de los regímenes burgueses de usar a los judíos como blanco para desviar el descontento de las clases medias y populares. En ese contexto dramático, el marxismo revolucionario propuso la lucha por el socialismo como salida para la «cuestión judía» y logró la adhesión de miles de trabajadores, jóvenes, mujeres e intelectuales judíos como Lenin, Trotsky y Rosa Luxemburgo.
Pero la gran burguesía judía occidental de los Rothschild también levantó su programa para las masas judías pobres. Su objetivo era alejarlas de las ideas revolucionarias y de la lucha de clases en Europa. Empalmó con el movimiento sionista para llevar adelante la emigración de miles de judíos a Palestina, invocando derechos bíblicos ancestrales sobre Eretz Israel. Bajo la consigna «una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra», fueron sucediéndose distintas oleadas migratorias, en el marco de la gran expansión colonial del imperialismo en África y Asia, que culminó en el reparto territorial de la Primera Guerra Mundial.
Con el mandato británico de Palestina, los sionistas desarrollaron políticas de «colonización marginalizante» de la población árabe, como la adquisición de tierras (apropiándose del 6%), la expulsión de arrendatarios palestinos y el boicot de trabajadores, campesinos y productos árabes. En 1917 lograron de los ingleses la Declaración Balfour, que les reconocía el derecho a un «hogar nacional» en Palestina. También organizaron milicias clandestinas que operaron junto con las fuerzas militares británicas para reprimir las revueltas crecientes contra el dominio imperialista, las cuales tuvieron su máxima expresión entre los años 1936/1939.ÂÂ
Con el fin de la Segunda Guerra Mundial, los sionistas cambiaron de socio. Fue el ascendente imperialismo yanqui el que les dio apoyo para avanzar con su proyecto. El 29 de noviembre de 1947, la Resolución 181 de Naciones Unidas aprobaba un plan de partición de Palestina en un Estado judío y otro árabe, con Jerusalén bajo un régimen internacional especial. Fue la señal para que el sionismo implementara un plan sistemático de limpieza étnica, que consistió en operaciones terroristas que destruyeron más de 400 aldeas palestinas y expulsaron a unos 800.000 palestinos de un total de 1,2 millones. Unos 15.000 fueron asesinados en medio de masacres como la emblemática de Deir Yassin.
Finalmente, el 14 de mayo de 1948, el dirigente Ben Gurion declaró la independencia del Estado de Israel, institucionalizando el proyecto colonial del movimiento sionista, que en los siguientes 70 años no dejó de expandirse y agravar la opresión y el genocidio del pueblo palestino. Todo con el apoyo del imperialismo, interesado en establecer un enclave hipermilitarizado para garantizar el saqueo de sus multinacionales y poner freno a la revolución árabe.ÂÂ
Desde nuestra corriente de izquierda revolucionaria seguimos en solidaridad incondicional con el pueblo palestino, que desde hace semanas viene manifestándose masivamente en la frontera de Gaza en el marco de la Gran Marcha del Retorno, por culminar el próximo 14 de mayo. Y repudiamos el reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel por parte de Trump, que tiene previsto inaugurar su embajada en este aniversario. Solo habrá paz en Medio Oriente con un solo Estado palestino secular, democrático y no racista.