Por: Mechi Beauvoir
El 25 de Mayo será recordado como un nuevo hito de la cuarta ola de las luchas de mujeres en el mundo. En Irlanda el plebiscito para eliminar la restricción al derecho al aborto y avanzar en su legalización, ganó de manera contundente con el 66,4% de los votos a favor. Un nuevo triunfo del movimiento de mujeres a nivel global, que profundiza la crisis de la Iglesia católica.
Miles de mujeres y jóvenes se concentraban en las puertas del Castillo de Dublín para esperar los resultados del plebiscito. Al conocerse los primeros números, las lágrimas y abrazos demostraron el momento histórico que se vivía en el país. Es que Irlanda es uno de los países bastiones de la Iglesia Católica y con una de las legislaciones más retrasadas en relación al derecho al aborto en Europa, junto con Malta e Irlanda del Norte.
El contundente resultado mostró lo que el primer Ministro Leo Vadaker denominó como «una revolución silenciosa». El sí ganó en el campo y en la ciudad, entre hombres y mujeres. La participación en la elección, fue la más alta de los 21 plebiscitos desde que en 1996 los irlandeses votaron por la legalización del divorcio. En 2015 un plebiscito había avanzado en el matrimonio igualitario con el 62,1%, resultado superado en el debate sobre el aborto. La victoria representa un nuevo avance en los derechos democráticos de las mujeres. Con este resultado, se elimina la octava enmienda. Asimismo, el gobierno anunció que en estos días, enviará un proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazado hasta la semana 12 y para las causales como violación o peligro de muerte de la mujer hasta la 23, que entraría en vigor antes de fin de año.
Crece la crisis de la iglesia Católica
En Irlanda los sectores «pro-vida» lograron en 1983, la introducción de la reaccionaria octava enmienda que establece «el derecho del niño por nacer», es decir la igualación de los derechos del feto y la mujer. En el año 2012 la muerte de Savita Halappanavar, una mujer de 31 años a la que se le negó un aborto, generó la indignación en el país. Al año siguiente, la octava enmienda fue modificada introduciendo la interrupción del embarazo en los casos dónde estuviera en peligro la vida de la mujer, incluyendo la amenazada de suicidio. Asimismo, la Ley que legalizará el aborto tomará el nombre de «Ley Savita», para rendir homenaje a esta mujer que se ha convertido en símbolo de la lucha por el aborto legal.
Pero, más allá de la restricción, se estima que alrededor de 170 mil mujeres salieron del país para abortar desde la aprobación de la enmienda hace 35 años, muchas de ellas católicas. Según el ministro irlandés de Salud, Simon Harris, 3.265 irlandesas viajaron al Reino Unido para practicarse abortos en 2016.
Irlanda es un país donde el 78% de los ciudadanos se define como católico. Días antes de la votación, se anunció que el papa Francisco viajaría al país, en la primera visita papal desde 1979. Sin embargo, tanto la aprobación del matrimonio igualitario como el resultado sobre el aborto demarcan la crisis de la Iglesia Católica en el país y la ruptura de sectores juveniles con esta reaccionaria institución.
La campaña millonaria en los medios de comunicación de los sectores pro vida intentaron incidir sobre el resultado del plebiscito sin éxito. La Iglesia perdió hasta en los sectores históricamente más conservadores como en las zonas rurales. Roscommon había sido el único condado que votó no al matrimonio igualitario en 2015, convertido en símbolo de la Irlanda rural y reaccionaria. El sábado, hasta en Roscommon ganó el sí (57%).
Avancemos en el aborto legal en todo el mundo.
En más del 60% del mundo el aborto es legal. En el marco del ascenso de la luchas de las mujeres, se ha avanzado en materia del derecho al aborto. En 2017, en Chile y Bolivia se introdujo el aborto por causales. Estamos a pocos días del 13 de junio, fecha dónde se discutirá en nuestro país el proyecto de ley de la Campaña por el Aborto Legal, seguro y gratuito. La victoria en Irlanda fortalece nuestra pelea por conquistar este derecho. Sigamos en las calles por nuestro derecho a decidir sobre nuestros propios cuerpos.