Por: Simón Rodríguez Porras
El régimen monárquico marroquí ha mostrado nuevamente su rostro represivo y dictatorial, al condenar el 26 de junio a 53 personas vinculadas con el masivo movimiento de protesta, Hirak, que se inició hace casi dos años en la región del Rif. El principal dirigente del movimiento, Nasser Zefzafi, recibió junto a los activistas Nabil Ahmjiq, Ouassim Boustati y Samir Ighid una condena de 20 años de cárcel por supuestamente conspirar contra la seguridad del Estado. Las demás condenas van de un año a quince años de cárcel.
Las sentencias se anunciaron mientras el dictador Mohamed VI se encontraba en París de vacaciones. Inmediatamente la población del Rif respondió con protestas a la medida represiva. El movimiento surgió en octubre de 2016, alimentado por la indignación generalizada luego de que las autoridades asesinaran a un vendedor ambulante de pescado, Mouhcine Fikri, triturándolo con un camión de basura. El movimiento, organizado a través de comités locales, sostuvo más de un año de lucha exigiendo mayores inversiones estatales y autonomía para la región, una de las más miserables de Marruecos, donde vive la mayoría de la población berebere del país, así como libertad para los presos políticos, castigo a los asesinos de Fikri, cese de la militarización de la región vigente desde 1958, entre otras reivindicaciones. El año pasado Zefzafi y otros dirigentes fueron detenidos, pero la lucha siguió extendiéndose a otras regiones. La dictadura midió el momento para emitir la condena, esperando un reflujo en las protestas, pero con su brutalidad puede estar echando leña al fuego nuevamente.
Las cárceles marroquíes son insalubres, hacinadas y abunda el uso de la tortura contra los presos políticos. Otros movimientos recientes como el del campamento de la dignidad saharaui, Gdeim Izik, de fines del año 2010, o las protestas del año 2011 en el marco de la irrupción de las rebeliones árabes, también fueron brutalmente reprimidos, con decenas de personas asesinadas y centenares de detenciones. Para escarmentar al pueblo saharaui luego de la lucha de Gdeim Izik, 26 activistas recibieron condenas de entre 20 años y cadena perpetua. Recientemente debieron realizar una larga huelga de hambre de más de un mes, para obtener atención médica y mejores condiciones de reclusión. Con el apoyo de Francia, EEUU, Israel y el Estado español, el régimen marroquí niega el derecho a la autodeterminación de los saharauis desde hace más de cuatro décadas, durante las cuales ha desempeñado el rol de ocupante colonial en el Sahara Occidental. Este apoyo también envalentona a la monarquía para perseguir toda disidencia.
Es necesario construir un movimiento internacional de solidaridad con quienes luchan contra la monarquía marroquí tanto en el Rif y otras zonas de Marruecos, como en los territorios saharauis ocupados por el régimen, para exigir la libertad de todos los presos políticos, el cese de la represión, el respeto al derecho a la organización política independiente y a la protesta.