Por: Partido Socialismo y Libertad (PSL)
El secretario general de la OEA, Luis Almagro, ha declarado el viernes 14 de septiembre, desde la frontera colombiana con Venezuela, que «la comunidad internacional no puede permitir una dictadura en Venezuela» y que «en cuanto a (una) intervención militar para derrocar al régimen de Nicolás Maduro creo que no debemos descartar ninguna opción»
. Esta declaración la realizó en el marco de una visita a Colombia con motivo de la crisis de los refugiados venezolanos, que cruzan por miles diariamente hacia ese país y Brasil.
Como opositores de izquierda al régimen cívico-militar encabezado por Maduro y Cabello, repudiamos estas declaraciones criminales y cobardes de Almagro, que reflejan a sectores del imperialismo yanqui que empiezan a considerar la posibilidad de una agresión militar contra nuestro país, así como a sectores de la oposición patronal contrarios a la movilización popular y de los trabajadores.
Nuestro partido ha estado en la primera línea para denunciar y enfrentar al gobierno chavista, defendiendo los derechos democráticos del pueblo trabajador ante la ofensiva antiobrera, antipopular y entreguista del régimen chavista, pagando por ello un alto precio en persecuciones, despidos, encarcelamientos e incluso el asesinato de varios de nuestros camaradas por parte del régimen. Sin embargo, tenemos fundadas razones para repudiar la demagogia de Almagro, quien es heredero de las peores tradiciones intervencionistas del ministerio de colonias que es la OEA desde su fundación. No es la primera vez que detrás de argumentos «democráticos» se intenta justificar una invasión, pero nuestro pueblo debe tener presentes las lecciones de la historia reciente en nuestro continente y en otras regiones del mundo. El legítimo repudio al gobierno por parte de un pueblo duramente castigado por la represión, el ajuste inflacionario y la destrucción de las libertades democráticas, de ninguna manera debe traducirse en el apoyo suicida a un ataque encabezado por los yanquis, con o sin la participación de la OEA.
Recordemos que la OEA brinda actualmente cobertura a otras dictaduras de la región, como las de Honduras y Nicaragua. Nunca ha sido una institución democrática. En 1965 la OEA avaló la invasión de República Dominicana por parte de EEUU, no para restaurar la democracia luego del golpe de 1963 sino para aplastar a sangre y fuego la rebelión del pueblo dominicano y apoyar a los golpistas. En 1989 EEUU invadió Panamá, asesinando a miles de panameños, bombardeando barrios enteros, en 2001 invadió Afganistán y en 2003 invadió Irak. El saldo ha sido de más de un millón de personas asesinadas en Irak y cientos de miles en Afganistán, en esos países persisten regímenes corruptos y antidemocráticos sobre la base del apoyo yanqui. La invasión yanqui de Haití en 2004 y su posterior ocupación durante 13 años por parte de una fuerza multinacional integrada principalmente por militares latinoamericanos, se hizo para apuntalar al régimen surgido del golpe, reprimiendo las protestas populares y realizando cientos de violaciones contra mujeres y niños, incluso contaminando el servicio de agua en la capital haitiana y generando una epidemia de cólera que mató a miles de personas. Nunca las intervenciones militares yanquis en han sido para promover la democracia.
Almagro actúa subordinado a los sectores más agresivos del gobierno yanqui, que empiezan a evaluar la opción de un ataque contra Venezuela, como el propio presidente Trump, quien en reuniones con sus asesores habría sugerido invadir Venezuela, o el congresista derechista Marcos Rubio. No les interesa en lo absoluto salvaguardar los derechos de los trabajadores venezolanos, sino garantizar que continúe el saqueo del país por parte de las transnacionales petroleras y el pago de la deuda externa. El régimen cívico-militar ha dado sobradas muestras de un servilismo sin límites, pero como reza el proverbio, «así paga el diablo a quien bien le sirve». Maduro mató de hambre a miles de venezolanos recortando las importaciones en más de un 80% para pagar la deuda, obligó a más de dos millones de venezolanos a emigrar, redujo los salarios a menos de medio dólar diario, entregó el 12% del territorio nacional a transnacionales imperialistas en el Arco Minero del Orinoco, dio contratos de empresas mixtas a petroleras como Chevron, incluso volvieron los convenios operativos para que empresas privadas reciban en concesión los pozos petroleros, pero el nivel de descomposición al que ha llevado a la economía venezolana es tal que la producción petrolera cae en picada y no hay garantías de que pese a su disposición servil Maduro pueda seguir pagando la deuda externa. Si EEUU invade, sus esbirros no escatimarán en torturas y asesinatos generalizados para garantizar el control del país, aplastando con puño de hierro cualquier reclamo por parte del pueblo hambriento.
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Exigimos a los gobiernos de la región abandonen la demagogia ante la crisis de los migrantes venezolanos y los reconozcan inmediatamente como refugiados.
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Basta de saqueo petrolero y minero por parte de las transnacionales yanquis, europeas y asiáticas, y de pago de la deuda externa a costa del hambre del pueblo venezolano.
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No a las amenazas de invasión, el pueblo trabajador venezolano puede derrotar con su lucha y con la solidaridad de los pueblos latinoamericanos al régimen cívico-militar.