Por: CST-PSOL, sección Brasil UIT-CI
En general, los lulistas y sectores de izquierda dicen que sufrimos las consecuencias de una «ola conservadora» que surgió en 2013 en las jornadas de junio y ocasionó el «golpe de 2016», cuyas sucesivas fases produjeron una «ola fascista» garantizando la victoria electoral de Bolsonaro. Tenemos una visión diferente, principalmente porque los lulistas ocultan el papel cumplido por la dirección histórica del movimiento de masas en Brasil, el PT, sea cuando fue gobierno y después del impeachment.
Junio de 2013 expresó el repudio popular contra el encarecimiento del costo de vida, el desmonte de los servicios sociales y la corrupción. En cuanto gobierno, el PT estuvo al lado del PSDB, del PMDB, de la represión policial y de la criminalización de los manifestantes. Escenario idéntico se vio en 2014, en la poderosa huelga de los barrenderos. Luego de la segunda elección de Dilma, se avanzó en medidas como el retiro de derechos sociales, despidos y la escandalosa corrupción en Petrobras. Esto explica la caída de popularidad del gobierno ocasionando la disolución de su base en el parlamento.
Durante la crisis política, Dilma cortó fondos de las áreas sociales, votó la Ley Antiterrorismo y anunció la reforma jubilatoria, en un giro aún más a la derecha. Sin apoyo popular y sin base parlamentaria, el PT perdió utilidad para la clase dominante. Momento en que la FIESP, MBL y otros sectores de derecha apostaron al impeachment, consumado en el corrupto Congreso Nacional. A pesar del giro a la derecha del PT, hubo un sector que fue a las calles en defensa de Dilma en los actos «contra el golpe».
Pasada la polarización del impeachment, la revuelta popular se expresó unificadamente en las calles, en repudio al ilegítimo gobierno Temer. El ápice de esa movilización fue la huelga general de abril y la ocupada de Brasilia de 2017 contra la reforma de la jubilatoria, atravesada por el escándalo de corrupción de la empresa frigorífica JBS. El PT, incluso después del impeachment, fue a buscar un gran «acuerdo nacional» para salvar a los corruptos y estabilizar el sistema político. Por eso, la segunda huelga general de junio fue cancelada. El PT ayudó a dar aliento al gobierno corrupto del PMDB / PSDB y como consecuencia en las elecciones de 2016 continuó perdiendo votos. Buscaron ser parte del gran acuerdo del orden, sabotearon las movilizaciones y huelgas, defendieron a Temer (a quien llamaban» golpista»), y se aliaron al PMDB en innumerables ciudades en las elecciones de 2016.
Desgraciadamente la izquierda mayoritariamente que, podría haber construido una alternativa, centralmente la dirección del PSOL y el MTST, prefirieron pegarse al PT y bloquear el camino para una nueva alternativa diferente del partido de Lula. Este vacío dejado por el PT y los partidos tradicionales, que la izquierda mayoritaria no ocupó, quedó libre y fue disputado por Bolsonaro.
Hoy más que nunca necesitamos evitar este error y construir un frente de izquierda y socialista que supere la conciliación de clases al mismo tiempo que apoyamos la más amplia unidad de acción.
Una ola de luchas de las mujeres y de la juventud ya empieza a cuestionar a Bolsonaro
Es la primera vez que un presidente fue elegido en medio de un movimiento de oposición activo en las calles durante las elecciones. En nuestra visión, el movimiento #EleÑao y las masivas manifestaciones lideradas por el movimiento feminista impidieron una victoria de Bolsonaro en la primera vuelta. En la segunda vuelta, tras el escándalo del financiamiento empresarial ilegal, las fake news y los discursos autoritarios, un activismo espontáneo salió a las calles. Se han fortalecido cientos de núcleos, banquitas, plenarias y panfletos hechos por cada uno de esos núcleos, además del 2° acto del #EleÑao. En ese período, las arbitrariedades de la justicia electoral y de la policía militar en los campus universitarios impulsaron una rebelión estudiantil que impuso posicionamiento del Tribunal Superior de Justicia en defensa de la autonomía universitaria y de las libertades democráticas en las universidades. Fue ese proceso que fortaleció los comicios y disminuyó la diferencia entre Haddad y Bolsonaro. Luchas que deben seguir en defensa del movimiento feminista, de identidades disidentes, de la población negra, de la autonomía de las universidades y contra las arbitrariedades policiales.
Será fundamental establecer una amplia unidad de acción contra las medidas del nuevo gobierno, como la reforma jubilatoria y las privatizaciones. Para esto, es muy importante que la CUT, CTB, Fuerza Sindical, UGT, CSP-CONLUTAS y demás centrales organicen una gran campaña de información sobre esos ataques, con asambleas de base. Es necesario garantizar la lucha unificada de la clase trabajadora, independiente de lo que cada uno votó en las elecciones y preparar, en ese camino, movilizaciones como parte de una jornada de luchas que culmine en una huelga general contra las medidas de ajuste de Bolsonaro. Es necesario organizar plenarias en los estados con la presencia de la UNE, UBES, DCE, gremios estudiantiles y demás movimientos sociales, como MTST y MST para garantizar un fuerte plan de luchas comunes, con un fuerte trabajo de base.