Por:Guido Poletti
El viernes 30 de noviembre y el sábado 1° de diciembre estarán en la Argentina los líderes políticos más repudiados del mundo. Jefes de potencias imperialistas como Donald Trump, Ángela Merkel, Emmanuel Macron y Shinzo Abe, o dictadores como Xi Jinping, Vladimir Putin o el príncipe heredero de Arabia Saudita Mohamed Bin Salman, se reunirán para debatir cómo saquear más y mejor a nuestros pueblos. Hay que movilizarse masiva y unitariamente para repudiarlos.
Se realiza una nueva cumbre del G20, esta vez en nuestro país. Vienen los mayores responsables del hambre, la marginación, las guerras y el desastre ambiental del planeta. Por primera vez en la historia los tendremos juntos en nuestro país. Acá estará Donald Trump, el jefe de la máxima potencia imperialista del planeta, que niega el calentamiento global, que defiende incondicionalmente al sionismo mientras perpetra un genocidio contra el pueblo palestino, el racista y misógino que se prepara para reprimir la marcha de miles de centroamericanos que ya están a la vera de la frontera yanqui, el responsable del mayor arsenal de armas del planeta, que las usa para masacrar a los pueblos y amenaza con usarlas más aún. Junto con él estará Emmanuel Macron, el hambreador de la clase trabajadora francesa, que viene de reprimir justamente esta semana una multitudinaria marcha de protesta contra los tarifazos del combustible. También Ángela Merkel, la virtual «jefa» de la Unión Europea, máxima responsable de los planes de ajuste y hambre como el que se le impuso en los últimos años al pueblo griego. Se sumará a ellos el dictador chino Xi Jinping, con su larga historia de represiones, ejecuciones y de manejar con «mano de hierro» a sus trabajadores con salarios de hambre y prohibición absoluta de la protesta. Y Vladimir Putin, el socio del carnicero Al Assad de Siria, al que ayudó con bombardeos masivos sobre la población civil de ciudades rebeldes, y que a la vez persigue y reprime a las minorías (como los disidentes sexuales) en la propia Rusia. Como si esto no bastara, también estará entre nosotros el príncipe heredero de Arabia Saudita Mohamed Bin Salman que, entre miles de hechos represivos, cuenta en su currículum reciente asesinar y descuartizar en su propio consulado en Estambul al periodista opositor Jamal Khasoggi. Cualquiera de ellos merecería una marcha en su contra. Que estén todos juntos nos obliga más que nunca a salir a las calles a repudiarlos.
El anfitrión de la cumbre será, por supuesto, «nuestro» presidente Mauricio Macri. Que les ofrecerá a los visitantes una ciudad «segura», sitiada, copada por fuerzas de seguridad y servicios nacionales y extranjeros, con armamento de última generación especialmente traído para la ocasión. Un despliegue que no tendrá desperdicio: incluye desde autorización para derribar aviones, 12 kilómetros de calles y autopistas bloqueadas, cierres de zonas enteras de la ciudad, incluyendo aeropuertos, estaciones de trenes y subtes, hasta amenazas explícitas a los vecinos de Buenos Aires, como la de la ministra de Seguridad Patricia Bullrich que les recomendó que «se vayan el jueves, que la ciudad va a estar complicada».
La otra «ofrenda» que tiene Macri para mostrarles a sus visitantes es el cumplimiento del plan de ajuste del FMI, materializado en la aprobación del presupuesto 2019, tratado de apuro en el Congreso justamente para poder mostrarlo como un logro en esta cumbre.
Muchos se preguntarán ¿a qué viene toda esta gente a Buenos Aires? Los más importantes jefes de Estado del planeta se reúnen a debatir cómo continúan más y mejor la explotación de los pueblos y el saqueo del planeta. Los países llamados «emergentes» que fueron incorporados a estas reuniones globales a partir de 2008 (ver nota en estas páginas centrales), son auténticos convidados de piedra de las verdaderas decisiones que se toman, o incluso de las que no se toman, por los conflictos entre las potencias. Así será para la Argentina, ya que Macri ni siquiera logró agendar una reunión privada con Trump, Xi Jinping o Putin (apenas si los verá en la reunión plenaria, en la cena de gala o en la típica «foto de familia» con todos los presidentes). Se tuvo que conformar con citas de compromiso con Merkel y Macron.
Nada bueno saldrá de esta reunión para las clases trabajadoras y los pueblos del mundo. Mucho menos para nosotros, los anfitriones argentinos, de los que sólo se espera que hagamos buena letra y aceptemos sin chistar la continuidad del ajuste.
Es muy importante repudiar esta cumbre. Tal como sucedió en Hamburgo y en cada una de las reuniones anteriores, tenemos que mostrarle al mundo la indignación de los trabajadores, las mujeres, los jóvenes y el conjunto del pueblo argentino frente a estos personajes mafiosos. La protesta tiene que ser multitudinaria: hay que ganar las calles unitaria y masivamente, gritando con todas nuestras fuerzas ¡Fuera Trump! ¡No al G20! ¡Rompamos con el FMI! ¡No al pago de la deuda externa!