Por Miguel Lamas
Miles de hondureños han expresado su repudio al presidente Juan Orlando Hernández (lo llaman por sus iniciales JHO), por recortes en presupuestos de salud y educación pública, en masivas manifestaciones que mantienen paralizado al país centroamericano, de nueve millones de habitantes, desde hace dos meses.
Los disturbios han dejado al menos tres muertos y más de 20 heridos, el más reciente este viernes, un chico de 17 años asesinado a balazos por militares, un día después de que el mandatario, ante la huelga de la policía, desplegara al Ejército para sofocar las manifestaciones, aunque estas continuaron. Se registran bloqueos de carreteras en Tegucigalpa y otras ciudades del país. A las manifestaciones se unieron transportistas y un sector de la policía, aunque estos últimos decidieron dejar el viernes su «huelga de brazos caídos» tras llegar a un acuerdo con las autoridades, que les prometieron mejoras en sus condiciones laborales.
Las manifestaciones comenzaron en abril, tras la aprobación de una “reestructuración”, que fue denunciada por médicos y maestros que abría las puertas a despidos masivos en el sector público y privatizar la salud y la educación. Al rechazo se unieron miles de estudiantes, convocados en redes sociales, que exigen el fin del mandato de Hernández bajo la etiqueta #FueraJOH. Aunque el gobierno dio marcha atrás con algunas de sus medidas, los manifestantes se unen para pedir que se vaya JHO. Miles de hondureños integraron las caravanas de migrantes a Estados Unidos. A través de los años, la mayoría de los migrantes hondureños han asegurado que escapan de la falta de empleos, la pobreza y la violencia que se vive en su nación.
El presidente Hernández gobierna desde el 2013, forzó un cambio constitucional para hacerse reelegir, y luego “ganó” las elecciones con un grosero fraude electoral con la bendición de Trump en el 2017.
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