¡Fuera Jovenel Moïse, el PHTK y los corruptos de Petrocaribe! ¡Que el pueblo haitiano tome su destino en sus propias manos!
Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores-Cuarta Internacional
Una nueva oleada de protestas a partir del 16 de septiembre ha llevado el proceso de rebelión popular abierto en julio del año pasado a nuevas alturas.
El 23 de septiembre miles de personas en las calles y en los alrededores del parlamento impidieron la ratificación del primer ministro interino Fritz William Michel; en un incidente revelador del acorralamiento del gobierno, un senador del partido oficialista, el PHTK, arremetió a tiros contra una multitud afuera del parlamento, hiriendo a un fotógrafo. Pero la mafia gubernamental no acobarda al pueblo movilizado.La movilización del 30 de septiembre ha sido la mayor en muchos años, quizás desde la derrota de la dictadura duvalierista. En vez de ceder ante la represión, las masas tomaron un cuartel policial en la capital, saqueándolo e incendiándolo. La lucha ha continuado esta semana con paralizaciones del transporte y otros sectores de trabajadores, y nuevas movilizaciones.
El gobierno de facto del presidente Jovenel Moïse, originado en elecciones fraudulentas en 2017, carece de primer ministro con sanción parlamentaria desde la renuncia en marzo del primer ministro Céant, como consecuencia de las grandes protestas del Pays lock (País trancado) en febrero de este año. Repudiado masivamente, Jovenel Moïse es un cadáver insepulto, sostenido únicamente por las fuerzas de ocupación militar de la ONU, la Minujusth, y con el apoyo político del imperialismo a través del Core Group, integrado por representantes de la Secretaría General de la ONU, la OEA y la Unión Europea, así como de los gobiernos de EEUU, Francia, Brasil, Canadá, Alemania y España.
Luego del golpe de Estado de 2004 y la invasión yanqui, Haití ha estado sometido a la ocupación extranjera, primero a través de la Minustah con tropas mayoritariamente provistas por gobiernos “progresistas” latinoamericanos como el Brasil gobernado por Lula, la Argentina gobernada por el kirchnerismo, Bolivia, Ecuador, Uruguay, entre otros. Para este mes está previsto que se retiren las tropas del último contingente de ocupación, la Minujusth, y quede en su lugar el Buró Integrado de las Naciones Unidas en Haití (BINUH). El legado de 15 años de ocupación militar ha sido el de innumerables ataques a los derechos humanos, asesinatos, violaciones, la propagación de una mortífera epidemia de cólera y el sostenimiento de un régimen político ilegítimo y corrupto. Mientras el contingente militar de ocupación recibió miles de millones de dólares en esos años, la mayoría del pueblo haitiano carece de acceso regular a electricidad y agua potable, enfrentando toda clase de privaciones.
La crisis económica se agrava, la pérdida del valor de la moneda nacional, el gourde, ha sido de alrededor de un 50% desde 2017, la inflación de este año se calcula que rondará el 20%, a lo que se suma una creciente escasez y carestía de los combustibles. El débil e ilegítimo gobierno sigue intentando avanzar con el ajuste del FMI, cuya implementación fue revertida luego de las jornadas de julio del año pasado.
Ya desde el primer estallido de la rebelión se exigió la salida del gobierno. Cada ataque represivo ha sido respondido con mayor radicalización de las protestas. Un mes después de las protestas contra el aumento de los precios de los combustibles, de hasta un 51%, surge el movimiento contra la corrupción e impunidad de Petrocaribe, bajo la consigna ¿Dónde está el dinero de Petrocaribe? Ha de recordarse que el gobierno venezolano entregó entre 2006 y 2017 casi cuatro mil millones de dólares en subsidios petroleros al régimen haitiano, de los cuales se cuestiona el uso de alrededor de la mitad. Pero el gobierno de Maduro, lejos de condenar la corrupción en el uso de los fondos, avaló los manejos del régimen haitiano e incluso Maduro recibió a Jovenel Moïse en noviembre de 2017 en Caracas para suscribir nuevos acuerdos. Posteriormente la relación se distanció por el alineamiento del gobierno haitiano con Trump y la suspensión de los envíos de petróleo a Haití como consecuencia de la caída de la producción petrolera venezolana. Nuevas protestas masivas en octubre de 2018 obligaron a Jovenel Moïse a destituir a gran parte de la cúpula gubernamental señalada en los informes sobre la corrupción, pero ello no aplacó la rebelión popular. En noviembre hubo nuevas protestas masivas, pese a que la represión asesinó al menos a 17 personas, seis de ellas arrolladas por un vehículo oficial.
Ante cada jornada de protesta y represión, las declaraciones de los voceros de las fuerzas de ocupación de la ONU y del Core Group han consistido en felicitaciones a los cuerpos policiales que han participado en la represión, condenas a las protestas y llamados al diálogo y la negociación entre el gobierno y la oposición parlamentaria. Incluso en febrero de este año, mientras el gobierno asesinaba a quince manifestantes, el Core Group insistía en felicitar por su “profesionalismo” a los represores. En la última ola de luchas, tanto el Core Group como la Minujusth se han reunido con representantes de la oposición parlamentaria para procurar un acuerdo con el gobierno. La mayoría de la población repudia tanto al gobierno y la ocupación e injerencia imperialista, como a la oposición parlamentaria, cuyos dirigentes y partidos también están involucrados en la corrupción de Petrocaribe. Acuerdos por arriba no pueden desmovilizar al pueblo.
Mientras el imperialismo intenta lograr que Jovenel Moïse culmine a cualquier costo su mandato fraudulento, desde la oposición se intenta impulsar un gobierno transitorio de unidad nacional. En esa política coinciden sectores de la oposición parlamentaria, como el Sector Democrático y Popular, la mayoría de los empresarios del Foro Económico Privado, o el Foro Patriótico por un Acuerdo Nacional. De hecho, se ha conformado una Comisión de Facilitación de la Transición con ese objetivo.
Han sido las masas heroicas las que han herido de muerte al gobierno antipopular y antiobrero del PHTK y han abierto la posibilidad de que Haití tome un curso distinto. Debemos llamar a la solidaridad urgente de la izquierda y el movimiento obrero latinoamericano y caribeño con la rebelión haitiana, y contra la injerencia imperialista. Al mismo tiempo llamar a los trabajadores, campesinos y sectores populares a mantener la independencia política, más allá de la unidad táctica que pueda haber con otros sectores opositores para derrotar al régimen del PHTK.
Si la movilización permanente logra la derrota del gobierno, deberían asumir el poder las organizaciones de las propias masas movilizadas, sin corruptos ni explotadores. Si no se lograra conformar un gobierno de las organizaciones populares y obreras, y se impone una transición política bajo la figura de un gobierno de unidad nacional es fundamental que ese intento de recomponer el poder capitalista sea confrontado con el desarrollo de un poder obrero y popular autónomo, que siga luchando por un gobierno obrero y popular y que postule una salida a la crisis que contemple el desconocimiento de la deuda externa, que exija reparaciones por las ocupaciones militares yanquis y los crímenes del colonialismo francés, que imponga cárcel para los corruptos de Petrocaribe y la recuperación del dinero robado para que se invierta en salud, educación, aumentos de salarios y la producción agrícola nacional; por la disolución de los cuerpos represivos y su sustitución por la autodefensa popular.
¡Fuera Jovenel Moïse y los corruptos de Petrocaribe! ¡Basta de injerencia imperialista! ¡Solidaridad del movimiento obrero y la izquierda latinoamericana y caribeña con la rebelión del pueblo haitiano!
Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores – Cuarta Internacional
4 de Octubre de 2019