La Voz de los Trabajadores
Conversamos con Jesús Núñez, dirigente de la Unión de Trabajadores Cañeros, antes de las elecciones fallidas de febrero. La vorágine de la crisis post electoral y luego el impacto en nuestro país de la pandemia mundial del coronavirus nos impidieron transcribir antes este importante testimonio. La publicamos ahora, pues ante la crisis cobra más fuerza el reclamo de que el gobierno reconozca las pensiones de los trabajadores cañeros.
¿En qué año comenzaste a trabajar en la industria del azúcar? ¿Cómo eran las condiciones de trabajo entonces y cómo son ahora?
Comencé a trabajar en 1980 en el Ingenio Río Haina. En aquella época, a pesar de que las leyes laborales eran muy desfavorables para la clase obrera, fruto de la lucha se conseguían muchas reivindicaciones, muchos derechos. Recuerdo que a los sindicalistas se les permitía asistir a cursos de formación, viajar a Cuba. Había represión, pero el movimiento contaba con organizaciones sindicales con orientación de izquierda, había confianza de la clase trabajadora en sus organizaciones, cosa que ahora no ocurre. Las centrales sindicales se han ido al lado del gobierno y abiertamente han apoyado hasta a sus candidatos. En materia de las condiciones laborales en el campo, las cosas siguen igual.
¿Cuáles son los principales problemas de la clase trabajadora del campo?
Hay una semiesclavitud, hay un gobierno que ha asentado más su política racista y discriminatoria, principalmente contra los trabajadores inmigrantes haitianos de las plantaciones cañeras y también en otros renglones de producción. Por ejemplo, ves el caso de los picadores de caña, que algunos calculan que son 31 mil, nosotros calculamos que son 41 mil, por ahí. Hay diferentes áreas, picadores de caña, boyeros, carreteros, vagoneros, sembradores, fumigadores. Esas condiciones de semiesclavitud están ahí de manera permanente. Central Romana, por ejemplo, tiene 101 bateyes, hay 87 que no tienen energía eléctrica, los sanitarios que hay son tipo letrina, no hay centros médicos, pocas escuelas, y donde hay es hasta cuarto curso que llegan, y de ahí en adelante tienen que trasladarse los estudiantes hasta tres y diez kilómetros diarios a pie. Muchos consiguen su bola, que les dan, pero no tienen transporte.
Hay bateyes que han sido agrupados, por ejemplo uno de los más grandes que se llama Palo Bonito, es un barrio grande, la población es de mil y pico de personas, otros tienen una población de cien o doscientas personas. Y todo el que vive en esas casas tiene obligatoriamente que trabajar, si no lo echan para afuera. Tienen un control de vigilancia, una guardia de Central Romana, un cuerpo de seguridad. Los trabajadores cañeros siguen sin protección social, no tienen pensión, no tienen seguro médico.
¿Qué ingresos perciben estos trabajadores?
Una tonelada de caña ahora la están pagando a 196 pesos, el equivalente a tres dólares y algo para los que cortan la caña, y se puede conseguir entre dos y cuatro toneladas diarias, pero es un trabajo en equipo, pican la caña, la cargan a la carreta y el carretero tiene que llevarla al punto de tiro. Es un trabajo esclavizante. Romana tiene más de cuarenta cortadoras de caña pero esas cortadoras usan gasoil, usan un operador que hay que pagarle más, usan mecánicos, entonces a ellos les beneficia más tener a trabajadores que pican la caña al ras, la cortadora la pica a un pie, entonces para la empresa usar la mano de obra inmigrante haitiana es un ahorro, todos los picadores de caña son haitianos, ahí no trabajan dominicanos. Cuando no es el período de zafra se quedan trabajando en labores agrícolas. Algunos regresan a Haití y vuelven para la zafra en operaciones coordinadas entre las empresas y el Estado, en la madrugada pasan las guaguas llenas de picadores de caña.
A un sereno se le pagan 300 pesos diarios. Hay trabajadores cañeros que hacen cultivos por tareas, a esos se les paga otro tipo de salario, de menos de 400 pesos diarios.
¿Desde hace cuánto tiempo vienen luchando por las pensiones, el reconocimiento de quienes han dedicado su vida al trabajo de la caña?
En noviembre del año 2008 nos reunimos con los cañeros de la periferia de la capital, específicamente Palavé, Caballona, Lechería y Bienvenido, y les planteamos que íbamos a luchar por mejores condiciones de vivienda. En enero de 2009 nos reunimos y nos plantearon que tenían un problema, habían solicitado la pensión y no se las habían dado. Entonces dijimos: vamos a hacer la lucha también por la pensión. Pero para ellos lo que más les convenía era la lucha por la pensión, ya no el problema de la construcción y reparación de viviendas. El 24 de febrero lanzamos la primera movilización por las pensiones de los cañeros. Duramos sin pensión hasta el año 2012, hicimos 81 marchas en la parte frontal del Palacio Nacional y unas 34 en la Dirección General de Jubilaciones y Pensiones y logramos que el presidente Leonel Fernández por primera vez otorgara pensiones, la mayor que se ha otorgado hasta ahora en el país, 2185, de esas 608 eran de inmigrantes haitianos. Continuamos la lucha y antes de salir del poder dejó preparado el otro decreto con 1028 pensiones, que Danilo Medina aprobó, 200 dominicanos y el resto inmigrantes haitianos. Luego conseguimos 900 por resolución y después hemos conseguido decenas. Más de cuatro mil pensiones en total, el movimiento ha sido exitoso. Por eso el décimo aniversario nuestro se tituló “Luchas y éxitos”, porque hemos luchado mucho y también hemos tenido éxito. Pero el movimiento siempre ha sido fuerte.
¿Cuántos trabajadores actualmente tienen pendiente el reconocimiento de su pensión?
Son alrededor de 6800 que hay actualmente, tanto trabajadores dominicanos como haitianos. El gobierno dominicano cuando privatizó las empresas estatales, que eran 29, en el caso de la industria azucarera tenía dos ingenios, pero dejó a más de 50 mil trabajadores sin sus prestaciones y pensiones. Ahora tenemos más de 13 mil trabajadores inmigrantes haitianos de más de 60 años que no han solicitado su pensión, porque ya el nuevo reglamento de la regularización no se lo permite. En este país los trabajadores cañeros vinieron bajo un contrato, no podíamos, como pretendía el gobierno, meterlos en el proceso de regularización, hay que pagarles bajo la modalidad que se trabajó, se trabajó con la ficha del ingenio. Entendidos en la materia en ese caso le ganamos la batalla al gobierno, por eso el gobierno le dio la residencia permanente a los trabajadores cañeros que cobran una pensión y no les pidió ni pasaporte ni cédula dominicana ni acta de nacimiento de Haití. Ellos vinieron bajo un contrato y se les descontó sus cotizaciones del seguro social.
Había algunas ONG que tenían otro discurso, pero nosotros dijimos: no nos metamos en ese discurso de esas ONG que están en otra cosa, que tienen acuerdos con instituciones internacionales y también con el gobierno, especie de tripartitos, pero nosotros no podemos meter a la familia cañera en eso. Porque ellos vinieron a trabajar a ingenios, los pusieron a vivir en bateyes y les descontaron el seguro social, nosotros les buscamos las historias médicas desde el año 1968 hasta esta fecha. Esos trabajadores cañeros antes, cuando tenían un accidente laboral en un ingenio, fuera dominicano o haitiano, de una vez lo traían al hospital, porque era un recurso importante, para seguir cortando caña. No era porque le dolía a Trujillo o a Balaguer o a Jorge Blanco, el machetazo que ellos se dieron, no, era porque ese hombre era importante, espérate, a ese hombre había que llevarlo al médico, curarlo para que se sane lo más rápido posible y vuelva al corte. Entonces esas historias médicas nosotros las buscamos al gobierno y nos fajamos en la mesa y le ganamos la batalla y a 3709 trabajadores que cobran la pensión se les reconoció la residencia.
¿Cuándo surge la Unión de Trabajadores Cañeros? ¿Tiene reconocimiento formal?
Nosotros no tenemos reconocimiento formal, nosotros creemos en las masas reclamando su derecho, no tenemos esa legalidad, nos han preguntado hasta para donarnos vainas. No somos ONG tampoco. Surgimos en 2008 y nuestras primeras luchas fueron en 2009 por las pensiones. También tenemos miembros que son trabajadores activos, sus esposas y sus hijos, porque padecen los mismos problemas. ¿Qué tiene un cañero, que tiene la esposa del cañero? Nada. ¿Tienen seguro médico? No. ¿Tienen contrato? No. Es decir, estamos hablando de una exclusión, de una verdadera discriminación. Aquí la izquierda dominicana no ha entendido que los cañeros son el proletariado más explotado del país. Entonces la izquierda dominicana tiene un problema, que también ve esa lucha como aislada, como que es otro sector. No. De nosotros se aprende, porque somos una coordinación a nivel nacional, donde el equipo de coordinación tiene sus responsabilidades con los coordinadores de los bateyes, y nuestras medidas de seguridad, porque el gobierno ha querido dividirnos. A través del sector cristiano evangélico nos han querido martillar. Todos los bateyes de la República Dominicana tienen iglesias y ese sector te quiere neutralizar. Hay cristianos que nos han dicho a nosotros “yo soy cristiano, yo no puedo marchar”. Y les decimos, si usted quiere su pensión usted tiene que luchar, porque nosotros no somos evangélicos, eso de “Dios te bendiga”, nosotros prohibimos eso en nuestra institución, nosotros decimos: cuando usted llegue diga “Compañero, ¿cómo estamos?, viva la lucha de los cañeros, sin cañeros no hay azúcar, vamos a combatir”. Ese es nuestro saludo. Nada de “que Dios te bendiga”, cuidado.
Romana tiene bateyes que las casas son todas de madera, pero hay una iglesia que se la permiten construir. Ahora, si el pastor va a reclamar un derecho laboral, como por ejemplo un caso de un trabajador que le pasó una carreta por arriba, y va a reclamar las prestaciones laborales para la familia, le dicen al pastor: “No pastor, nosotros le permitimos construir una iglesia, no para que venga aquí a luchar, tenga cuidado, los jefes se ponen guapos”.
Las centrales sindicales tampoco han asumido la defensa de los trabajadores de la caña, incluso en algunos casos les descuentan una cotización y a pesar de eso no los defienden. ¿Cuál es el papel que cumplen las centrales sindicales?
Ya las centrales sindicales de República Dominicana no tienen un rol protagónico, clasista, revolucionario. Sus representantes hasta son funcionarios, por ejemplo Gabriel del Río es un funcionario de la seguridad social, sus familiares también. Jacobo Ramos de la CNTD es funcionario. Tienen comodidades, han conseguido visa para EEUU. Ya las centrales no asumen su papel de defensa del trabajador en contra de los patronos.
Hemos visto en la prensa a Pepe Abreu criticando que la Unión de Trabajadores Cañeros hiciera activismo sindical en lugares donde ellos tienen presencia. Eso tiene que ver con la libertad sindical, porque si hubiera libertad sindical cualquier corriente podría hacer activismo en cualquier centro de trabajo, no habría exclusividad, pero ellos asumen que hay lugares donde no debe entrar ninguna otra corriente.
La Unión de Trabajadores Cañeros ha desplazado a esa gente. Ellos eran anteriormente los monstruos en los bateyes, de los trabajadores que les cotizan. Nosotros somos hoy en día la referencia. El Sindicato Unido de la Central Romana es un sindicato patronal, el jefe de ese sindicato es el que me manda a meter preso. En el área dónde el nació yo no puedo entrar, yo entro de noche obligatoriamente, de día me agarran preso.
El Central Romana es un gobierno dentro de otro gobierno. Tienen demasiado poder, tienen ingenios, Casa de Campo. Tienen más de tres mil querellas en los tribunales pero nadie les gana un caso, porque los jueces y los fiscales son de esa gente, los abogados se venden. Trabajar ahí no es fácil, pero nosotros tenemos organizados trabajadores en todos los bateyes. Donde más acentuado está el trabajo semiesclavo es en Central Romana, donde a los trabajadores los sacan a las 5 de la mañana y los regresan a las 9 de la noche. Es una explotación descomunal y las autoridades del gobierno calladas.
De la clase trabajadora dominicana un componente importante es el trabajador inmigrante, es un componente del PIB, de la economía. Cuando los sindicatos no los toman en cuenta, eso le hace el juego al gobierno y a los empresarios. Pero ustedes afilian tanto trabajadores dominicanos como haitianos, ¿se puede decir que es un ejemplo de integración?
Claro. El problema que se da es que la izquierda que tenemos es haragana, tiene muchos teóricos pero de poca producción intelectual. Si te fijas, quienes escriben mucho son ex izquierdistas, no son tipos activos. En segundo lugar, la izquierda acá y en muchos países, y el sector sindical, han sido doblegados por la política del capitalismo neoliberal. Aquí esas centrales sindicales reciben millones de pesos, pero está organizado alrededor del 5% de los asalariados, diría yo. Entonces viven de lo que el gobierno les suple. El sector inmigrante de trabajadores pasa mucho trabajo con esos dirigentes sindicales, les hablan mentiras, los meten en seminarios. Cuando llevan sus reclamos de que nos les pagaron o no les dan prestaciones, entonces ellos comienzan a hablar pero los duermen en cursos. Nosotros participamos en todos esos escenarios de cursos y talleres, pero hay que tener cuidado, vamos a un análisis de coyuntura y ¿nos sirve para salir para la calle? No, dos semanas después te vienen con otro análisis.
La única organización que toca permanentemente los símbolos del poder somos nosotros, vamos al Palacio Nacional, al Congreso, Ministerio de Hacienda, entendemos que son los responsables del hambre y la miseria de los cañeros. Ahora se les está vendiendo a la población la idea de que alguien siendo diputado va a resolver los problemas, ¡no! Las luchas no se hacen con representantes, se hacen con las masas. El gobierno me critica que yo siempre vengo con gente. Yo no ando solo, porque cuando ando solo me cogen de relajo, “ven ahorita”, “ven la semana que viene”, y nunca resuelven.
¿Crees que el problema del racismo divide a la clase trabajadora?
Hay gente que defienden a los trabajadores y tienen síntomas discriminatorios y racistas. Y nosotros vamos a demostrar que vamos a crear una central de trabajadores nacionales e inmigrantes que los va a colocar a ellos en un rincón. Que incorpore a los coqueros, los trabajadores de la construcción.
¿Cómo fue tu experiencia como candidato a diputado?
Yo fui candidato por Alianza País, pero más nunca me meto en eso. Para meterse en eso hay que tener recursos. Estuve a punto de ganar, pero faltaron los recursos. Fue importante la participación pero hay muchos problemas de mediocridad, políticos e ideológicos. La política y la ideología tienen que ir como los pedales de la bicicleta, no puede ir uno adelante.
¿No crees que los trabajadores deben tener su propio partido su propia expresión política independiente?
Claro que sí, esa es mi lucha. Obligatoriamente tenemos que organizarnos en los barrios. El tema de la seguridad social es a lo que el gobierno le tiene miedo. En Santo Domingo Norte hemos hecho reuniones con centenares de personas, para discutir la seguridad social, seguros médicos, y otras reivindicaciones. Hay que traer la experiencia de los bateyes y crear asambleas en los barrios, para que la misma gente sea la vocera, que la señora que se llama Machepa, esa sea la vocera, no Francisca Peguero o fulana. Que sean ellos, crear esas voces nuevas.
Este movimiento está concebido para la resistencia, la confrontación, la lucha. Lo estatuido en las leyes no significa derechos del pueblo, todo lo que se ha conseguido ha sido bajo sangre y fuego. El primero de mayo mucha gente fue fusilada, para nosotros tener esta libertad ha habido muchos fusilamientos, encarcelamientos, desapariciones, toda América y el mundo estuvo lleno de dictaduras.
Has visto que en Ecuador, Chile, en Haití, ha habido grandes rebeliones desde el 2018. Los chalecos amarillos, la juventud de Hong Kong, ¿en cualquier momento podría haber un levantamiento popular aquí, que se contagie la rebeldía que recorre el mundo?
Sí, pero hay que entender dos cosas, la izquierda y el movimiento popular están dispersos, desorganizados. El caso de Marcha Verde es patético. En segundo lugar, hay muchos comités de solidaridad con Bolivia, con Cuba, con Venezuela, pero muy poco con Haití. Porque la izquierda siempre mira para allá, no mira para acá. Son problemas que hay que superarlos.