Por Partido Socialismo y Libertad
A partir de la madrugada del 3 de mayo ex militares y ex policías venezolanos, acompañados por mercenarios yanquis, fueron capturados o asesinados intentando una incursión armada en territorio venezolano. Habría al menos diez personas detenidas y ocho habrían muerto, según la versión oficial. Una embarcación fue detectada frente al pueblo de Macuto, otra frente al pueblo de Chuao, y las detenciones restantes fueron realizadas en Puerto Cruz, todas localidades de la costa central, en los estados de La Guaira y Aragua.
Las primeras reacciones de gran parte de la población fueron de incredulidad. Algo entendible dada la propensión del gobierno a fabricar toda clase de montajes y las más increíbles teorías conspirativas para justificar todos los problemas del país, de los cuales nunca es responsable. Sin embargo, con el correr de las horas, los hechos quedaron en evidencia. Tanto el ex boina verde yanqui Jordan Goudreau, dueño de la empresa Silvercorp, contratista de seguridad, voceros de la llamada “Operación Gedeon”, y el mismo Juan Guaidó, reconocieron la acción. Incluso, periodistas afectos a la oposición patronal hicieron público el contrato con Silvercorp, para llevar a cabo esta operación, y el cual habría sido firmado por Guaidó. Este, después de contradecirse, ahora se deslinda de la acción pero no dice nada respecto al contrato que firmó.
Las comparaciones entre la invasión de Bahía de Cochinos por parte de mercenarios al servicio de EEUU en la década del 60, realizadas con insistencia por el gobierno de Maduro, carecen de la menor seriedad. En este caso se trata de una operación muy limitada, de características aventureras, que refleja la desesperación de sectores desclasados de la derecha patronal venezolana, dirigida de manera temeraria por un mercenario, y financiada por capitalistas que apuestan a la remota posibilidad de obtener ganancias económicas, de ser exitosa su incursión.
Desde el Partido Socialismo y Libertad rechazamos toda acción aventurera, aislada de los trabajadores y el pueblo, así como la injerencia de cualquier país o potencia extrajera, o en este caso, de un mercenario estadounidense que pretenda erigirse en “salvador” del país.
El desastroso desenlace de esta acción, totalmente ajena a las masas populares venezolanas, era previsible. El gobierno está aprovechando la aventura frustrada para desarrollar una fuerte campaña propagandística en los medios “públicos” victimizándose, tratando de ocultar la masacre de medio centenar de presos en una cárcel de Portuguesa; los enfrentamientos entre bandas en barrios de Petare, y el hambre que pasan millones de personas en el marco de la cuarentena.
Asimismo, fortalece sus dispositivos de represión y control social contra el pueblo trabajador, que ya ha soportado siete años de la peor crisis económica y social de su historia moderna, así como el ajuste brutal del gobierno, todo agravado por la pandemia del coronavirus y las sanciones yanquis. Este nuevo fracaso demuestra que el pueblo venezolano sólo cuenta con sus propias fuerzas para reconquistar sus derechos democráticos conculcados, el derecho a la alimentación y a un salario digno, a elegir su propio gobierno y a organizarse de manera independiente tanto respecto a la oposición patronal como al gobierno hambreador de Maduro.
En la actual coyuntura, de colapso de los servicios públicos y escasez de gasolina, hambre generalizada y abusos represivos del gobierno aprovechando la pandemia y la aventura fracasada de Goudreau, exigimos la liberación de los presos políticos, muchos de ellos con problemas de salud como el dirigente sindical Rubén González o el preso político obrero Rodney Álvarez, lisiado luego de atentados contra su vida en la cárcel.
Exigimos el levantamiento de las sanciones yanquis que agravan el sufrimiento de millones de venezolanos, originado por el ajuste antipopular del régimen cívico-militar. Y llamamos al pueblo trabajador a seguir resistiendo y organizándose para tomar su destino en sus propias manos.
6 de mayo de 2020