El impacto mundial de la aparición del coronavirus es innegable. El epicentro de la epidemia es China pero se ha expandido a 76 países. Se debate si no se está exagerando en su peligrosidad. Pero hay otros interrogantes tan o más importante. El mundo capitalista y sus gobiernos: ¿Están preparados para responder eficazmente a la emergencia sanitaria? ¿Por qué también crecen el cólera, el ébola o el dengue? China está semiparalizada. Se verá afectado el comercio mundial y habrá una nueva caída de la producción. Menos salud y más miseria para los pueblos.
En los primeros días de marzo existían más de 95 mil casos de coronavirus en el mundo. Por fuera de China los centros son Corea del Sur (5 mil infectados), Italia (más de 3000) e Irán (2400). Se ha abierto todo tipo de debates. Hay quienes dicen que se exagera con la magnitud del coronavirus, citando que las muertes por gripe son mucho más alta. Lo cual es cierto. Cada año fallecen por gripe entre 290 mil y 650 mil personas, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) También es verdad que la tasa de mortalidad del coronavirus es baja. Por ahora habría unos 3.000 fallecidos en todo el mundo.
Los socialistas revolucionarios nos ubicamos lejos tanto de los apocalípticos como de los negadores. No somos expertos en ciencia médica. Pero la misma OMS y muchos calificados científicos del mundo señalan que todavía no se puede dar un veredicto final sobre los alcances de este virus. No está confirmado el origen y no hay todavía una vacuna. El jefe de la OMS, Tedros Ghebreyesus dijo, el 12 de febrero, “que esta epidemia puede ir para cualquier dirección”. Fue el anticipo de la posterior expansión mundial que en marzo llegaría a 76 países, incluido los Estados Unidos.
Pero, para los pueblos del mundo, el debate de fondo es otro. Hay que preguntarse: ¿por qué mueren cientos de miles por gripe? ¿por qué resurgen enfermedades erradicadas como el cólera o el sarampión? ¿por qué no se detiene la epidemia del ébola en Africa y surgen nuevos virus como el coronavirus? Todo esto tiene que ver con lo que es el capitalismo: un sistema injusto, irracional y para los ricos. El caldo de cultivo del crecimiento de las enfermedades es la miseria creciente, el hacinamiento, los cambios ambientales y los sistemas de salud basados en la ganancia del capital privado. Con el coronavirus se puso en evidencia, por ejemplo, la endeblez de la China capitalista. La dictadura del Partido Comunista de China (PCCH) censuró y reprimió al médico que hizo la primera alerta. Esa demora de un mes facilitó el agravamiento de la epidemia en China y en el mundo.
El pánico entre las masas lo crean los gobiernos capitalistas. Nadie confía en ellos y los sistemas de salud pública que están en crisis en todo el mundo. La política del sistema capitalista-imperialista, empezando por los Estados Unidos, es reducir la salud publica estatal para favorecer el negocio privado de salud (hospitales y sanatorios privados) y a las multinacionales de la industria farmacéutica. Existe un colapso de la salud pública mundial. Sólo en Italia, octava potencia mundial, se calcula que 9 millones de personas no pueden acceder a la atención de salud, ya sea porque no pueden pagarla o porque simplemente se ha suprimido el hospital de la zona.
Crecen el cólera, ébola, sarampión y dengue
Este colapso del capitalismo se expresa en la persistencia de las epidemias de cólera, ébola, el rebrote epidémico del dengue y la reaparición del sarampión.
Los investigadores calculan que cada año hay en el mundo entre 3 y 4 millones de casos de cólera, y entre 21 000 y 143 000 defunciones por esta causa*.
La actual epidemia de ébola en la República Democrática del Congo es la décima desde 1976 y la segunda más grave de la historia después de la de África del Oeste en 2014 -2016 (11.000 muertos en Liberia, Sierra Leona y Guinea). A octubre de 2019 se habían notificado en total 3197 casos, de los cuales 2136 casos habían fallecido (tasa global de letalidad del 67%).
En los primeros siete meses de 2019 se habían notificado 364.808 casos de sarampión en el mundo. Una enfermedad que se consideraba erradicada. Número tres veces superior al del mismo periodo de 2018 (129.239 casos). Teniendo en cuenta la fragilidad de los sistemas de vigilancia de muchos países, se estima que el número real de casos probablemente sea de 10 veces más.
En 2019 fueron reportados 3.139.335 casos de dengue, infección transmitida por mosquitos y causó 1.538 muertes. Brasil sigue siendo el país con más personas infectadas: 2.226.865. Hay un fuerte rebrote en Paraguay y Argentina. En el caso del VIH, aunque bajó un 33% la mortalidad desde el 2010, en 2018, por ejemplo, fallecieron 770.000 personas.
En el informe “Un mundo en riesgo”, elaborado por la Junta de Monitoreo de Preparación Global (GPMB), encabezado por Gro Harlem Brundtland, ex primera ministra noruega y directora general de la OMS, se dice que lamentan que los esfuerzos actuales para prepararse para estos brotes, como ocurrió con el ébola, son “extremadamente insuficientes” y que las recomendaciones realizadas en informes anteriores “fueron ignoradas por los líderes mundiales” (Infobae, 18/9/19).
Multinacionales, vacuna y el negocio de la salud
La crisis de la salud para los pueblos se ve agravada por la voracidad inhumana de la industria farmacéutica privada copada por grandes multinacionales. Para ellos las epidemias y las enfermedades son un buen negocio.
Por ejemplo, el ejecutivo Stephane Bancel del laboratorio norteamericano Moderna, después de que la compañía enviara una vacuna experimental contra el coronavirus al Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas americana para realizar pruebas clínicas en humanos, lo que impulsó la cotización de la compañía en bolsa, creció su fortuna personal.
Existe una disputa entre los distintos países capitalistas y, fundamentalmente de sus laboratorios privados, para lograr descubrir una vacuna por su cuenta y tener una patente para después vender ese producto. “El gigante farmacéutico británico Glaxo Smith Kline (GSK) ya empezó a elaborar un proyecto. La carrera es veloz y el primero se llevará el premio mayor” (Clarín, Argentina, 5/02/20).
A tal punto se ha llegado que el propio director de la OMS, el etíope Tedros Ghebreyesus, acusó a “algunos países ricos de estar muy retrasados de compartir información sobre casos de coronavirus, reclamando mayor solidaridad internacional para combatir la epidemia en China” (Clarín, 5/02/20).
La crisis del coronavirus la deben pagar los capitalistas
El sistema capitalista-imperialista y sus gobiernos no garantizan una respuesta adecuada a esta crisis humanitaria, que está afectando a millones. Toman medidas como suspender eventos deportivos o artísticos masivos. Fomentan el pánico para cubrirse de un mayor desastre sin ir a los problemas de fondo.
Los pueblos del mundo tienen que salir a reclamar a sus gobiernos verdaderas medidas de fondo ante la emergencia. Que los de arriba, los capitalistas, se hagan cargo. Hay que reclamar que se vuelquen fondos urgentes para aumentar sustancialmente los presupuestos de salud para atender la emergencia sanitaria. Fondos para, entre otras medidas, ampliar y mejorar las instalaciones sanitarias, dar aumento salarial a todos los profesionales de la salud, hacer nuevas contrataciones y que se den remedios gratuitos para todos. Que esos fondos salgan de altos impuestos progresivos a los grupos empresarios, al capital financiero y que se dejen de pagar las deudas externas. Por un sistema nacional de salud único y estatal, con consultas, tratamientos y medicamentos gratuitos pagados por el estado y administrado por los usuarios, médicos, trabajadores y profesionales del sector. Por la nacionalización de los laboratorios de especialidades médicas y que pasen a funcionar bajo el control de las y los trabajadores y científicos de la salud y la medicina.