Por una salida obrera e internacionalista
Los acontecimientos importantes ponen a prueba a las instituciones. La web oficial de la Unión Europea, en el epígrafe «Apoyo a la salud pública en Europa» dice que «La UE complementa las políticas sanitarias nacionales apoyando a los gobiernos de sus países miembros para alcanzar objetivos comunes, compartir los recursos y superar los retos compartidos”. La UE que hizo un plan central para salvar a los bancos, es incapaz de tener un plan sanitario para salvar a la gente de la pandemia. El desastre de la gestión de la crisis sanitaria del Covid-19 se completa con la rapiña de material sanitario entre estados, la prohibición de Francia y Alemania de venta de material a Italia en el momento más duro de la crisis… y ha demostrado que prevalece el «sálvese quien pueda»… la respuesta a la pandemia ha sido el cierre de fronteras.
De hecho, esta poca preocupación de la UE por la vida no es nueva. Mucho antes de la pandemia, lo venía demostrando con la política de inmigración, dejando morir en las fronteras a miles de refugiados/as, convirtiendo el Mediterráneo en una fosa común y persiguiendo las operaciones de salvamento de ONGs. Ahora ha tocado también a los de dentro de la UE. Ahora de nuevo, hemos visto a la Comisión Europea elogiando la política brutal del gobierno conservador de Grecia contra los refugiados («el escudo» de Europa) y también callando ante las expulsiones en caliente con una flota privada de pesqueros contratada por el gobierno de Malta para devolver migrantes a una Libia en guerra.
La Unión Europea es un club de estados al servicio del capital financiero y las grandes multinacionales. No hay reforma posible.
Las medidas que ha aplicado la UE ante la crisis se basan en que estados y empresas reciban créditos, es decir, se endeuden aún más. Han aprobado tres líneas de créditos a los estados: un fondo de garantía del Banco Europeo de Inversiones de 25.000 millones de euros para ayudar a que los estados generen 200.000 millones de créditos a empresas; otro fondo de reaseguro para ayudas a la suspensión del empleo o la reducción de jornada de hasta 100.000 millones de euros; un tercer crédito temporal del Mecanismo Europeo de Emergencia de hasta el 2% del PIB de cada estado. Además, como prevén un agujero enorme en el gasto público, se flexibilizan los topes de déficit público.
El Banco Central Europeo (BCE), por su parte, puso 750.000 millones de euros para que no falte dinero a los bancos, y para comprar deuda pública y privada. Pero la normativa de la UE obliga a que sea la banca privada la que compra la deuda pública y después el BCE la recompra a los bancos privados: negocio redondo para el capital financiero. En el caso de la deuda privada, en España son grandes empresas del Ibex, como Telefónica, Repsol, Naturgy, Abertis, Iberdrola…, que se refinanciarán su deuda con dinero público.
“Los gobiernos de Italia, el Estado español, Alemania u Holanda… todos están de acuerdo en salvar el capital privado a costa de endeudamiento público”
Incluso hablando de ayudas a empresas, en la UE hay estados de primera y de segunda. La Comisión Europea ha autorizado hasta ahora a los estados, créditos a las empresas por 1,93 billones de euros: de esta cantidad el 52% corresponde a Alemania, un 17% son las de Francia o Italia, y España por debajo del 2%. Profundizarán aún más las diferencias y la concentración de capital.
La crisis sanitaria agudiza la crisis capitalista. ¿Cómo se pagará este endeudamiento masivo? Los gobiernos de Italia o España piden que se hagan eurobonos, por los que a los estados más ricos les salga un poco más caro y menos a los demás. Alemania u Holanda no los quieren. Pero todos están de acuerdo en hacer recaer el salvamento del capital privado a costa del endeudamiento público que después harán pagar a los y las trabajadoras.
Romper con la UE desde el internacionalismo
Varias encuestas a mediados de abril ponían en evidencia el creciente rechazo a la UE en una Italia hundida en la pandemia: el 49% quería salir de la UE y más del 70% tienen una opinión desfavorable. Y es que en los peores momentos de la pandemia, Italia recibió más ayuda de países como China, Rusia o Cuba que de los socios de la UE, que sólo se dedicaban a acaparar material de protección en el mercado internacional. Todas las costuras de la UE han vuelto a crujir.
La UE es una maquinaria al servicio de los estados y de los intereses capitalistas y sus políticas generan rechazo entre la gente. El problema es que, si este rechazo no se canaliza por la izquierda, es la ultraderecha quien lo capitaliza, como hemos visto con el Brexit, con Salvini en Italia o con Marine Le Pen en Francia. Hay una continuidad entre el Brexit y el No a la constitución Europea en los referéndums de Francia y Holanda de 2005 y el No en el referéndum de Grecia contra los planes de la troika de julio de 2015. Si la izquierda no es capaz de llenar de contenido este rechazo, lo hará la extrema derecha.
“Enfrentar la pandemia exige la reconstrucción de la sanidad 100% pública y universal, y recuperar los servicios públicos”
Un sector del gran capital europeo siente que se acercan enfrentamientos de clase decisivos, y se envuelve con la bandera imperial para justificar el endurecimiento de la represión del estado e intentar provocar enfrentamientos en el seno de los y las trabajadoras.
Necesitamos enfrentar la Unión Europea, la Europa de los estados y del capital, desde el internacionalismo de clase. Necesitamos un frente europeo de la izquierda en ruptura con la Unión Europea y el capitalismo, que impulse la movilización y un plan de lucha, un plan de emergencia al servicio de los y las trabajadoras y los pueblos, y es tarea de la izquierda revolucionaria, internacionalista.
Enfrentar la pandemia exige la reconstrucción de la sanidad 100% pública y universal, y recuperar los servicios públicos. Poniendo recursos a la investigación y los laboratorios, liberándolos del interés de beneficio empresarial, nacionalizándola bajo el control de los y las trabajadoras. Necesitamos defender salarios y pensiones, detener los despidos, repartir el trabajo entre las manos disponibles sin reducción de sueldo. Regularizar todos y todas las migrantes. Prohibir los desahucios. Los recursos deben salir de los impuestos a las grandes empresas y del no pago de la deuda pública, para lo cual, precisamos de un frente de países deudores.
Nuestra lucha es por gobiernos de trabajadores y trabajadoras y por una Federación de repúblicas libres y socialistas en Europa.
14 de mayo de 2020
Lucha Internacionalista