Historia de una crisis
Apremiados por el desempleo, la pobreza y hasta el hambre, miles de trabajadoras y trabajadores comenzaron hace unos meses una campaña en las redes. De forma virtual, exigían que las AFP devolvieran el 10% de los fondos ahorrados a cada cotizante. Una demanda que parecía imposible.
Las escuálidas respuestas del gobierno, que fueron el motor de esta campaña, generaban la creciente inquietud de cientos de miles de familias. A principios de mayo, una jornada de movilizaciones contra el hambre terminó con una noche de protestas. Hoy en Chile la cantidad de contagios se aproxima a 350.000, las muertes por coronavirus, a la fecha, son alrededor de 13.000 y se comienzan a sentir los efectos de la brutal crisis económica. Las cifras de desempleo, pobreza y hambre hicieron retroceder al país a las condiciones de principios de los años ’80.
Este antecedente abrió una brecha que ha terminado por transformarse en una gigantesca grieta entre el Congreso y el gobierno de Piñera. Ambos, junto al empresariado, temen un segundo estallido social. Pero, por primera vez, diputadas y diputados de la oposición patronal, junto a un sector de diputados de derecha, se han rebelado contra la línea impuesta por la Moneda (casa de gobierno).
“No existen los suficientes recursos públicos para contener el hambre, la pobreza y el desempleo, es momento de echar mano a otros recursos”, dijo un diputado de derecha que votó a favor del retiro del 10 por ciento. Una frase común en estos días en ambas Cámaras, sin embargo, muestra la crisis. El propio Piñera presentó dos planes de ayuda para la “clase media”, junto con una campaña pública llamando a rechazar el retiro de fondos de pensiones.
La propia coalición de gobierno se dividió frente a una demanda que parecía imposible hace unos meses. Hoy esa división ha devenido en una guerra civil dentro de la derecha pero, sobre todo, un golpe en toda la línea de flotación del gobierno. Ni siquiera su propio sector lo cree capaz de contener el descontento, y muchos ya ni siquiera disimulan que no quieren amarrar su suerte a la del gobierno de Piñera, que profundiza su crisis a cada paso.
La aprobación de esta ley en la Cámara de Diputados es la punta del iceberg de una crisis mayor. ¿Cómo detienen Piñera y el gran empresariado el avance de esta demanda? Podrían frenarla en el Senado, pero un día antes de la votación en Diputados hubo un cacerolazo nacional, con barricadas y algunos saqueos, e incluso un paro nacional portuario de media jornada. El olor a otro estallido quedó impregnado en los pulcros trajes de “las y los ilustres”. Además, cinco senadores de derecha, incluso declarados pinochetistas, han dicho que votarán a favor para evitar las consecuencias de una nueva movilización.
Piñera, solo y acorralado, aparece como el gran enemigo de las masas, como el defensor férreo de las odiadas AFP. Le queda un solo camino, vetar la ley. Sin embargo, desde el mismo gobierno ya anuncian que ese camino será sin duda la chispa que encenderá un incendio, y esta vez ya no están tan seguros de poder controlarlo. Si la ley se termina aprobando, será un golpe mortal a Piñera y su poder en un régimen presidencialista. Si la veta, sellará su suerte y la de su gobierno. El presidente tiene todas las de perder en todos los escenarios posibles.
Por el retiro del ciento por ciento
Desde el MST, sección chilena de la UIT-CI, nos hemos sumado a las movilizaciones que han surgido espontáneamente por la aprobación de esta ley. Proponemos que no vamos solo por el 10 por ciento. La fuerza de las masas sigue en pie, y aunque afuera de las calles por la pandemia, la sola insinuación de un nuevo estallido ha provocado una importante crisis en el gobierno y el régimen político.
¿Por qué quedarnos con esta demanda? Nosotros y nosotras, en el MST, proponemos que las AFP devuelvan el total de los fondos de pensiones. Que termine el sistema privado de jubilación que ha demostrado ser una calamidad para millones de jubilados y jubiladas. En su reemplazo, instaurar un sistema de reparto solidario y tripartito bajo control de jubiladas y jubilados, trabajadores y trabajadoras.
Para evitar que el pueblo y la clase trabajadora paguemos la crisis capitalista debemos ir más allá. Llamamos a construir una coordinación nacional entre sindicatos, asambleas territoriales, organizaciones estudiantiles, feministas, populares y políticas. Por un plan de lucha nacional y un petitorio único que incluya un plan económico de emergencia obrero y popular votado por las bases.