El panorama de destrucción del que es responsable Erdogan, afecta más y más todos los aspectos de la vida del pueblo trabajador turco. La situación económica es grave.
Lo que describimos como desempleo alcanzó los 18 millones de personas. La nueva alza de la moneda extranjera significa más aumento del costo de vida y más pérdida salarial. La economía se contrajo un 10% en el segundo cuarto del año, aún de acuerdo con cifras oficiales que perdieron su credibilidad hace ya largo tiempo. La pobreza y el colapso económico sin precedentes está disolviendo la base de la coalición del régimen de Erdogan y la Alianza del Pueblo (AKP). Erdogan, incapaz de producir consenso, trata de alargar su vida a través de mentiras y a través de políticas de agresión y opresión.
Erdogan recurre a mentiras y “buenas noticias” para cubrir la destrucción de la economía. Ni los datos oficiales de inflación y desempleo ni los de coronavirus anunciados por el gobierno son creíbles. Los altamente inteligentes gerentes económicos del régimen deben estar conscientes de este descreimiento, ya que están tratando de fortalecer sus mentiras sistemáticas presentando “buenas noticias”. Aunque sus esfuerzos al anunciar “buenas noticias” sobre “buenas noticias” son admirables, estos esfuerzos escasamente producen el resultado esperado. Por ejemplo, el efecto de reconvertir Santa Sofía en mezquita duró poco en la opinión pública. De ahí una nueva edición de las “buenas noticias” anunciando que milagrosamente se descubrieron depósitos de gas natural en el Mar Negro. Obviamente, ¡a nadie le importa mencionar el hecho de que el costo de extracción de este depósito es casi igual al ingreso que se espera obtener con él! Las tensiones en el Mediterráneo Oriental, nuestra “defensa de la patria azul” y “éxito militar” se ubicaron en la cima de la agenda cuando la “buena noticia” del gas natural falló en lograr el esperado impacto positivo en la economía.
Erdogan ha desarrollado una política exterior agresiva, expansionista y aventurera por largo tiempo. Por un lado, esta política alimenta el discurso de la “supervivencia” y apunta a crear apoyo social instigando la histeria nacionalista y chovinista. Por el otro, permite a Erdogan declarar que cualquier clase de oposición social en su contra es “traición”, por lo que se legitima el uso de políticas represivas. Más aún, áreas nuevas de expansión en empresas de armamento, construcción y energéticas que florecieron bajo el ala del régimen se están buscando actualmente.
Hay que leer la última tensión con Grecia como parte de este proceso. Erdogan ni siquiera mencionó la posibilidad de una vía diplomática para la explotación de los depósitos de petróleo y gas natural del Mediterráneo Oriental. Eligió enfrentarse a Grecia, Egipto y Chipre del Sur, y comenzar a incrementar su actividad militar en el Mediterráneo Oriental. Políticas similares fueron implementadas como por los gobiernos burgueses de Egipto, Grecia y Chipre del Sur y por el estado sionista de Israel, que continúa saqueando los recursos de Palestina. Más aún, los estados imperialistas como Francia, EE. UU e Italia se involucraron en el proceso inmediatamente para obtener su tajada de recursos en la región. Por lo tanto, nos enfrentamos a políticas de agresión que todos los gobiernos burgueses de la región aplican para beneficiar a sus propios capitalistas y multinacionales.
Los pueblos de la región no tienen interés en estas políticas agresivas y expansionistas de los gobiernos regionales, incluido el régimen reaccionario de Erdogan. Toda la riqueza de la región debería ser usada para beneficio de la clase trabajadora y los sectores populares de la región. Debería ser compartida con ellos de manera fraternal. Sin embargo, no es posible argumentar esto cuando se trata de depósitos de petróleo y gas natural en la región, para lo cual se avientan vientos de guerra. Estos recursos naturales, que requieren una gran inversión, no le sirven a la humanidad o a la naturaleza. Ya que el calentamiento global está arrastrando al mundo entero a la extinción. Necesitamos volcarnos a recursos renovables y energía limpia que serán más que suficientes para los pueblos del Mediterráneo con una apropiada inversión tecnológica, y no más combustibles fósiles. Sin embargo, los monopolios multinacionales del imperialismo y sus pequeños socios en la región lo único que quieren es saquearla. Por más ganancia capitalista son capaces de cualquier cosa, incluyendo arrastrar a sus pueblos a una guerra.
Debemos parar estas políticas de guerra de estos gobiernos que las promueven para obtener mayores ganancias y salvar sus poderes decadentes. Una salida real al régimen de Erdogan, que trata de mantener su poder a través del discurso de la “supervivencia”, las mentiras sistemáticas y las políticas represivas. es posible. Para ello, debemos ser capaces de postular una alternativa con independencia de clase a favor de la clase trabajadora, la naturaleza y la hermandad de los pueblos de la región.
Partido de la Democracia Obrera (IDP), sección de Turquía de la UIT-CI
4 de setiembre de 2020.