¡Basta de muertes evitables! ¡Defendamos óptimas condiciones de trabajo y el sistema estatal de salud!
La actual pandemia generada por el nuevo coronavirus ha producido en todo el mundo un millón de muertes y más de 34 millones de contagios confirmados. El continente americano, solamente sumando los decesos de Estados Unidos, Brasil, México, Perú, Colombia, Chile y Argentina, proporciona la mitad del total mundial.
La criminal y anti científica política negacionista de la pandemia sostenida por Donald Trump y Jair Bolsonaro, en primer lugar, pero también por otros gobernantes, es principal pero no única responsable de estas cifras aterradoras. También lo es la pertinaz negativa de los gobiernos a invertir en métodos generalizados de rastreo epidemiológico y a apoyar económicamente de manera adecuada a la población aislada.
Por esta razón han sido las trabajadoras y los trabajadores y los sectores populares los más duramente castigados. Basta mirar las cifras de los barrios populares de grandes ciudades como Río de Janeiro, Bogotá, Santiago, Guayaquil, La Paz, Santa Cruz de la Sierra, Lima y Buenos Aires que concentran la mayor proporción de víctimas. De la misma manera que en Nueva York y Chicago, la población afroamericana y trabajadoras y trabajadores inmigrantes latinos han aportado la mayor proporción de decesos.
La pandemia ha puesto también a la vista, el deterioro de los sistemas de salud, producto de las políticas de ajuste, que impulsadas por el FMI y el Banco Mundial, fueron impuestas por todos los gobiernos. Estas políticas básicamente constan de dos aspectos. Uno es el ahogo presupuestario y la desinversión del sistema público de salud para destruirlo. El otro es la tercerización y privatización del sistema para convertirlo en un territorio más de generación de renta del capital con la consiguiente corrupción generalizada del mismo.
Estas políticas invierten la lógica de los servicios de salud que, en lugar de ser puestos al servicio de la población guiados por criterios científicos, sociales y epidemiológicos, son encaminados a la búsqueda de la ganancia capitalista en desmedro de esas necesidades. Un ejemplo dramático es la actual disputa por el monopolio de la vacuna que dispersa los recursos en lugar de concentrarlos en una investigación colaborativa internacional, retrasando de esa manera el momento en que la humanidad podría disponer de esa herramienta para combatir la pandemia.
Las políticas de ajuste en salud significan para sus trabajadoras y trabajadores un aumento aún más brutal en la explotación a que son sometidos. Las relaciones laborales precarias y la pérdida de la estabilidad en el empleo es un objetivo privilegiado de gobiernos y patronales, tanto en el sistema público como en el privado. Por esa razón, luchan contra los estatutos laborales y carreras hospitalarias donde los hay e impiden su concreción donde no los hay. Para bajar los salarios y eliminar las conquistas sociales se apela a la banalización de la atención de salud utilizando trabajadores sub capacitados y mecanismos como la telemedicina. De esta manera, en aras de la renta del capital, se sacrifica al equipo de salud calificado, estable y en formación permanente capaz de intervenir en el proceso de salud-enfermedad tanto de las personas como de las comunidades. Parte de la ofensiva contra los salarios es el ataque a las cajas de jubilaciones.
Nada de lo dicho hubiera sido posible si los gobiernos y las patronales no hubieran contado con el silencio cómplice –e incluso el acompañamiento- de los dirigentes sindicales burocratizados.
Esta ofensiva sobre el nivel de vida de las y los trabajadores de la salud ha pegado un salto en el marco de la actual pandemia. Ahora, también están amenazadas en forma directa su salud y su vida. Las cifras demuestran, en todo el mundo, que están aportando una importante cuota de contagios, enfermos y, desgraciadamente, víctimas fatales. Muertes que hubieran sido muchas de ellas evitables con el simple recurso de licenciar a quienes poseían condiciones de riesgo.
Las y los trabajadores de salud somos quienes hemos resistido, aunque con distintos resultados, estos planes de los organismos financieros internacionales ejecutados por nuestros gobiernos patronales. Hoy luchamos, además por nuestra salud y nuestra vida. Las y los trabajadores de salud hemos ganado las calles en muchos países resistiendo los atropellos y exigiendo mejoras.
En este camino debemos enfrentar también la burocracia sindical que actúa como una losa de cemento para impedir la lucha de las y los trabajadores. Por eso, gran parte de las luchas actuales se hacen también contra el freno de los dirigentes traidores y se adoptan distintas formas organizativas que permitan la expresión de las bases y sean aptas para centralizar y sostener el movimiento. La lucha por dirigentes independientes del gobierno y las patronales es parte fundamental de este movimiento.
Porque los planes de la patronal imperialista son globales, para todas las naciones, nos hemos reunido compañeros de distintos países para intercambiar nuestras experiencias y elaborar tácticas comunes, campañas internacionales y acciones concertadas para ayudar a desarrollar estas luchas.
En ese marco hemos resuelto
Apoyar todas las luchas de las y los trabajadores de salud para defender nuestras vidas con salarios dignos y condiciones de trabajo seguras garantizadas por comités de crisis de las trabajadoras y los trabajadores en los establecimientos. Contra la discriminación a las trabajadoras de salud ya sea por los salarios inferiores u otras formas.
Bregar para lograr la centralización de todos los recursos públicos y privados en el camino a la nacionalización de la medicina, respetando y acrecentando las conquistas y derechos de los trabajadores y el pueblo en el terreno de la salud.
Para que sea la gran patronal imperialista quien pague y no los trabajadores, queremos imponer que el financiamiento de la salud salga del no pago de la deuda externa y de un impuesto de emergencia a las grandes fortunas.
Declaración de trabajadores y trabajadoras de la salud en lucha de la Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores – Cuarta Internacional más independientes.
2 oct 2020