Dos escritos desde la izquierda haitiana
Luego de dos días de contundente huelga general y el inicio de movilizaciones coincidiendo con el fin del mandato constitucional del presidente Jovenel Moïse, el 7 de febrero, el régimen ha contraatacado con la represión y el montaje judicial de un supuesto complot golpista como justificativo para criminalizar a la oposición.
Difundimos estos dos escritos recibidos desde Haití, de un activista de izquierda y una organización popular, y llamamos a la solidaridad con el pueblo haitiano de que manera heroica lucha en defensa de sus derechos democráticos y por tomar las riendas de su propio destino sin la injerencia del imperialismo.
La huelga general en Haití y la lucha contra el régimen del PHTK
Jaques Roméo (7 de febrero)
Los sindicatos y la oposición política haitiana anunciaron dos días de huelga para los días uno y dos de febrero de 2021. En las grandes ciudades la huelga fue un éxito.
El objetivo de estos dos días de huelga fue decir al presidente Jovenel Moïse que respete el artículo 134-2 de la constitución haitiana que pone fin a su mandato el siete de febrero de este año. El presidente usó el mismo articulo para poner fin al mandato de los alcaldes, diputados y senadores hace un año. Lamentablemente, del mismo modo inconsulto que la huelga general se convocó, se levantó burocráticamente sin consultar a los trabajadores.
El presidente viene de un partido de extrema derecha, llegó al poder en una elección denunciada por fraude con apoyo de la comunidad internacional y la burguesía. Con Jovenel la vida se torna cada día más cara para las masas mientras los miembros del gobierno y sus aliados son cada día más ricos. El presidente y sus aliados están acusados de malversación de fondos estatales, secuestro y saqueo.
Hasta ahora el presidente cuenta con el apoyo del imperialismo y una parte de la burguesía para mantenerse en el poder. Durante los dos días de huelga general hubo muertos con balazos de la policía en todo el país, principalmente en Cabo Haitiano, segunda ciudad del país, con 3 muertos en las calles.
Mientras la oposición política está exigiendo una transición, el presidente pretende mantenerse en el poder un año más, gobernando por decreto.
La falta de confianza en los líderes políticos opositores, también cuestionados por corrupción y por sus vínculos con la burguesía, mantiene a Jovenel en el poder. De no ser por ello, el gobierno hubiera caído hace alrededor de dos años en las grandes movilizaciones contra el hambre y la miseria. Los dirigentes no se ponen de acuerdo ni ejercen un liderazgo democrático, las decisiones no se toman en asamblea. Tampoco hay una dirección revolucionaria para canalizar los movimientos hasta la victoria. A pesar de todo el pueblo sigue luchando de manera valiente y desde el 7 de febrero se ha declarado la movilización permanente hasta la caída de Jovenel Moïse. Llamamos a las organizaciones de los trabajadores y la izquierda a protestar en solidaridad con la lucha del pueblo haitiano, contra la injerencia del Core Group, contra la represión y por la renuncia de Jovenel Moïse.
Los creadores de las crisis políticas haitianas y la búsqueda de soluciones
Red de Organizaciones de la Zona Occidental (5 de febrero, extracto)
La situación actual se remonta a las elecciones generales de 2011, cuando el candidato presidencial Michel Martelly ocupaba el cuarto lugar en la carrera presidencial. Lamentablemente, en perjuicio de todos los principios del derecho de autodeterminación del pueblo haitiano, Estados Unidos y la OEA obligaron al Consejo Electoral Provisional a reubicar fraudulentamente al candidato en el segundo lugar. La segunda ronda tuvo lugar y Martelly se convirtió en presidente del país. Bajo la dirección de este señor, el país vivió el mayor fraude desde su existencia, el de los cuatro mil millones de dólares de los fondos de Petrocaribe prestados al país por Venezuela. Hay que felicitar a Estados Unidos y a la OEA por imponer este tipo de presidente al pueblo.
Como resultado de este despilfarro, el país se enfrenta a una situación socioeconómica extremadamente grave, con los pobres cada vez más pobres y los ricos cada vez más ricos. Los pobres siguen sin poder alimentarse, han muerto por falta de atención sanitaria y la inflación se dispara.
Paralelamente a la crisis socioeconómica, ese gobierno crea una crisis electoral al no celebrar elecciones para la renovación del parlamento. Esto explica el mal funcionamiento de esta institución política durante los cinco años de mandato del presidente Martelly. Esta crisis persiste hasta el final de su mandato, el 7 de febrero de 2016. Para sucederle, había que encontrar un mecanismo para hacerse sustituir por el Presidente del Senado, el senador Jocelerme Privert, ambos pertenecientes al mismo club de amigos. La misión de este último era organizar las elecciones generales en el plazo de un año. Como pudo, cumplió esta misión, aunque el pueblo haitiano sufriera.
La llegada de Jovenel Moïse al poder y el despilfarro de fondos públicos
Se hacen todos los preparativos, se constituye el Consejo Electoral, se crean las oficinas electorales comunales y departamentales y se desembolsan los fondos para ello. La organización de estas elecciones fue la ocasión de un vasto teatro de corrupción. Hubo consejeros electorales que negociaron dinero por cargos electivos, urnas que fueron llenadas por los celosos partidarios del candidato oficial, además de la manipulación de los resultados electorales por parte de la OEA y la MINUSTAH en el centro de tabulación. Esto explica que la mayoría de los resultados publicados hayan provocado fuertes protestas en todo el país.
Esta crisis electoral, dio lugar a otra crisis. Se corrompieron todos los niveles de los poderes del Estado y de las instituciones, tales como el Parlamento, las autoridades locales, el Consejo Electoral Provisional, el Consejo Superior del Poder Judicial, etc. Estas instituciones están prácticamente controladas y dominadas por traficantes de drogas. El candidato Jovenel Moїse que iba a acceder a la magistratura suprema del Estado no está exento. Basta con remitirse a la investigación realizada por la UCREF antes de las elecciones de noviembre de 2015 para determinar el grado de implicación de Jovenel Moïse en el blanqueo de capitales.
A pesar de todo, recibe el enorme apoyo del Core Group, de buena parte de la burguesía haitiana y de la OEA para hacer su campaña electoral. Una campaña electoral que fue bastante larga.
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El fin del mandato de Jovenel Moïse
Hoy, en vísperas del 7 de febrero de 2021, asistimos a un enfrentamiento entre la oposición y el gobierno en torno a la fecha en que terminará el mandato presidencial de Jovenel Moïse. La Constitución modificada de 2007, que regula los grandes poderes del Estado, ya ha decidido la cuestión del mandato del Presidente en el artículo 234-2, que reza : “Las elecciones presidenciales se celebrarán el último domingo de octubre del quinto año del mandato presidencial. El Presidente tomará posesión de su cargo el 7 de febrero siguiente a la fecha de su elección. En caso de que la votación no pueda tener lugar antes del 7 de febrero, el presidente electo tomará posesión de su cargo inmediatamente después de la validación del escrutinio y se considerará que su mandato ha comenzado el 7 de febrero del año de la elección”. La negativa del Presidente Jovenel a aceptar este artículo de la Constitución sobre el que juró su cargo da una idea de la magnitud de esta nueva crisis.
En primer lugar, esta crisis se explica por una voluntad sistemática del presidente Jovenel Moïse de violar la Constitución. Luego, la no celebración de las elecciones previstas por la Constitución a todos los niveles (senadores, diputados, alcaldías y autoridades locales) y, por último, la tentación de Jovenel Moïse de prolongar su mandato por tiempo indefinido o de entregar el poder a uno de sus parientes, en este caso el ex presidente Michel Martelly, implicado en el robo del dinero de Petrocaribe.
La trayectoria del gobierno de Jovenel Moïse
En relación con el mencionado artículo de la Constitución, se puede afirmar inequívocamente que el mandato del Presidente Jovenel Moïse finalizará efectivamente el 7 de febrero de 2021. El final de su mandato refleja un balance negativo, falsas promesas, un elevado desempleo, una inseguridad creciente, un florecimiento de las bandas criminales seguido de secuestros y un empeoramiento del hambre de la población haitiana que alcanza casi los 4,6 millones según el informe OCHA HAITI 2020. Además, el informe de investigación condenatorio realizado por la UCREF sobre Jovenel Moise, la corrupción en la adjudicación de contratos, el despilfarro de fondos públicos en su proyecto de caravanas, etc., han contribuido a esta situación. La mayoría de los profesores y directores de las escuelas y hospitales públicos son nombrados por parlamentarios acusados de secuestro.
También son los que nombran a los comisarios del gobierno en los Tribunales de Primera Instancia. Algunos otros directores generales nombrados por el Presidente ya han sido juzgados y condenados por los tribunales por robo y fraude. Es el caso de Eudes Lajoie, antiguo Director General del Servicio Nacional de Gestión de Residuos Sólidos (SNGRS).
Hoy, los resultados son palpables en todos los niveles del poder estatal. En los tribunales, la impunidad ha cobrado fuerza. Desde hace dos años, el Tribunal de Apelación no funciona. Los empleados están en huelga por las malas condiciones de trabajo. Los delitos y la corrupción no se juzgan ni se castigan. Los delincuentes vagan por las ciudades sin miedo a ser detenidos. La vida de los pobres no está protegida; se les deja a merced de los caprichos de las bandas armadas. No se protegen los derechos civiles y políticos, se violan los derechos sociales y económicos. Algunos jueces, comisarios y policías han abusado de su poder para atentar contra la propiedad de los ciudadanos. Las personas cercanas y amigas de los gobernantes se aprovechan de su influencia para ocupar ilegalmente y por la fuerza la propiedad de otros. Todo esto se comete al margen de las normas y las víctimas no tienen ningún recurso.
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Además, la situación de inseguridad desde el ascenso de Jovenel hasta la fecha no es buena. El país se enfrenta a bandas armadas que hacen llorar a las familias día y noche. Todos los sectores de la vida nacional se ven afectados. Asesinados, secuestrados, rescatados y empobrecidos, no encuentran ninguna autoridad que acuda en su ayuda. Quedan a merced de los caprichos de las bandas armadas que operan a la vista de la policía. En las ciudades de provincia, el campesinado hace sonar la misma alarma. Una situación que se está gangrenando. Los mercados, las tiendas, las boutiques, los grandes, pequeños y medianos comercios sólo pueden abrir sus puertas si aceptan negociar con las bandas. Son ellos los que controlan las zonas en lugar de la policía nacional. En la mayoría de los casos, cooperan con la policía.
Las bandas se están convirtiendo en instituciones. Desde hace unos meses, las distintas bases de las bandas se han unido, en complicidad con el gobierno, a la Comisión para el Desarme y la Reinserción (CNDDR) y, bajo la dirección del jefe de la banda Barbacoa, alias Jimmy Chérisier, han formado una federación llamada G9 y aliados. Esta federación siempre se ha posicionado a favor del poder ejecutivo, amenazando de muerte a todos los movimientos que pretenden luchar contra el gobierno. En las diversas masacres perpetradas en los barrios obreros, se citan los nombres de estas bandas como autores. Oyendo hablar a las bandas en la prensa, no se dificulta saber el origen de las armas tan caras que tienen. Las armas que sostienen, dicen, provienen de las autoridades. Son las mismas autoridades que les envían dinero, siempre según sus declaraciones. Son creados y financiados por las autoridades.
(…) Ellos son los que dictan al presidente qué ministro y director merece ser destituido. Tenemos como ejemplo, que tras su declaración pidiendo la destitución del Ministro del Interior y de Asuntos Sociales, en menos de una semana han obtenido la satisfacción, es decir, la destitución de estos ministros. (…)
Los secuestros generan miedo y reducen el volumen de movimiento de los ciudadanos. Por ello, algunos analistas concluyen que el secuestro es un instrumento político puesto en marcha por las autoridades políticas para aterrorizar a la población y evitar que salga a la calle y participe en manifestaciones contra las autoridades. De este modo, los movimientos de protesta contra el gobierno tendrán muy poco alcance y las autoridades podrán establecer su poder totalitario. Dicho esto, las bandas armadas son medios creados por el Presidente y, a veces, en detrimento de la policía nacional para establecer una dictadura.
Veleidades dictatoriales
El mal funcionamiento del parlamento fue una oportunidad que abre el camino al poder absoluto por parte de Jovenel Moïse, del PHTK y al servicio de una parte de la comunidad internacional, incluido el Core Group. Todos los poderes se concentran en sus manos, tanto el legislativo como el judicial. La mayoría de los jueces están domesticados por el poder ejecutivo. Publica un sinfín de decretos, como por ejemplo el decreto sobre una Agencia Nacional de Inteligencia (ANI), que va en la dirección de tomar el control de la vida de los ciudadanos. Decidió dar al país otra constitución por sí mismo y por la fuerza, sin consulta popular. La mayoría de los jueces se codean con ministros y directores generales de los ministerios. Los vemos frecuentar el gobierno, los amigos del poder, todo el día. Las instituciones que deberían ser independientes y ejercer un papel de control sobre el gasto del Estado están siendo domesticadas por el Presidente.
Bajo el liderazgo del actual director, el Sr. Léon Charles, la Policía Nacional de Haití está mucho más orientada a servir al gobierno que al pueblo. Se han denegado algunas solicitudes de autorización para las manifestaciones antigubernamentales, y el abundante uso de gases, golpes y munición real siguen siendo los principales medios para aplastar las manifestaciones. Por eso siempre ha habido heridos y muertos. No ha dejado de disparar a las multitudes. Se puede decir que esta policía se está constituyendo en un cuerpo de milicias como los tontons macoutes de la dictadura de Duvalier. Estos soldados de la muerte están ahora trabajando. Tienen otros nombres, otros uniformes, más violentos que sus compañeros, en este caso el VSN. Guardan smilitudes con las SS de Hitler.
Es este régimen de terror el que caracteriza al gobierno de Jovenel Moise, que, para mantenerse en el poder más allá del 7 de febrero de 2021, utiliza los métodos del dictador de Duvalier padre e hijo. Recordamos las elecciones fraudulentas de 1957 que llevaron al poder a François Duvalier. No ganó porque fuera popular, sino simplemente porque fue apoyado por el imperialismo estadounidense. Treinta años después, el balance era exiguo, 70% de analfabetos, 1 médico por cada 15.000 habitantes según el libro de Gérard Pierre-Charles “Radiograhie d’une dictacture”. Los intelectuales que no se exiliaron fueron asesinados o muertos en vida. Tras varias manifestaciones populares en todo el país, es de nuevo este mismo imperialismo americano el que hace arreglos con Francia y embarca a Jean Claude Duvalier para Francia.
Esta misma comedia resurgió el 30 de septiembre de 1991 en el caso del presidente Aristide, que estaba en el poder gracias al voto popular y fue derrocado por un golpe de Estado criminal por orden de la CIA. Dicho golpe fue responsable de los miles de desaparecidos, asesinados y aterrorizados. Contribuye al colapso de la economía nacional. Para aterrorizar a la población, se creó una organización paramilitar llamada FRAPP. Tres años después de tanto dolor, sufrimiento, catástrofes, resistencia popular, sigue siendo el mismo imperialismo norteamericano el que devolvió a Aristide al poder bajo el control de sus militares.
Históricamente, hemos visto en los últimos cien años aproximadamente que este actor ha intervenido en el escenario político haitiano, ya sea para crear crisis o para aportar soluciones a su manera. ¿Qué solución? Siempre paliativos, diktats y muy a menudo basados en modelos exógenos. Basta una simple renovación del mandato presidencial para que resurja la misma crisis (dimisión, exilio, transición, etc.). Son constantes en la vida política haitiana. Qué gobierno después de 1986 en el que no escuchamos una de estas tres palabras al final de su reinado. Hoy, el gobierno de Jovenel Moise se encuentra ante el tribunal de la historia donde debe elegir una de estas tres opciones. Ante las huelgas, los cierres patronales y las interminables manifestaciones de la oposición no parece sacudirse.
A modo de conclusión, la pregunta que nos hacemos es: ¿El imperialismo estadounidense, ese gran actor, reescribirá la historia de nuestro país, es decir, derribará a Jovenel Moise para tomar el camino de la oposición? ¿O se impondrá una nueva solución procedente de las clases trabajadoras y de la izquierda para poner fin a estas soluciones cosméticas siempre inventadas?
Dirección política de la Red de Organizaciones de la Zona Occidental (ROZO)
Puerto Príncipe, 5 de febrero de 2021