Escribe Miguel Lamas, Dirigente de la UIT-CI
El arresto del político opositor Alexei Navalny en Moscú el 17 de enero último desencadenó una ola de protestas por toda Rusia, con más de 40.000 personas manifestando en el centro de Moscú y miles más en casi todas las ciudades.
Los manifestantes, con consignas contra la corrupción y a favor de la liberación de Navalny, fueron violentamente reprimidos. El centro de Moscú fue cerrado y hubo 10.000 presos.
Navalny se convirtió en referente de la disidencia contra Putin, centrando su campaña contra la corrupción y la represión del régimen. Fue detenido al regresar de Alemania luego de recuperarse de un sospechoso envenenamiento. Acusa a Putin con un video de haberse construido un gigantesco Palacio de 1.000 millones de dólares en el Mar Negro, algo que aquel ha negado. Arkady Rotenberg, oligarca amigo de la infancia de Putin, declaró que él es el dueño.
Algunos sectores de la izquierda consideran a Putin como “progresivo” por sus choques políticos y económicos con Estados Unidos y la Unión Europea. Pero Putin no tiene nada de progresivo. Encabeza un régimen capitalista y dictatorial. Sus choques son en defensa de las ganancias de la nueva oligarquía rusa.
Putin consolidó la restauración del capitalismo centrando la economía en lograr rápidas ganancias para sus nuevos ricos con las exportaciones de petróleo, gas y minerales, que en los últimos dos años han bajado enormemente sus precios.
Putin intenta, como todos los gobiernos capitalistas, que la crisis la pague el pueblo y no sus amigos oligarcas. Se han ido aplicando ajustes en salud, educación y una reforma jubilatoria que subió la edad de retiro a 65 años. El salario mensual promedio de los trabajadores de Rusia es de 245 dólares, pero aún menor es el de los empleados públicos que están en 125.
Navalny es parte de un movimiento político burgués liberal que tiene apoyo de sectores del imperialismo europeo. Lo que no denuncia Navalny es que más allá de Putin y el Palacio, 98 rusos se mencionan en una lista global elaborada por la revista Forbes en la que aparecen personas cuya riqueza está valorada en más de mil millones de dólares. Esto fue obtenido de la superexplotación de los trabajadores, una política de expansión imperialista en los países que integraban la ex Unión Soviética y en otros también, y del robo de la propiedad pública con la restauración capitalista. Ocho de ellos incluso se encuentran entre los 100 más ricos del mundo. Esto es capitalismo puro. Y con todos sus peores vicios, como la corrupción de los políticos “amigos” que actúan al servicio de estos capitalistas, y la represión y superexplotación de los migrantes, que son empleados en la construcción y otros sectores industriales. Por eso las denuncias de Navalny contra la corrupción de Putin caen en terreno fértil. Su video filmando con un dron el supuesto Palacio de Putin que circuló por las redes fue reproducido 100 millones de veces (en un país de 144 millones de habitantes).
Desde la UIT-CI nos sumamos al reclamo por la libertad de Alexei Navalny y todos los presos políticos rusos por protestar contra Putin y la corrupción y su régimen represivo. Pero creemos que desde la izquierda y los trabajadores no se le debe dar ningún crédito político a Navalny, ya que su proyecto es mantener el mismo régimen social, sin Putin, pero con los mismos capitalistas super explotadores amigos del actual mandatario.