Por Partido Socialismo y Libertad
Venezuela sufre en este momento una segunda ola de contagios de Covid-19, aún más fuerte que la registrada entre agosto y septiembre del pasado año. La llegada al país de la cepa de Manaos (brasileña) ha impactado en el incremento de casos. Cada día más, el Covid-19 no es algo lejano “que le sucede a los demás”, por el contrario, lo vemos muy cercano, afectando a familiares y amigos.
El mes de marzo cerró con dos cifras récords desde que llegó el coronavirus al país. Fue el mes con más personas fallecidas (258), y el 31 de marzo se produjo el mayor número de contagios en un día (1348).
En ese marco, el gobierno de Maduro decidió no traer vacunas del programa Covax, rechazando la vacuna de AstraZeneca, la cual ha sido cuestionada en varios países de Europa. Sin embargo, es importante advertir que en dicho programa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) existen otras vacunas que eventualmente se podrían adquirir.
Es importante recordar que el 29 de diciembre del 2020, el presidente Maduro afirmó en una alocución transmitida en vivo por TV que “en los próximos 90 días Venezuela vacunará diez millones de compatriotas”. Ese mismo día, Maduro anunció que se habían adquirido 10 millones de dosis de la vacuna rusa Sputnik V. Incluso afirmó que el acuerdo con Rusia contemplaba producir la vacuna en laboratorios venezolanos.
En realidad, con 10 millones de vacunas se puede vacunar a 5 millones de personas, ya que la inmunización requiere de la aplicación de dos dosis. En todo caso, más de 90 días después de aquel anuncio presidencial, a nuestro país sólo han llegado hasta ahora 750 mil dosis, de ellas 500 mil son chinas (Sinopharm), y de los 10 millones de vacunas adquiridas a Rusia sólo han llegado 250 mil, con las cuales se habría vacunado a parlamentarios, funcionarios gubernamentales, y algunos docentes y trabajadores de la salud.
El gobierno anunció una vacunación masiva en los primeros tres meses del año, lo cual no se cumplió, luego el propio Presidente informó que la vacunación masiva comenzaría en abril, y más recientemente dijo que la vacunación masiva sería a partir de julio con la vacuna cubana Abdala, la cual por cierto, no ha sido aprobada aún.
Lo real es que en este momento en Venezuela sólo quedarían algunas vacunas de las 750 mil ya mencionadas, si no se aplicaron todas. En rigor, en medio de un fuerte rebrote del Covid-19 en el país ya no hay vacunas, ni tampoco hay un plan claro para adquirirlas. En ese contexto, por supuesto, tampoco hay un plan de vacunación. Esa es la realidad, más allá de los discursos presidenciales y de la propaganda oficial que pretende tapar el sol con un dedo.
El gobierno en lugar de darle respuesta a la urgente necesidad de traer las vacunas, contradictoriamente radicaliza la cuarentena y al mismo tiempo promueve junto a la Iglesia Católica actos religiosos masivos de Semana Santa.
Después de transcurridos los 90 días en los que supuestamente se vacunaría a la población, la gran pregunta es: ¿dónde están las vacunas rusas adquiridas a un costo de 200 millones de dólares? Pero podríamos seguir haciéndonos preguntas: ¿por qué no se negocia adquirir otras vacunas distintas a las de AstraZeneca en el marco de Covax?
Desde el Partido Socialismo y Libertad exigimos que el gobierno negocie de inmediato con el sistema Covax la adquisición de los 12 millones previstos en el acuerdo inicial. En ese programa existen otras vacunas disponibles distintas a las de AstraZeneca. Por otra parte, el gobierno debe informar al país qué pasa con los 10 millones de vacunas que vendrían de Rusia, y exigir a las autoridades de ese país un cronograma de entrega de las mismas.
Con las vacunas que se reciban se debe iniciar la vacunación de los sectores prioritarios, concretamente personal sanitario, adultos mayores, personas con enfermedades crónicas y docentes. Sin embargo, no tenemos confianza en un gobierno que aplica un brutal ajuste contra el pueblo trabajador, ni en Guaidó y los partidos patronales que son responsables de las sanciones imperialistas, y manejan recursos confiscados al pueblo venezolano, por ello proponemos que el plan de vacunación sea coordinado por un comité integrado por las sociedades médicas, gremios de enfermeras y enfermeros, sindicatos de trabajadores de la salud, facultades de medicina de las universidades y la Academia de Medicina.
Pero no basta con las vacunas rusas y las que se puedan adquirir en Covax. Harían falta 20 millones de vacunas más para inocular a 10 millones de personas, y llegar a la meta establecida por el gobierno de vacunar este año a 70% de la población y lograr así la “inmunidad de rebaño”.
Para lograr ese objetivo planteamos conformar un Fondo Social de Emergencia que sería la base financiera de un Plan Económico Obrero y Popular alternativo al paquetazo hambreador del gobierno. Los objetivos de este plan serían enfrentar la crisis social y el hambre adquiriendo alimentos, vacunas e insumos médicos y sanitarios, igualar el salario mínimo a la canasta básica y establecer una renta básica para los trabajadores informales que les permita cumplir con la cuarentena.
¿De dónde se obtendrían los recursos financieros para llevar adelante este plan y conformar el Fondo Social de Emergencia? Instrumentando un impuesto especial y progresivo a las grandes empresas nacionales y transnacionales, y al sector bancario. ¡Los grandes capitalistas, banqueros y nuevos ricos del gobierno deben pagar las vacunas!
El Fondo Social de Emergencia debe fortalecerse con el no pago de la deuda externa; suspendiendo los gastos militares; confiscando bienes de los corruptos y repatriando el dinero confiscado en el exterior a empresarios y funcionarios corruptos, y que el petróleo sea 100% estatal sin empresas mixtas ni transnacionales. Con todos estos recursos se pueden adquirir más vacunas, e impulsar un plan de adquisición masiva de alimentos e insumos sanitarios y dotar a los hospitales de más camas UCI.
Venezuela no escapa al caos capitalista mundial, que la pandemia ha dejado al descubierto. Las dificultades para el acceso a las vacunas, la desigualdad en su distribución y la escasez artificial de las mismas no son más que la consecuencia del gigantesco y millonario negocio que favorece a las grandes transnacionales farmacéuticas, apoyadas por sus respectivos gobiernos en detrimento de millones de trabajadores y sectores populares en todo el mundo que no tienen acceso a la vacunación. Por ello es urgente eliminar las patentes de las vacunas. Esta es la única forma de lograr que las vacunas lleguen a todas y todos en Venezuela y el mundo.
Desde nuestra corriente internacional, la Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores (UIT-CI), hemos venido impulsando una campaña mundial de firmas y pronunciamientos por la eliminación de las patentes para que haya vacunas para todas y todos.
Para firmar el petitorio se puede acceder a:
https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSelaLQrNPZ364U27LvCHyWYevBbZIxLMg1aofdR5GfzOKtGOA/viewform
¡Vacunas para todas y todos!
¡Por un Plan Obrero y Popular para enfrentar la crisis y la pandemia!
¡Fondo Social de Emergencia!
¡Impuesto a las grandes empresas!
¡Eliminación de las patentes!