Mercedes Petit, dirigente de Izquierda Socialista, Argentina, y la UIT-CI
El 21 de mayo el suplemento de la ciudad de Rosario del matutino de Buenos Aires Página 12 publicó una nota titulada “Canción a Palestinauschwitz”. De inmediato desde el Museo del Holocausto la repudiaron. Página 12 publicó ese repudio, se disculpó y “en este caso excepcional”, retiró el texto de su edición web “para evitar que sea reproducido e impedir así que se multiplique el daño que ya puede haber causado”. Pequeño round ganado por la embajada de Israel y sus instituciones locales.
La escalada del sionismo local contra la nota sumó a la DAIA. Y una buena cantidad de intelectuales, escritores y periodistas publicaron, también en Página 12 una solicitada condenando el supuesto “mensaje de odio y antisemitismo” y abrieron una juntada de firmas. La encabezan José Emilio Burrucúa, Claudia Piñeiro, Martín Kohan, Alicia Dujovne Ortiz, Tamara Tenenbaum, Hinde Pomeraniec, entre otres.
En un escrito que da el marco a la solicitada, difundido en la web, firmado por Ariana Harwicz, Ariana Saenz Espinoza y Facundo Milman, los firmantes se sumaron a la campaña de calumnias contra el diputado de Izquierda Socialista, Juan Carlos Giordano, reproduciendo el enlace con la nota difamatoria de Infobae. A Giordano lo calumnian como “antisemita” porque lucha por una Palestina única, laica, democrática y no racista (ver información en www.izquierdasocialista.org y en www.uit-ci.org).
Antisionismo no es antisemitismo
Dice la DAIA: “En 2020 el Estado argentino adoptó la definición de antisemitismo de la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto (IHRA), la cual equipara de manera legal el antisionismo, (deslegitimación del Estado de Israel o la afirmación que su existencia tuvo un origen racista), con el antisemitismo”. Y Ariana Harwicz, argentina residente en las afueras de Paris, entrevistada por Clarín, Argentina, (26/5/21), dijo: “En Francia existen leyes que procuran desenmascarar la supuesta diferencia entre antisemitismo y antisionismo. La realidad es que hoy y hace mucho, es lo mismo.”
Condenamos toda forma de antisemitismo. Pero lo de la DAIA y Harwicz es otra cosa, y totalmente falsa. Desde hace años hay en curso una batalla política y moral contra la IHRA y sus expresiones en cada país, que va ganando cada vez más terreno, tanto dentro como fuera de Israel, y entre judíos y no judíos.
De muestra basta un botón. El periodista del diario Ha Aretz, de Tel Aviv, Gideon Levy, escribió el 21/3 que la IHRA es “la nueva y eficaz herramienta de las élites sionistas para sofocar cualquier crítica a Israel. Una petición organizada por organizaciones israelíes y judías pide al nuevo presidente de Estados Unidos que no incorpore legalmente esta definición.”
Yanis Varoufakis ex ministro del gobierno de Syriza, en solidaridad con el director de cine británico Ken Loach, atacado por el sionismo como “antisemita”, se refiere a “los valerosos israelíes que corren terribles riesgos al defender el derecho de judíos y no judíos a criticar a Israel. Así, por ejemplo, el grupo de especialistas académicos que ha deconstruido metódicamente la indefendible definición de antisemitismo del IHRA (International Holocaust Remembrance Alliance) […]. O la gente maravillosa que trabaja con la ONG israelí de derechos humanos B’TSELEM para resistirse a las políticas de apartheid de sucesivos gobiernos israelíes.”
En Israel sí existe un plan sistemático y genocida de limpieza étnica
Dice el Museo del Holocausto, sobre la equiparación entre los escenarios del Holocausto y Gaza: “Es inadmisible la comparación de un plan sistemático de persecución y exterminio con la acción de defensa de un Estado”. Según ellos, sería la banalización “burda y vil” del Holocausto.
Agrega la DAIA: “establecer comparaciones entre la política actual del Estado de Israel y el nazismo, incurre en el delito de discriminación”. Y agrega que la nota acusa al “Estado judío llevar adelante un ‘genocidio/apartheid de Palestina’ y de realizar ‘operaciones de limpieza étnica’”
En otras palabras reiteró lo de la DAIA a Clarin (ya citado) José Emilio Burrucúa, al ser entrevistado: “[…] es probable que existan ciudadanos del Estado de Israel que quieren lisa y llanamente la eliminación de los árabes de su territorio, por expulsión o por acoso […]. Eso no significa que haya un plan sistemático del Estado de Israel que sea eliminacionista. Lo que hay es una defensa del Estado de Israel a su derecho a su existencia.”
Es inadmisible y repudiable cualquier permisividad ante los nazis de Hitler o los actuales, tipo Amanecer Dorado en Grecia o los de Alemania. También toda banalización de las víctimas del Holocausto.
Desde hace años se divulga la verdad del Estado de Israel, que es genocida, de limpieza étnica, terrorismo de estado, es decir, los métodos del nazismo. Se denuncia cada vez más a menudo que Israel es un estado Apartehid –ya citamos más arriba a Varoufakis-, como lo era la república boer en Sudáfrica, felizmente abolida hace casi treinta años.
Recordemos la obra del historiador francés hijo de judíos polacos asesinados en Auschwitz Maxime Rodinson, Israel, a colonial-settler state?, de 1973, documentando ampliamente la historia del sionismo y la invasión a Palestina.
Historiadores israelíes han probado que Israel se asentó desde su nacimiento en un plan de limpieza étnica y extermino de la población palestina ancestral. Ilán Pappe, autor de La limpieza étnica de Palestina (Editorial Memoria Crítica, 2008), lo demuestra con documentos oficiales de los archivos del sionismo, incluyendo el diario personal de Ben Gurion. Sholom Sand, hijo de polacos sobrevivientes del Holocausto, publicó en 2008 La invención del pueblo judío, que fue best seller dentro de Israel. Las investigaciones de Sand fundamentan que las raíces de la invasión a Palestina no vienen de la Biblia, sino del movimiento político social burgués iniciado en siglo XIX y auspiciado por el imperialismo, el sionismo.
Cada una de las oleadas de exterminio sobre Gaza ha ido alimentando las denuncias de este tipo contra el Estado de Israel. Veamos ejemplos.
Juan Gelman en 2002 publicó la nota del padre de un joven ajusticiado por un palestino en 1994. Dijo: “El asesino de Arik nació bajo una ocupación aplastante y en un caos ético. […] Mi hijo no fue asesinado porque era judío sino por ser parte de una nación que ocupa el territorio de otro –subrayó-. Sé que estos conceptos son insoportables… […].
En 2008 Harold Pinter, el célebre dramaturgo británico fallecido ese mismo año, junto con más de cien intelectuales judíos publicaron una carta abierta en The Guardian: “¿Qué es Israel? […] Un estado fundado en el terrorismo, las masacres y el desposeimiento de otro pueblo de su tierra.”
El músico de jazz Gilad Atzmon, que sirvió en el ejército sionista durante la invasión al Líbano en 1982, que años después se radicó en el Reino Unido, dijo en 2014: “Israel está ahora, una vez más, involucrado en colosales crímenes de guerra contra una población civil. […] La moraleja es simple. Si usted insiste en vivir en la tierra de otra persona, el poder militar es un ingrediente esencial para disuadir a los desposeídos de actuar para reclamar sus derechos.
Ante estas voces que se amplían día a día, el sionismo israelí, a través de sus embajadas, sus poderosas instituciones y sus plumíferos, acuñó una definición llamativa que comenta Gideon Levy: son los judíos “vergonzantes”, los judíos “antisemitas”.
Para terminar, citemos palabras de Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel y conocido luchador contra el terrorismo de estado y genocidio de la dictadura militar argentina de 1976 en la audiencia pública del viernes 28 de mayo en el Congreso argentino (ver El Socialista Nº 503, en izquierdasocialista.org) y en defensa del pueblo palestino y del diputado Juan Carlos Giordano: “Israel es un Estado terrorista, apoyado por los EEUU. […] A los palestinos los quieren echar al mar”.