Por Prensa UIT-CI
A continuación presentamos una entrevista realizada por nuestros compañeros de Lucha Internacionalista del Estado español a Budour Hassan, activista feminista palestina, quien nos explica desde Jerusalén el levantamiento de abril contra el ocupante sionista, y desarrolla la idea de interseccionalidad en la lucha contra la ocupación israelí y por la liberación de la mujer. Licenciada en Derecho Internacional por la Universidad Hebrea, forma parte del movimiento Tal’at [Estamos saliendo].
¿Cómo ves la situación actual en Palestina? ¿El levantamiento de estas últimas semanas puede llevar al estallido de una Tercera Intifada?
Lo más importante no es poner nombre y apellido a lo que está pasando, sino destacar que estamos viviendo un momento histórico: un alzamiento histórico en muchos sentidos. En abril, en el primer día de Ramadán, estallaron los enfrentamientos entre jóvenes y las fuerzas de ocupación que habían bloqueado la Puerta de Damasco en Jerusalén. La juventud fue capaz de levantar esas barreras. Y después está la respuesta al desalojo de las familias del barrio de Sheick Jarrah, en Jerusalén Este. En la calle se empezó a vivir un nuevo espíritu, una energía contagiosa que debemos aprovechar: está empezando algo muy grande y muy distinto a lo que hemos visto hasta ahora. Cada noche vemos manifestaciones con mujeres y hombres protestando. A pesar de la represión masiva de Israel, con todos sus instrumentos: la mofeta [un líquido pestilente con el que rocían a los manifestantes, cuyo olor permanece durante días], los gases lacrimógenos y las balas. Después llegó el día en el que Israel celebra la ocupación de Jerusalén y las jóvenes y los jóvenes palestinos fueron capaces de impedir la marcha de los colonos con sus banderas en la Ciudad Vieja, en la que cada año van a gritar “muerte a los árabes”. Fue un momento pequeño en la historia de nuestra lucha, pero fue un momento de liberación: tuvimos la sensación de que podemos hacer algo, de que podemos recuperar las calles de nuestras ciudades, de que el espacio público es nuestro. También hemos visto manifestaciones en al-Ludd y en el resto de ciudades de la Palestina histórica. Ahora la lucha está a ambos lados de la frontera: en los dos frentes. También se vio el 18 de mayo con la Huelga General: participamos todas las palestinas y todos los palestinos, en todos los lugares, en Haifa, en Nazaret, en Cisjordania, en Jerusalén…
¿Qué ha cambiado?
Las palestinas y los palestinos han probado que Cisjordania y Gaza no son una realidad separada. Que somos un solo pueblo, un pueblo unido a pesar de todos los intentos de Israel para dividirnos. Que no hay árabes ciudadanos de Israel y palestinos ocupados. En Ludd ha habido grandes manifestaciones con niños y niñas pintando la bandera palestina, que tienen clarísima su identidad palestina. Esta unidad nos ha dado la esperanza de que podemos empezar algo nuevo, con esta energía contagiosa y revolucionaria.
¿Cómo explicas la entrada en escena de los Palestinos del 48, estos que tienen una ciudadanía israelí de segunda?
No es la primera vez en la que los palestinos en Haifa, en Nazareth, en todos los barrios, aldeas y ciudades de la Palestina histórica han participado en la lucha. Hay muchos ejemplos históricos. Todos los palestinos y palestinas sufren la ocupación: la expropiación de tierras, la represión, el intento de borrar su identidad en los libros de historia. Estamos hablando de un mismo régimen, de colonialismo de opresión, de racismo, aunque tenga distintas caras y manifestaciones. Su objetivo en todas partes es el mismo: eliminar la resistencia del pueblo palestino, erradicar nuestra identidad, y ocupar nuestras tierras. Israel amenaza todas las facetas de nuestras vidas. Tampoco los palestinos del 48 tenían derecho a edificar, a controlar sus tierras, a una educación digna, a vivir en paz. Dentro de Israel la policía es parte del sistema de violencia organizada. Y la pobreza también es consecuencia de este racismo institucional. Decían que los jóvenes de la palestina histórica habían perdido su identidad, pero se ha demostrado que no es cierto.
Israel sabe muy bien la importancia de lo que ha ocurrido especialmente en las tierras de 48 y quiere ponerle fin a cualquier precio. Por ello, hay una campaña de detenciones masivas contra los palestinos que viven en Israel. Estamos en condiciones de conseguir una politización de esa generación, una conciencia nueva, porque allí se están utilizando los mismos métodos de opresión que en Cisjordania o en Jerusalén: invaden las casas para detener a la juventud. Hay un nuevo sentimiento de pertenencia.
Háblanos sobre el papel de las mujeres la situación actual.
Las mujeres palestinas siempre han sido muy activas en la lucha. Desde la revolución árabe de 1936 y se han implicado en la lucha por la liberalización y la descolonización. Hasta la primera intifada las mujeres han jugado un papel muy muy importante, en la dirección y en la organización de los movimientos populares, en las huelgas y también en la educación popular. Obviamente este papel de la mujer se había limitado durante los años 90 y en la segunda intifada, porque hablamos de una sociedad más religiosa, más islamizada, tras la creación de Hamás y el resto de movimientos religiosos. Pero en la situación actual, llama la atención el papel de las mujeres, en la calle, en la organización, en todo: desde la primera línea de las manifestaciones, hasta las abogadas que defienden a los detenidos o las que fotografían la represión y documentan las violaciones de derechos. También en la organización del movimiento: en la coordinación de las movilizaciones, escribiendo los panfletos o los posters o las canciones que suenan en las calles. Los abusos y detenciones de mujeres a manos de las fuerzas israelíes buscan intimidarnos.
¿Puedes contarnos qué es Tal’at y cómo nace?
Es un movimiento de mujeres palestinas que significa “Estamos saliendo”, cuyo objetivo es denunciar la ocupación y el patriarcado: Palestina no puede ser libre si sus mujeres no son libres. Surgió tras el asesinato de Israa Grhayeb, una mujer de Belén. La mataron por tener una relación contra la voluntad de la familia, fue un crimen de honor. Luchamos contra el colonialismo, contra la ocupación y también contra el patriarcado. Gracias a la acción pública podemos ver la interseccionalidad entre la lucha feminista, la lucha contra el patriarcado y también la lucha contra el colonialismo. Comprender como los sistemas de opresión se entretejen es importante para entender sus orígenes y cómo podemos resistir. Es una acumulación histórica, de la lucha de varias generaciones. Nuestra lucha contra la ocupación y por un cambio social que es aún más difícil. Porque para cambiar lo que está ocurriendo en tu sociedad, en tu comunidad, tienes que empezar desde el punto cero. Cambiar la mentalidad de nuestros hermanos, nuestros padres, nuestros amigos. Y este cambio es dificilísimo, pero en momentos vemos rayos de esperanza al final del túnel. También hay momentos de impotencia. Hay una generación nueva de chicas y ojalá también de chicos que quieren cambar las cosas. Porque tenemos claro que el cambio social no es solo para las mujeres: es para toda la sociedad.
Creo que con nuestra participación en la calle, en el espacio público, en nuestra confrontación con las tradiciones podemos contribuir también a reprimir los valores represores contra los hombres, los chicos, los jóvenes, los que son diferentes. Esta es la interseccionalidad de nuestras luchas, la conexión entra la lucha nacional y la lucha feminista contra el patriarcado.
¿Cómo es la dialéctica entre ocupación y patriarcado?
Nos basamos en la obra de pensadoras feministas como Angela Davis o Silvia Federici, que desarrollaron la conexión entre la lucha de clases, contra el colonialismo, contra el racismo internacional y la lucha de las mujeres. Y no sólo es la teoría de la interseccionalidad, sino lo que podemos ver en la calle. Cuando la policía israelí ataca o abusa sexualmente de una manifestante, o cuando va a ver a sus padres a contarles lo que ha hecho, vemos una sociedad conservadora que presiona a las mujeres para que no participen en las protestas. Son manifestaciones de la conexión entre el sistema de ocupación y el sistema patriarcal.
También lo vemos en las leyes sobre la reunificación familiar o sobre la propiedad de la tierra o en el impacto que tiene la política de demolición de viviendas sobre las mujeres más pobres. Patriarcado y ocupación son sistemas conectados. No habrá una Palestina libre sin la liberación de sus mujeres. Sin un cambio radical en nuestras formas de pensamiento y de lucha. La lucha por la liberación está en las calles, en nuestras casas, en los puestos de trabajo. A esos lugares tenemos que dirigir nuestra movilización.
¿Qué opinas de las direcciones tradicionales palestinas, Al-Fatah y Hamás?
Yo personalmente no apoyo a ninguno de estos dos movimientos. Muchas palestinas y palestinos vemos a la Autoridad Palestina [bajo control de Al-Fatah] como una extensión, un agente de la ocupación en Cisjordania. Esto ha sido muy claro en los últimos años, y ahora también: la policía palestina y sus fuerzas de inteligencia han detenido a muchos activistas en virtud de la llamada “coordinación de seguridad”. Desde su fundación, la Autoridad Palestina ha jugado un papel muy claro en consolidar la ocupación, en reprimir los palestinos y en ayudar la ocupación. Sobre Hamás, es un movimiento religioso patriarcal. Hay que distinguir cuando hablamos de resistencia, todas las palestinas y los palestinos la apoyamos porque es una resistencia anticolonial, contra la ocupación. Pero como partido, en Gaza, donde gobiernan desde 2007 han jugado un papel de represión contra la libertad de expresión y las libertades de las mujeres. Es muy complicado cuando la única fuerza militar de resistencia es una fuerza islamista, muy antifeminista, anti mujeres y antilibertad.