Por Migue Sorans
La Asamblea Nacional Popular es como un parlamento nacional de casi 3 mil miembros. Es parte del régimen dictatorial de partido único, del Partido Comunista China (PCCh). Sus miembros son totalmente digitados por el partido. Los debates son escasos y las votaciones raramente tienen disidencias. La Asamblea votó, por ejemplo, con 2878 votos a favor, uno en contra y 6 abstenciones el proyecto de la “ley de seguridad nacional” que busca criminalizar, en Hong Kong, toda voz disidente y manifestaciones contra el gobierno.
Pero lo más llamativo es que no pudieron votar ninguna meta de crecimiento económico y que su objetivo es ser “una sociedad modestamente acomodada” para finales de 2020.
¿Qué significa esta definición? Ya no hablan de gran potencia ni de socialismo. Es una definición tan difusa que puede ser cualquier cosa. Lo que está reflejando es el temor de la conducción de Xi Jinping ante la llegada de la crisis capitalista global a China. El temor a nuevos traspiés económicos o políticos que generen una inestabilidad social que lleve al cuestionamiento del régimen. Ya el régimen sufrió una mini crisis política por el retraso de responder al surgimiento del coronavirus en la ciudad de Wuhan. Hubo muchas protestas en las redes al saberse que el gobierno no escuchó las alertas de varios médicos. El punto más alto, que desató el crecimiento de
las protestas del pueblo chino, fue el caso de censura y represión al médico oftalmólogo Li Wenliang. Este médico de 34 años, que trabajaba en los hospitales de Wuhan, fue el primero en advertir la gravedad del virus ya en diciembre. Contrajo el virus y terminó falleciendo a mediados de enero.
Los avances del desempleo en China
Ya antes de la pandemia, la economía capitalista china había reducido su crecimiento al ritmo más bajo desde 1992, como parte de la crisis global.
La parálisis económica que sufrió China, por casi tres meses, no ha hecho más que incentivar esa tendencia. Recién ha empezado a ponerse en movimiento la industria y la economía. Pero China también va a sufrir el párate mundial y la mayor crisis de la historia del capitalismo. El comercio mundial está afectado. Por otro lado, en China hay instaladas más de 70 mil multinacionales que también querrán descargar la crisis en sus fábricas locales.
El primer síntoma es que crece el desempleo. En abril el cálculo oficial daba 6%. Dato que pocos cree real, ya que no se tomaría en cuenta las zonas rurales y los millones que migraron de las ciudades a sus provincias durante la pandemia, y que no han vuelto. Tampoco se puede dar por terminada la pandemia. Ya hubo rebrotes, por ejemplo, en Beijing. Por eso el gobierno está preocupado en otorgar subsidios para “estabilizar y ampliar el empleo” y “rebajar la carga impositiva a las Pymes” (Datos Clarín, Argentina, 21/5/2020).
Lejos de “modestamente acomodados”
Todo indica que la clase trabajadora china está muy lejos de la supuesta “sociedad modestamente acomodada”. En un país con 1.400 millones de habitantes, existen 1.000 millones con un nivel de vida muy bajo. El salario mínimo industrial se calcula en cerca de 300 dólares. En las zonas rurales el salario es aún más bajo y se calcula que 82 millones viven debajo de la línea de la pobreza (datos Banco Mundial 2018). Ahora crecen los despidos y
las rebajas salariales.
La experiencia de los trabajadores y trabajadoras de la confección en una fábrica, situada en el Delta del Río de las Perlas es una muestra de la situación crítica que se vive.
Es interesante este relato de China Labour Bulletin (CBL)*: “Según las normas del gobierno provincial de Guangdong (Cantón, NdT), el personal tenía que volver a trabajar el 10 de febrero. Pero como el riesgo de infección de Covid-19 era todavía elevado, la dirección les pidió a todos los empleados que hicieran un “sacrificio por el bien de la empresa” y que tomaran una licencia no remunerada hasta el final del mes”.
“Una vez que la fábrica reanudó la producción a principios de marzo, la propagación de la pandemia en
Europa y en los Estados Unidos provocó la cancelación repentina de los pedidos y la falta de trabajo para los empleados de la línea de producción. Primero, la dirección anuló todas las horas extras y luego comenzó a pedirle al personal que “renunciara” a su trabajo”.
“Los salarios de los trabajadores y trabajadoras de la fábrica bajaron de manera espectacular. Antes de la pandemia, el personal trabajaba normalmente seis días por semana y hacía suficientes horas extras para ganar más de 5.000 yuanes en los meses de más trabajo (unos 650 euros). Pero ahora, sin horas extras y sólo con el salario básico, los trabajadores y trabajadoras cobran 2.000 yuanes por mes (300 euros), lo que no llega ni siquiera a ser un salario de subsistencia en las ciudades del Delta del Río de las Perlas” (31/05/2020).
Todavía no se ha dado un crecimiento de las huelgas por el riesgo de contagio del coronavirus y también por la presión a las cesantías. Igual se han registrado 142 protestas, según el CBL, en los primeros cuatro meses del año. Está abierta la posibilidad que, al ritmo de una vuelta al trabajo y del retome de mayor actividad económica, la clase trabajadora china, junto a la continuidad de las protestas juveniles y populares en Hong Kong, desate nuevas huelgas y protestas que cuestionen el ajuste capitalista de la dictadura china y las multinacionales.