Por Mercedes Petit • mpetit@izquierdasocialista.org.ar
(Publicado en Correspondencia Internacional Nº 29, agosto-diciembre 2010)
Repitiendo la liturgia habitual sobre la “defensa de la revolución” y el “socialismo”, el 1º de agosto el Parlamento cubano aprobó la ampliación del cuentapropismo, negociar la construcción de 16 canchas de golf y descongelar la venta de casas a extranjeros, reducir las retenciones bancarias a las multinacionales, entre otras medidas, y anunció el objetivo de suprimir más de un millón de empleos estatales. ¿Es cierto que así “actualizan el socialismo”? No. La mala noticia es que, por el contrario, estas medidas son parte de un plan de ajuste capitalista para que los trabajadores cubanos paguen la crisis.
Millones de personas en el mundo simpatizan con la revolución cubana y repudian el bloqueo yanqui. Las noticias sobre caídas en la economía, fracasos en la producción agrícola, huracanes y otras penurias para el pueblo cubano son motivo de preocupación y solidaridad para muchísimos luchadores. En este contexto, los recientes anuncios del Parlamento y Raúl Castro son parte de un debate de larga data. ¿Son medidas de emergencia, en defensa del “socialismo”, ante la crisis económica mundial y el bloqueo, como dice la dirigencia del Partido Comunista (PC) cubano? En nuestra opinión, no es así. Lamentablemente, estas medias son continuidad y consecuencia de una política de restauración del capitalismo en Cuba. Por eso se reinstaló la desigualdad social y la miseria que habían sido desterradas por la revolución socialista1. Los recientes anuncios anticipan un plan de ajuste en beneficio de las miles de empresas privadas extranjeras afincadas desde hace rato en la isla.
Una red de mentiras
En el Parlamento, Raúl Castro repitió una vez más la frase infaltable: “el socialismo es irrevocable” (Granma, 2/8). El ministro de Economía afirmó que no están copiando ni a China ni a Vietnam: “El modelo económico cubano tiene que tener una característica, la defensa de la revolución y la ratificación del socialismo”, y que “se ha descartado cualquier reforma capitalista” (Página 12, 2/8).
Estas son mentiras que vienen sosteniendo los hermanos Castro y el PC cubano desde hace casi dos décadas. Su doble discurso es bendecido sin problemas por los gobiernos de España o Brasil, e incluso por altos funcionarios norteamericanos. Veamos algunos ejemplos recientes.
El canciller español hizo gestiones junto a la cúpula de la iglesia cubana ante el gobierno, que culminaron con la liberación de presos políticos en julio. Entonces declaró que “él no le sugirió a Raúl Castro avanzar en un proceso de reformas sociales, sino que ha sido el propio presidente cubano quien ha mencionado su voluntad de seguir avanzando en un proceso de reformas económicas y sociales, y tiene las ideas muy claras al respecto” (Clarín, 9/7).
El canciller de Brasil, Celso Amorín, decía en un reportaje poco después: “Cuba es un estado en evolución, y su sistema político también irá a evolucionar para acompañar los cambios económicos que ya están en marcha según testimonian nuestras empresas que hacen inversiones en ese país.” (Clarín, 1/8)
La estadounidense Sarah Stephens, directora del Centro para la Democracia en las Américas, estaba en La Habana en julio con un grupo de legisladores y expertos yanquis, para hablar de energía y problemas ambientales. Criticando el bloqueo de su país contra Cuba, señaló que no se ve el “panorama más general”. Según ella, al liberar a los presos, y con la mediación de la Iglesia, Raúl Castro está enviando un mensaje al gobierno de EE.UU. sobre cómo va a seguir avanzando en los cambios, y que está decidido a hacer las reformas económicas (Clarín, 22/7).
La Cámara de Comercio de EE.UU. y otros grupos que vienen exigiendo el levantamiento total del bloqueo (con voceros como The New York Times y el Washington Post) redoblaron su presión. El vicepresidente Myron Brillant dijo en el Congreso: “El aislamiento no ayuda a la renovación política. El camino más rápido para mejorar la forma de vida en la isla es tener relaciones comerciales, turísticas y políticas” (La Nación, 9/7). Añadió dramáticamente: “Se nos están escapando fuentes de trabajo”, por los negocios perdidos ante empresarios canadienses y brasileños. Y con la insolencia propia del imperio, dijo: “El gobierno cubano es una reliquia” (Clarín, 11/7)
En síntesis, mientras en los discursos nunca faltan los juramentos por el socialismo (que son repetidos por los castro-chavistas de todos lados), la vida real transcurre por otros carriles. Gobiernos y empresarios discuten con naturalidad la marcha de sus relaciones comerciales e inversiones en Cuba. Y muchos empresarios y parlamentarios yanquis reclaman a Obama poder participar ampliamente en ellos. Ninguno cuestiona ni se preocupa por las declaraciones oficiales de rechazo al capitalismo y reafirmación del “socialismo”.
¿Qué trata de ocultar ante el pueblo cubano y la vanguardia luchadora y de izquierda de todo el mundo la red de mentiras montada desde el PC cubano y apuntalada por los gobiernos y empresarios con los cuales hacen negocios? Que el gobierno de Fidel y Raúl Castro, esa dictadura estalinista de partido único, hizo un giro de 180 grados desde la década de los noventa, restaurando el capitalismo que se había desterrado con el triunfo de la revolución.
El “modelo económico cubano” es, desde hace rato, un capitalismo de multinacionales, empresas mixtas y superexplotación de sus trabajadores, manejado por una burocracia corrupta, dictatorial y mentirosa. Por eso el pueblo cubano viene perdiendo sus conquistas, y han aparecido una galopante desigualdad social y los flagelos de ajuste, desempleo y salarios miserables característicos del capitalismo. Mientras las nuevas medidas anuncian despidos de empleados estatales y la ampliación del cuentapropismo, no debemos olvidar que los grandes negocios están hace rato en manos de las multinacionales y las empresas mixtas con los burócratas. Y que todos ellos mienten para esconderlo.
Cuentapropismo y ajuste
En los días previos se venían instalando interrogantes y expectativas por la reunión semestral del Parlamento, ligadas al deterioro de la situación económica de Cuba desde 2008. Una baja del turismo por la crisis mundial, la caída del precio del níquel, así como el fracaso de la zafra del azúcar y del plan de desarrollo agrícola (ver ‘La crisis de…’), agravaron las penurias por los salarios de hambre (en promedio, diez o quince dólares por mes) de la mayor parte de la población.
Según Raúl Castro, se aprobaron “importantes decisiones que constituyen en sí mismas un cambio estructural y de concepto en interés de preservar y desarrollar nuestro sistema social y hacerlo sostenible en el futuro”. Como siempre, no olvidó agregar que “el socialismo es irrevocable” (Granma, 2/8).
Los titulares de los diarios destacan la ampliación de los pequeños negocios por cuenta propia, que ya existían hace tiempo, por ejemplo, en la gastronomía (los “paladares”), las ferias artesanales para el turismo o las quintas que venden directamente sus productos vegetales. También en un extendido mercado negro o actividades clandestinas de todo tipo (taxis ilegales, compra y venta de repuestos, grabación de CDs o películas, y un largo etcétera). Ahora se legalizan más actividades que podrán contratar empleados y pagarles sus sueldos, pagando un alquiler e impuestos al Estado. Se autorizó el funcionamiento de taxis privados. Este año ya se había legalizado a las peluquerías.
También se anunció el inicio de negociaciones para construir 16 canchas de golf (ahora hay sólo dos) con capitales internacionales y para retomar la venta de casas a extranjeros, abierta en los ´90 y luego congelada (ver ´Más golf…`). Esto está acompañado por una renegociación de las obligaciones de la deuda externa con acreedores internacionales (que suman entre 600 y 1.000 millones de dólares) y la reducción de las retenciones bancarias a empresas extranjeras.
Pero, sin duda, lo más llamativo fue el anuncio de que habrá una reducción paulatina del empleo público de más de un millón de trabajadores (datos Granma, Página 12, Clarín, La Nación, 2/8). La reaparición pública de Fidel Castro desde los días previos sirvió para instalar con firmeza su apoyo a Raúl, quien descartó que haya ninguna lucha entre ortodoxos y reformistas, y que “su unidad es más sólida que nunca” (Granma, 2/8).
Suprimir más de un millón de puestos de trabajo
Desde abril de 2009, el gobierno revisó el presupuesto y comenzó una política de ajuste. Se retrasaron o suspendieron pagos a proveedores, volvieron medidas de racionamiento de energía (que no se daban desde el “período especial”, luego de la caída de la URSS). Respecto de los empleados del Estado, Raúl Castro había hecho en marzo de 2010 un importante alerta en su discurso en el Congreso de la Unión de las Juventudes Comunistas, pronunciado el 4 de abril de este año. Dijo entonces que había un “exceso de plazas” de más de un millón y que “éste es un asunto muy sensible que estamos en el deber de enfrentar con firmeza y sentido político”. Al mismo tiempo, se quejó de que existía una falta crónica de “constructores, obreros agrícolas e industriales, maestros, policías y otros oficios indispensables que poco a poco van desapareciendo”.
En el Parlamento, Raúl Castro dijo que “luego de meses de estudio en el marco de la actualización del modelo económico cubano, el Consejo de Ministros en su última reunión […] acordó un conjunto de medidas para acometer, por etapas, la reducción de las plantillas considerablemente abultadas en el sector estatal”. Será un proceso paulatino, cuya primera fase concluirá en el primer trimestre de 2011, para despedir a más de un millón de trabajadores estatales “innecesarios” o “improductivos”.
La fundamentación de Raúl fue brutal: “Hay que borrar para siempre la noción de que Cuba es el único país del mundo en el que se puede vivir sin trabajar” (Granma, 2/8). Es otra de sus cínicas mentiras. Cuba es el único país del mundo donde se trabaja casi gratis.
Trabajadores especializados, médicos, maestros o enfermeras reciben sueldos que oscilan entre los 10 o 15 dólares (la mayoría) y los 35 o 40 (los más altos puestos de dirección en hospitales o escuelas). Son los datos oficiales, y por eso cada vez hay menos “oficios indispensables”, como se quejaba Raúl Castro en su discurso de abril. Para abastecer las aulas han apelado a que vuelvan maestros jubilados. Los médicos salen a trabajar al extranjero, para enviar dinero a sus familias y ahorrar algo, mientras se vacían los hospitales y los pacientes, para ser atendidos, tienen que darle dinero al personal mal pago.
La prueba más contundente de que en Cuba se ha instalado la miseria capitalista la expresa el economista oficial Omar Everleny Pérez Villanueva, que dice: “no se logra dar la solución necesaria a los ingresos de una mayoría de las familias cubanas (existen segmentos de la población que no llegan a cubrir sus gastos con los ingresos formales que perciben, lo que los obliga a recurrir a fuentes alternativas o prescindir de un conjunto de bienes y/o servicios)” y que, “al cierre de 2008, el salario real equivalía a 45 pesos del año 1989, es decir, representaba un 24%.”2 Dicho de otra manera, los trabajadores cubanos perdieron en 20 años el 76% del valor de sus salarios. Ese es el verdadero rostro de la Cuba capitalista de los hermanos Castro.
El Estado cubano, agencia de trabajo para las multinacionales
Nadie pone en duda que aproximadamente el 95% de los asalariados son empleados estatales. Son datos oficiales. Pero, ¿significa esto que el 95% de los medios de producción y servicios son estatales? No, todo lo contrario. Esta es una de las perversas particularidades del capitalismo cubano, donde casi lo único que queda estatal es el empleo.
La mayor parte de la producción, servicios y el turismo son privados, bajo la forma de empresas mixtas (ver ‘Las empresas mixtas…’). Los empresarios se asocian con el Estado, que les brinda esa mano de obra estatal, calificada y súper explotada, y así garantiza altas ganancias a españoles, canadienses, chinos, rusos, brasileños o venezolanos.
A todos esos trabajadores se les paga salarios miserables, como dijimos antes, en la devaluada moneda nacional, mientras que la mayor parte de los productos se compran en cucs, equivalentes a un dólar (24 pesos = 1 cuc = 1 dólar).
En el turismo y en La Habana hay más rebusques. En el interior, la situación es mucho peor. Por eso se generaliza el robo, la corrupción y el mercado negro, que son formas de resistencia a la miseria. Veamos un ejemplo práctico. Un guía bilingüe de turismo, que trabaja 12 o 14 horas por día, recibe un salario estatal mensual de 400 pesos (17 dólares). La multinacional que lo usa le paga al estado cubano 150 dólares, que se embolsa la diferencia. Por eso el pueblo cubano vive “inventando” cómo conseguir un poco más de cucs, para lograr un ingreso apenas digno.
Ahora, de esos más de cuatro millones de trabajadores estatales con sueldos miserables, se pretende “reubicar”, como dicen los funcionarios y los sindicalistas corruptos, a más de un millón, es decir, entre el 20 y 30 por ciento. Son despidos encubiertos, ya que se los obligaría a reubicarse en la agricultura o la construcción, sectores ya en crisis y que no logran que despeguen (en la construcción no hay planes de viviendas populares, sólo se construyen hoteles de lujo). Y ya antes se anunció la limitación del seguro de desempleo, reducido a sólo seis semanas.
Hay datos de que esta reforma laboral ya arrancó este año en forma incipiente, al calor de las dificultades económicas. En el turismo, ya hubo trabajadores que perdieron sus empleos en la temporada baja o fueron trasladados a granjas aún administradas por el Estado. En Varadero hubo denuncias de empleados suspendidos sin salario por varios meses. Mientras estas cosas ocurren, la ministra de Trabajo y Seguridad Social, Margarita González, con cola de paja, recitaba su mentira correspondiente: “Cuba no aplicará despidos masivos al estilo de los ajustes neoliberales” (Clarín, 19/8).
Ofensiva capitalista sin derecho de huelga ni libertad sindical
El proyecto de reducción de más de un millón de empleos estatales es totalmente funcional a favorecer las ganancias del esquema capitalista que practica el gobierno de Raúl Castro y el PC cubano. Es parte de otras medidas que vienen implementando, como la reducción o directamente el cierre de comedores obreros, la revisión y retiro de subsidios y gratuidades en actividades de la cultura, el deporte o la alimentación de estudiantes (que ya se movilizaron reclamando por la pésima calidad de la comida). Y se viene anunciando la desaparición definitiva de la tradicional “libreta de racionamiento”, que hace tiempo ya casi ha dejado de ser efectiva en los hechos.
Estos ajustes vienen provocando un creciente malestar popular. Pero en Cuba los trabajadores no tienen para defenderse el elemental derecho de huelga que existe en la mayor parte de los países capitalistas. Los sindicatos no son otra cosa que “oficinas” del ministerio de Trabajo, sucursales de la dictadura del partido único. No existe el derecho de organizarse, discutir, hacer asambleas que debatan libremente toda esta situación que está atravesando el pueblo cubano y cómo enfrentar los despidos y los bajos salarios. Con el argumento mentiroso de no servir “a la contrarrevolución” y “no hacer el juego al enemigo”, se impide la democracia obrera, se prohíbe hacer huelga o simplemente una movilización callejera pidiendo aumento de sueldos. Mientras tanto, opositores que son acusados de “contrarrevolucionarios” por el gobierno, como por ejemplo el economista disidente (del grupo de los 75) Omar Espinoza Chepe, saludan como positivos los anuncios económicos del Parlamento (Clarín, 3/8)
Una olla a presión
En febrero de este año, la muerte del preso en huelga de hambre Orlando Zapata fue un sacudón que instaló una crisis política en el país. Al día siguiente, un periodista también disidente, Guillermo Fariñas, comenzó en su casa otra huelga de hambre. Hubo expresiones de artistas e intelectuales de otros países que repudian el bloqueo y se solidarizan con el pueblo cubano3. Pablo Milanés se atrevió a decir que “hay que condenar a Fidel Castro, desde el punto de vista humano, si el disidente Fariñas muere de hambre”, y calificó de “farsa” a las elecciones que se hicieron en abril. La escritora Lucía Portela, integrante de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, alzó su voz solitaria y crítica, diciendo “Basta ya… que venga lo que venga”.
El malestar social es creciente, no sólo por la falta de libertades, sino por el cada vez más bajo nivel de vida, aunque la represión sofoca la expresión de protestas. Pero en octubre de 2009 se conocieron protestas y reclamos estudiantiles en el Instituto Superior de Arte de La Habana, por la mala comida y la falta de higiene. Antes se habían dado denuncias por la falta de derechos para viajar libremente al exterior. Y cada vez más se van dando expresiones de rebeldía juvenil, en gran medida clandestinas. Como grupos musicales del tipo del roquero Gorki Aguila, los raperos Los Aldeanos, Escuadrón Patriota, entre otros, con canciones contra el régimen, la burocracia, de denuncia social y por libertades. Corren por abajo miles y miles de copias de CDs que se van reproduciendo. Un acceso un poco mayor a internet (los cubanos fueron autorizados a usarla en los hoteles, pero es muy cara), también amplía la difusión de información y reclamos. Así surgió la ahora famosa bloguera Yoani Sánchez, que comenta críticamente las dificultades cotidianas y el burocratismo, manteniendo cierta distancia con la gusanería.
Este es el marco en el cual en el mes de julio el gobierno aceptó la mediación de la Iglesia Católica y el canciller español para comenzar a liberar a 52 presos políticos, de los cuales ya varios han viajado a España. Es un logro importante en el terreno de los derechos humanos. Pero no olvidemos que el español y otros gobiernos que reclaman por libertades, son los representantes de las multinacionales que están haciendo suculentos negocios con la actual dictadura, que logra el milagro de que millones de personas trabajen casi gratis.
Tanto entonces como luego de los anuncios del Parlamento, casi todos los comentaristas, incluyendo a los yanquis, han insistido en que son pasos encaminados a fortalecer la inversión de capitales en la isla. Y, agregamos, también son parte del gran objetivo del gobierno: fortalecer su control político de la situación, que se les complica por las dificultades económicas y sociales que se les vienen acumulando.
Por una nueva revolución socialista
En uno de sus temas, Viva Cuba Libre, los raperos Los Aldeanos dicen que “con Ernesto Che Guevara, comandante de verdad, estoy firme”. Nunca más oportuna y necesaria la apelación a Guevara. Recordar la batalla contra la burocracia y los privilegios que caracterizaba su gestión dentro de los primeros años de gobierno. Sus críticas a la creciente subordinación de Cuba y el castrismo a la burocracia del Partido Comunista de la Unión Soviética. Y su frase tan célebre: “revolución socialista o caricatura de revolución”. Fidel la fue negando en los hechos y en las palabras. Recordemos, por ejemplo, cuando les dijo a los sandinistas en 1979 que no hicieran de Nicaragua otra Cuba, que no avanzaran hacia la ruptura con la burguesía y la revolución socialista. Y la negó definitivamente cuando, en la década de los noventa, inició el camino directo de la restauración capitalista.
Por eso, ya no alcanza con el rechazo al bloqueo y con la imprescindible solidaridad con el pueblo cubano. Se plantea la pelea por una nueva revolución socialista, para revertir el cambio económico-social hacia el capitalismo impuesto por los Castro, junto a la lucha política, a una revolución contra el régimen dictatorial para imponer libertades políticas para todo el pueblo.
Alentamos la movilización obrera, popular, estudiantil y campesina para exigir un salario digno, terminando con los 10 o 15 dólares del actual sueldo estatal. Por un mínimo de 250 o 300 cucs, aboliendo el sistema perverso de la doble moneda. Basta de tiendas y mercados para ricos y otros para pobres. Basta de salarios especiales y privilegios para la burocracia gobernante. Más inversión en salud y educación. No a las empresas capitalistas, sean mixtas o totalmente privadas. Por la reestatización de las empresas bajo control y administración obreras, en el marco de un plan único centralizado.
Plenos derechos para la movilización y organización independiente de los trabajadores, los campesinos y estudiantes. Derecho a disentir, protestar y hacer huelga. Plena independencia de los sindicatos respecto del Estado y el gobierno. Por la democracia obrera, para hacer sus reclamos y cambiar a los dirigentes y formar nuevos sindicatos.
Plenas libertades para el pueblo cubano, nada para los gusanos de Miami. Basta de presos políticos; contra el régimen de partido único y por la libre formación de partidos políticos. Total libertad para entrar y salir del país a todos los cubanos. Libre uso de Internet, no a la censura a la música, el arte y la información. Libertad para los jóvenes, con derecho a organizar centros estudiantiles y exigir libremente sus reclamos.
Por un plan económico nacional que arranque por recuperar el monopolio del comercio exterior, elimine el sistema bimonetario actual y dé aumento inmediato y sustancial de salarios. Por una nueva planificación económica con democracia obrera, que ataque la diferenciación social, la corrupción de los de arriba y revierta la restauración capitalista. Recuperar las conquista en salud y educación logradas en los primeros años de la revolución. El gobierno de los Castro y el PC no está al servicio del pueblo cubano, hay que reemplazarlo con la movilización, por un gobierno de los trabajadores, para lograr el verdadero socialismo con democracia obrera. Para ello alentamos la construcción de una nueva dirección revolucionaria, un nuevo partido socialista que retome las banderas del Che y de la primera revolución socialista.