Por Partido Democracia Obrera (IDP), sección de Turquía de la UIT-CI
Las políticas racistas, discriminatorias y agresivas hacia los refugiados se han ido fortaleciendo y generalizando en los últimos tiempos en Turquía. El ataque racista contra sirios que tuvo lugar en el distrito de Altındağ de Ankara fue un ejemplo llamativo de esta situación. En Altındağ, lo que ocurrió no fue solo un linchamiento a los sirios; sus tiendas y casas también fueron saqueadas por los racistas. Lo peor es que la campaña racista contra los refugiados afganos también ha ido ganando más terreno al pasar de los días.
Cabe señalar que el principal responsable de esta hostilidad generalizada hacia los refugiados es el gobierno de Erdogan del Partido de la Justicia y el Desarrollo, AKP por sus siglas en turco, que ha aplicado una política hipócrita e interesada sobre los refugiados. Ya hemos sido testigos de las políticas y la actitud contra los sirios que emigraron a Turquía huyendo de la opresión y la violencia de la dictadura de Assad, y de las organizaciones islamistas radicales en su país. Es muy probable que estas políticas y actitud se reproduzcan ahora contra los afganos que huyen de Afganistán, después de que los islamistas radicales talibanes tomaran el control de Kabul.
El objetivo de Erdogan y el gobierno del AKP es doble. En primer lugar, mientras el gobierno intenta crearse una imagen de «supuesto defensor de los derechos humanos» con la apertura de sus fronteras y la admisión de refugiados en el país, se niega a conceder el estatus legal internacional existente de refugiado a los que han empezado a vivir en el país. En su lugar, sigue inventando nuevos estatus legales para los refugiados según sus propios intereses inmediatos. Una de las consecuencias más fundamentales de esto es que los refugiados que huyen de la guerra o del entorno de conflicto en su propio país acaban teniendo estatutos intermedios respecto al derecho internacional cuando llegan a Turquía. De hecho, estos singulares estatutos intermedios permiten al gobierno alcanzar su objetivo principal: proporcionar una nueva fuente de trabajo para imponer nuevas condiciones laborales miserables en beneficio de la patronal. Al hacer esto, el gobierno del AKP y Erdogan avanza aún más en su objetivo de convertir a Turquía en uno de los paraísos de mano de obra barata del capitalismo mundial, por un lado, y trata de crear una división artificial entre los trabajadores de Turquía a través de provocaciones racistas, por el otro.
En segundo lugar, el lado manipulador e interesado del gobierno, se revela en su intento de utilizar a los refugiados que han llegado al país como moneda de cambio frente a los países de la UE para asegurar la entrada de dinero al país. En este sentido, el impacto de las agresivas políticas de inmigración de los países de la UE que impiden que los refugiados lleguen a Europa crea una situación de la que el gobierno podría sacar beneficios para sí mismo.
Mientras que estas políticas del gobierno mencionadas anteriormente son los factores principales en el aumento de las actitudes racistas y agresivas hacia los refugiados, la oposición burguesa que explota la xenofobia con la esperanza de aumentar sus votos, juega un papel importante en el fortalecimiento de esta imagen discriminatoria en la sociedad turca. Tanto las últimas declaraciones del alcalde de Bolu del Partido Republicano del Pueblo, CHP por sus siglas en turco, que en el pasado estuvo en la mira por su retórica racista, como la declaración de Kılıçdaroğlu, dirigente del CHO, de que enviarán a los sirios de vuelta a su hogar sin especificar cómo exactamente, encajan en este marco.
En un entorno así, el principal factor del que debemos ser conscientes los trabajadores y los oprimidos es que el origen de nuestros problemas no son los refugiados que tuvieron que huir de las guerras y los regímenes dictatoriales de sus países, sino el capitalismo y los gobiernos que lo sostienen. Los que nunca se han pronunciado contra las ocupaciones imperialistas, los regímenes dictatoriales, los empresarios que ven en los inmigrantes una mano de obra barata. La UE que ha convertido a Turquía en un guardián de fronteras, o las políticas de inmigración hipócritas y pragmáticas del AKP y Erdogan, ahora prefieren alimentar la xenofobia apuntando a los refugiados. Las organizaciones de clase deberían alzar la voz contra la xenofobia; los sindicatos deberían desarrollar políticas para incluir a los refugiados que forman parte de la clase trabajadora, y el movimiento socialista debería oponerse al racismo y denunciar las hipócritas políticas de refugiados de la UE, Erdogan y el AKP de forma más sistemática.
10 de septiembre 2021