Por José Castillo, dirigente Izquierda Socialista de Argentina
Las noticias sobre la posible quiebra de la mayor constructora china provocó un tembladeral en las bolsas de valores de todo el mundo. Más allá de como termine este episodio, nos encontramos frente a un espejo del funcionamiento del capitalismo chino y sus relaciones con la especulación financiera internacional.
Evergrande es la empresa constructora más grande de China y uno de los puntales del capitalismo de ese país. Se trata de un gigantesco conglomerado con más de 200.000 trabajadores y uno de los principales cotizantes de la bolsa de valores de Hong Kong. La empresa creció a la sombra de los privilegios otorgados por los sucesivos gobiernos del régimen dictatorial capitalista del Partido Comunista chino (ver “Xu Jiayin, el rey de la deuda”). Lo hizo gracias a contratos otorgados por el gobierno, construyendo gigantescos conglomerados de viviendas, obteniendo superganancias con la superexplotación de sus trabajadores, en lo que era entonces la mano de obra más barata del mundo. Luego se siguió expandiendo, basada en el endeudamiento en los mercados globales. Y, por sobre todo, aprovechándose del mecanismo típico de las burbujas especulativas inmobiliarias: vender propiedades por adelantado, proponiendo a los inversores enormes rentabilidades ya que el precio de la vivienda estaba creciendo exponencialmente. Cuando el valor de las propiedades empezó a bajar, y la empresa no pudo responder a esas expectativas de ganancias, pagó endeudándose a través de la obtención de nuevos fondos. Obviamente, esta burbuja especulativa en algún momento iba a terminar estallando.
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La crisis se desata porque Evergrande acumula deuda por más de 300.000 millones de dólares, ya transformada en impagable, expandiendo su crisis sobre los tenedores de esas deudas (que incluyen bancos y empresas tanto chinas como del resto de mundo, y también sus propios empleados), y a la vez, suspendiendo sus construcciones, estafando así a los millones que ya han pagado por ellas.
El tembladeral que produce la noticia de la posible quiebra de Evergrande generó caídas en todas las bolsas del mundo. Demostrando los hilos que existen con otras firmas transnacionales que han invertido en ella y con los bancos imperialistas que le han otorgado créditos. Parte, en última instancia, del entramado entre el capitalismo imperialista yanqui y europeo con el chino.
Al cierre de esta nota no sabemos si el gobierno chino finalmente rescatará a Evergrande, asumiendo sus pérdidas, para evitar una crisis de consecuencias inmanejables. O si, por el contrario, sucederá como en Estados Unidos en septiembre de 2008, donde la Reserva Federal dejó que cayera uno de los principales bancos de inversión del mundo de entonces, Lehman Brothers, con la esperanza de que así se “limpiaría el mercado” de capitales quebrados, generando como contrapartida el punto más crítico de la crisis que había comenzado a desatarse un año antes. ¿Es Evergrande el punto de partida de una nueva crisis aguda del capitalismo imperialista, de consecuencias impredecibles? No lo sabemos. Sí podemos asegurar que la actual implosión del gigante chino nos muestra el estado actual del capitalismo chino, una gran señal de su crisis y sus consecuencias a partir de las íntimas relaciones que ya ha establecido con el establishment financiero capitalista imperialista a escala global.