Por Lucha Internacionalista (sección de la UIT-CI en el Estado español)
18/11/2021. El martes 16 saltaba la huelga indefinida del metal en Cádiz ante el bloqueo en la negociación del convenio. La patronal quiere imponer fuertes recortes en salario y derechos: exige eliminar dos pagas extras, aumentar la jornada laboral, quitar pluses y se niega a recuperar los de riesgo tóxico, penoso y peligroso, y además quiere crear una nueva categoría por debajo del especialista. Los trabajadores y trabajadoras convocaron dos días de huelga en el mes de noviembre, que fueron un éxito. Pero la patronal no cede y, tras varias asambleas y a pesar de las trabas que ponían los sindicatos oficialistas de CCOO y UGT, se convocó huelga la indefinida. Su impacto, en especial en la Bahía de Cádiz ha sido absoluto, con fuertes movilizaciones y enfrentamientos con la policía.
Los trabajadores quieren impedir que continúe el proceso de desindustrialización y caída de las condiciones laborales que arrastran desde hace años. Las dos factorías de Airbus (una amenazada con cierre inminente y que mantuvo una dura lucha), las tres Factorías de Navantia (Astilleros Públicos) y la de Dragados, son prácticamente lo que queda de industria en la zona. En una clara apuesta por el turismo de los diferentes gobiernos centrales y autonómicos, han permitido que se fuera desmantelando todo el tejido. La provincia de Cádiz lleva años siendo la que acumula los índices de paros más elevados del estado.
La subcontratación es brutal y es la tónica en los Astilleros: un arma de destrucción masiva de derechos laborales. La división de miles de trabajador@s en cientos de empresas, el ninguneo continuo de los comités de la empresa principal y el escaso poder reivindicativo de los delegados sindicales de las subcontratas, en muchos casos familiares y personas de confianza de los empresarios, ha hecho que los trabajadores, la mayoría eventuales de subcontratas, levantaran la voz y empezaran a organizarse. Uno de los conflictos más recientes se dio cuando dos compañeros del sindicato CTM que se atrevieron a convocar asamblea de trabajadores cuando el comité de empresa no lo hacía, fueron despedidos.
La mesa negociadora del convenio está controlada por CCOO y UGT, sin embargo, es muy importante la participación de los sindicatos alternativos de Cádiz, que basan su lucha en la movilización de las trabajadoras y trabajadores y en la toma de decisiones desde las asambleas, ya que no se fían de las posibles maniobras de las centrales oficialistas, con un largo historial de concesiones a favor de los empresarios. El núcleo de la huelga está en la Bahía de Cádiz. Para intentar evitar que la huelga se haga fuerte en toda la provincia, la Junta de Andalucía ha convocado a ambas partes para mediar. Pero en la calle se palpa una decidida voluntad de lucha.
No es una excepción, sino la tónica general en todo el Estado. La patronal quiere aprovechar los efectos de la pandemia para activar planes de deslocalización industrial e imponer cierres y enormes retrocesos a las condiciones de trabajo. Para ello cuenta con total impunidad en los despidos que le permiten las sucesivas reformas laborales, en especial la del Gobierno del PP del 2012, que el Gobierno del PSOE-IU/Podemos sigue sin derogar.
Coincidiendo con la huelga de Cádiz, el miércoles otra huelga general paralizaba por completo la comarca gallega de Amariña en Lugo, contra el desmantelamiento industrial y llenó las calles de Burela. Es la misma lucha que llevan las trabajadoras y trabajadores de subcontratas ante el cierre de Nissan. Por ello la huelga indefinida del metal de Cádiz es la de toda la clase obrera, y hay que levantar la más amplia solidaridad.
Alto al desmantelamiento industrial, no más pérdidas de derechos laborales. Basta ya de subcontratación y división. Derogar ya la reforma laboral del 2012. Todo el control de la lucha en manos de las asambleas. Viva la lucha de la clase obrera.