Por Prensa UIT-CI
20/5/2022. Sri Lanka es otro de los países donde estallan rebeliones populares como repudio a los planes de ajuste, instrumentados para enfrentar las crisis económicas, agravadas por la pandemia.
En esta isla, ubicada al sudeste de la India, el gobierno de Gotabaya Rajapaksa venía hambreando al pueblo para cumplir con los vencimientos de una deuda externa de 54.000 millones de dólares (el 102% de su PBI). El país tuvo que suspender el pago de préstamos internacionales por alrededor de 7.000 millones de dólares que vencían este año, de los 25.000 millones que tendría que devolver para 2026. El Ministerio de Finanzas dice que actualmente disponen de apenas 25 millones de dólares en reservas extranjeras utilizables.
Una combinación de deudas con China, India, Japón y el Banco Mundial, llevó al país a su peor crisis económica desde la independencia de 1948. Se llegó al extremo de que el país ya no tenía cómo pagar sus importaciones de combustibles, alimentos y medicinas. El gobierno lleva meses tratando de encontrar dinero para financiar la importación de combustible, gas y otros productos esenciales.
Durante meses, la población ha tenido que hacer largas filas para comprar productos básicos, la mayoría de los cuales llegan desde el extranjero. La escasez de divisas también dificultó la importación de materias primas para la fabricación y empeoró la inflación.
Este viernes las autoridades de Sri Lanka cerraron las escuelas públicas y privadas, y pidieron a los funcionarios de la administración pública, excepto a los encargados de los servicios esenciales, que no acudan a sus puestos de trabajo, ante el agravamiento de la escasez de combustible.
El pasado 28 de abril estalló la huelga general, acompañada de gigantescas manifestaciones que llevaron a la renuncia del primer ministro Mahinda Rajapaksa, hermano del presidente. Ello sucedió luego de que una enorme movilización llegara a copar la residencia presidencial en la Capital, Colombo, donde se habían refugiado el hasta entonces primer ministro y su familia, que terminaron siendo prácticamente “rescatados” por un operativo militar.
Sin embargo, la movilización continúa, exigiendo la renuncia del propio presidente, cabeza del clan de gobierno, la familia Rajapaksa, símbolo de la corrupción, los negocios capitalistas de la isla y la entrega a las transnacionales extranjeras, principalmente chinas.
El gobierno desplegó decenas de miles de tropas y las autorizó a disparar sin previo aviso, tras declarar el toque de queda. Incluso envió matones que atacaron a los manifestantes, asesinando a ocho de ellos. Pero, hasta ahora, las movilizaciones multitudinarias continúan. “No nos vamos”, es la consigna que se escucha en las calles. Los manifestantes acusan a la familia gobernante, los Rajapaksa, de ser los responsables de la corrupción, la inflación, el hambre y la miseria en la que están sumidos la mayoría de los trabajadores y el pueblo de ese país.
Sri Lanka, es una pieza fundamental en la expansión imperialista china, donde el gobierno de Xi Jinping tiene inversiones por 10.000 millones de dólares y es una de las principales estaciones de la llamada “Ruta de la Seda”, hoy está sacudida por esta enorme rebelión popular, mientras tambalea toda la estructura del gobierno y el régimen político.
Esta isla del océano Índico es ogro ejemplo de cómo la implementación de feroces planes de ajuste para cumplir con los pagos a los acreedores terminan en insurrecciones que tiran o ponen en crisis extremas a los gobiernos.
Desde la Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores decimos que es necesario que al calor de la movilización popular, surja una nueva dirección política revolucionaria que luche por un gobierno de las trabajadoras y trabajadores.