Por Miguel Ángel Hernández, dirigente del PSL de Venezuela y de la UIT-CI
20/6/2022. Se consumó el triunfo de Gustavo Petro en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Colombia. Con 50,44% (11.115.965 votos), contra 47,33% (10.381.504), del empresario derechista Rodolfo Hernández. Algunos encuestadores aseguraban que podía ganar el “trumpista” Rodolfo Hernández. Este triunfo electoral ha provocado un impacto en Latinoamérica y el mundo.
El triunfo de Petro y de la alianza del Pacto Histórico es un hecho inédito y de una gran significación política, en la medida que alguien que se reivindica de izquierda y que fue guerrillero en el pasado, llegue a la presidencia. En un país que ha sido gobernado históricamente por la derecha conservadora y liberal proimperialista, y durante los últimos 20 años por el uribismo. Otro aspecto importante e impensable en un país como Colombia es que por primera vez una mujer afroamericana, Francia Márquez es la nueva vicepresidenta.
Como dijéramos en una nota previa, el triunfo de Gustavo Petro es reflejo de la rebelión del pueblo colombiano contra Iván Duque, que surcó al país el pasado año desde el mes de abril. También expresa el deseo de cambio del pueblo colombiano en sus condiciones de vida, así como la disposición de derrotar al uribismo, que es visto por el pueblo colombiano como un régimen represivo, de los falsos positivos, de la violencia paramilitar, y entregado al imperialismo norteamericano.
Lo destacable es que con el voto masivo a Gustavo Petro, la clase trabajadora, los jóvenes, las mujeres, los indígenas, todos aquellos que se movilizaron el pasado año en Colombia, buscan una salida por la izquierda a su grave situación social.
En Colombia se abre un período de grandes expectativas en el nuevo gobierno. De esperanza en que se puedan resolver los graves problemas sociales en uno de los países más desiguales de América Latina, con 70% de pobreza y 12,2% de los colombianos en pobreza extrema. El pueblo colombiano ve el triunfo de Petro como positivo, tal como sucedió en Perú con Pedro Castillo o con Gabriel Boric en Chile.
Sin embargo, en su primer discurso como presidente electo, Petro fue muy claro: “nosotros vamos a desarrollar el capitalismo”. Y lo edulcoró hablando de un supuesto capitalismo democrático, productivo y no especulativo. Ratificó lo que ya había dicho durante la campaña, que protegerá la propiedad privada de los medios de producción. Asimismo, planteó dialogar con el gobierno imperialista de Biden.
Es decir que Petro mantendrá la economía en manos de los terratenientes, de los grandes grupos capitalistas y financieros, de las grandes transnacionales, reproduciendo la explotación en Colombia.
Siendo así, no habrá solución para el pueblo, los trabajadores, trabajadoras, campesinos y jóvenes colombianos. Por ello, más allá de las expectativas que existan en el gobierno de Petro, decimos que el pueblo colombiano debe prepararse para seguir luchando, tal como se hizo el año pasado. Seguir peleando por los principales reclamos obreros y populares.
Comprendemos las esperanzas alrededor del nuevo gobierno de Petro, pero debemos ser muy claros con el pueblo trabajador colombiano, lamentablemente el de Petro será un nuevo gobierno de conciliación de clases, como el de Boric en Chile, Castillo en Perú o un eventual gobierno de Lula en Brasil. Gobiernos de doble discurso, que mientras hacen referencia a lo “popular”, pactan con la burguesía y las transnacionales, y continúan aplicando ajustes económicos a los pueblos.
Entendemos las expectativas y esperanzas de los jóvenes, de los indígenas, trabajadoras y trabajadores que salieron a protestar en abril del pasado año. A todos ellos y ellas les decimos que hay que seguir movilizados y no esperar que del gobierno vengan las soluciones.
Hay que preparar la movilización del pueblo trabajador exigiendo los reclamos que inspiraron la rebelión del pasado año, la reforma agraria, la ruptura con las transnacionales y el FMI, por salarios, educación y salud, por la libertad de las detenidas y detenidos de la rebelión, por la eliminación del Esmad, el tenebroso escuadrón antidisturbios de la policía nacional, y el cese de la violencia paramilitar.
Como socialistas revolucionarios creemos en la lucha por un verdadero cambio estructural y de fondo en Colombia, que no es otra cosa que un Gobierno de los Trabajadores y Trabajadoras. En esa perspectiva decimos que el pueblo colombiano debe seguir movilizado sin albergar confianza en el gobierno de Petro.