Por Miguel Sorans, dirigente UIT-CI
En este texto tratamos de contribuir a aclarar y avanzar en un intercambio con camaradas socialistas revolucionarios del mundo que sabemos que tienen un interés honesto de profundizar teórica y políticamente sobre algunos temas políticos y teóricos que trató Nahuel Moreno sobre las revoluciones de pos segunda guerra mundial.
En concreto queremos responder a la falsa acusación de que Nahuel Moreno habría abandonado las tesis de la Revolución Permanente y que habría capitulado a la teoría menchevique y estalinista de la revolución por «etapas».
Históricamente, diversos dirigentes y corrientes del trotskismo en sus dos desviaciones, la oportunista (de Pablo y Mandel) y la sectaria (Healy, Lambert, Lora) usaron ese tipo de falsas polémicas. Es su recurso para evitar un debate serio entre marxistas y revolucionarios, y ocultar sus propias posiciones antitrotskistas. Entre otros, en la actualidad podemos mencionar a sectores como la Coordinadora por la Refundación de la Cuarta Internacional (CRCI) que encabezan, entre otros, Jorge Altamira y Savas Michael-Matsas, el titular del EEK griego y la Fracción Trotskista (PTS de Argentina). Recientemente sorprendió la presencia de un texto, en la página web del PCL de Italia, ex organización integrante del CRCI, de un dirigente suyo bajo el titulo: «Morenismo una escuela de un trotskismo desviado».
Este texto está en la línea metodológica equivocada de los insultos y las calumnias. Método característico de la escuela de dirigentes que atacan a Moreno falsificando sus posturas, insultando y manipulando citas sacadas de contexto. El objetivo es evitar un verdadero y sincero debate teórico y político para buscar la verdad. El viejo método de «miente, miente» que algo «va a quedar». Con este método falsificador se busca confundir a la vanguardia luchadora. En este texto, del militante o dirigente del PCL llega a incluir en cada párrafo un insulto contra Moreno. Trata a Moreno de «contrabandista profesional», de «profesar el menchevismo» o de hacer «un cuento de carnicero». Este texto llega a definir que Moreno hace la revisión «más objetiva del pensamiento de Trotsky que jamás se ha hecha en la historia del trotskismo». En este texto muy confuso, se busca dejar establecido, que Nahuel Moreno se habría pasado al campo del revisionismo del trotskismo abandonando la teoría de la Revolución Permanente.
Vamos a tratar de demostrar que, por el contrario, Nahuel Moreno ratificó en todos sus escritos la validez de la teoría de la revolución permanente.
1. Moreno actualizó las Tesis de 1929 ante el hecho de que en la pos guerra se dieron hechos nuevos y distintos en varios aspectos a las previsiones de Trotsky y abrió una etapa de revoluciones pero sin ninguna revolución de Octubre
Entonces: ¿Moreno abandonó la teoría y las tesis de la Permanente? ¿Moreno se hizo etapista? ¿Se pasó a la teoría menchevique y estalinista que plantea que hay dos etapas, una primera «democrática» de unidad política con la burguesía e incluso apoyando un gobierno burgués? ¿Y otra posterior «socialista»? ¿Existe algún caso en el cual el morenismo apoyó a gobiernos burgueses o burgueses de frente popular como hicieron el estalinismo o las corrientes revisionistas y oportunistas del trotskismo?
Vamos a demostrar que nada de eso es real, ni en los textos ni en la realidad de la lucha de clases desde hace 70 años.
¿Qué es lo que ocurrió en la pos guerra de 1945? A partir del colosal triunfo que significó la derrota del nazismo, se abrió una etapa de grandes revoluciones, de un ascenso revolucionario mundial. Se dieron triunfos revolucionarios que incluso llegaron a expropiar a la burguesía, como ocurrió en Europa del Este, Yugoeslavia, en la revolución China de 1949, en la cubana de 1959. Surgieron nuevos estados obreros burocratizados o deformados.
El gran hecho nuevo y no previsto ni vivido por Trotsky (asesinado en 1940) es que todos estos triunfos revolucionarios fueron dirigidos por los aparatos contrarrevolucionarios que controlaron al movimiento obrero, en primer lugar los partidos comunistas burocráticos stalinistas, y diversas direcciones no socialistas revolucionarias. Contra el pronóstico de Trotsky, que consideraba que el estalinismo entraría en crisis y la Cuarta sería de masas al terminar la guerra, ocurrió lo opuesto. Por diversas razones, en vez de superarse la crisis de dirección revolucionaria esta continuó. Todo esto abrió una gran confusión en el movimiento trotskista. El trotskismo y la Cuarta, sin Trotsky, quedó desde la pos guerra como un movimiento marginal y en una gran crisis que explicaría el surgimiento de las corrientes revisionistas oportunistas y sectarias.
Se abrió una etapa revolucionaria, con revoluciones en casi todos los continentes. Pero sin ninguna revolución de octubre o sea sin el rol protagónico de la clase obrera y la dirección de un partido marxista revolucionario. Esas eran dos premisas de las Tesis escritas de revolución permanente de León Trotsky. Y estas dos premisas no se cumplieron en esta nueva etapa de grandes revoluciones. Y esto abrió a todo tipo de interpretaciones.
Tanto el oportunismo de Pablo y Mandel como el sectarismo dijeron: las tesis de la revolución permanente de 1929 se han cumplido al pie de la letra, y dieron dos interpretaciones totalmente equivocadas y nefastas.
Los oportunistas para justificar su dogmatismo calificaron de revolucionarias marxistas a las direcciones estalinistas o reformistas triunfantes. Tomaron el hecho cierto de que la conducción estalinista y burocrática del PC chino encabezó una revolución triunfante, que incluso expropió a la burguesía. Pero instalaron el gran y trágico error de considerarlo entonces como el partido revolucionario, que encarnaba a la clase obrera china, y así forzar el supuesto «cumplimiento» del texto de las tesis de Trotsky. Lo mismo hizo Mandel frente a la revolución cubana: apoyaron a la dirección castrista y «decretaron» que no había que construir una sección de la Cuarta en Cuba.
Las corrientes sectarias (Healy, Lambert, Tony Cliff, Lute Ouvriere) dijeron: Mao y Fidel Castro no son revolucionarios, la clase obrera no protagoniza, y entonces negaron aquellos triunfos revolucionarios en China ni en Cuba, y su avance a estados obreros o socialistas.
Moreno fue el único que desde una posición revolucionaria y trotskista consecuente reconoció los nuevos hechos y les dio una respuesta correcta, acorde con las concepciones de Trotsky, de la Permanente y el programa de la Cuarta.
Así fue que, por este debate, iniciado a comienzo de los cincuenta, se dividió la Cuarta, y el trotskismo entró en una crisis histórica, de dispersión, que no se ha superado.
El hecho, que los oportunistas y los sectarios negaron, es que dos de las premisas centrales de las Tesis de Revolución Permanente no se cumplieron. Han pasado 100 años de la revolución rusa y lamentablemente no se ha producido una nueva revolución de «octubre». Moreno para defender al trotskismo de los ataques del revisionismo oportunista y de los sectarios no cayó en el dogmatismo de rechazar aquella realidad nueva y contradictoria. No cayó en embellecer a las direcciones triunfantes y en capitular a ellas (Tito, Mao, Castro, etcétera…), ni tampoco en rechazar los grandes triunfos y los avances de la expropiación de la burguesía. Tomó la realidad tal cual se daba, para buscar su explicación y mantener la política y el programa de la Cuarta. Así fue que siguió defendiendo encarnizadamente la concepción trotskista de la revolución permanente, e incluso el texto de las mismas Tesis de 1929. Por eso se mantuvo siempre fiel a la pelea por la construcción de los partidos trotskistas revolucionarios contra el oportunismo del pablismo/mandelismo, que la fueron abandonando desde los años cincuenta. Así lo explica en el texto Escuela de Cuadros de 1984. Citas que ignora el amigo del PCL.
«Nosotros creemos que los hechos han demostrado [que hay un gran error en el texto] escrito de la teoría de la revolución permanente [es decir en las Tesis]. Porque lo de la clase obrera organizada y el partido revolucionario lo hemos visto antes, [pero] no se dio en esta posguerra. Sostener que se dio en la realidad sería ser un ciego, un fanático de Trotsky, un religioso de Trotsky, y Trotsky sería el que más estaría contra nosotros. Pero nosotros seguimos siendo fanáticos de la teoría de la revolución permanente. ¿Por qué? Porque creemos que es la única teoría que, a pesar de ese tremendo error, se ajustó [a la realidad].
Hubo procesos de revolución permanente que expropiaron a la burguesía, hicieron la revolución obrera y socialista, sin ser acaudillados por la clase obrera y sin ser acaudillados por el partido comunista revolucionario. Es decir, los dos sujetos de Trotsky, el social y el político, fallaron a la cita histórica, no llegaron en hora. Y sin embargo, a pesar de haber fallado a la cita histórica, nosotros seguimos creyendo que la teoría de la revolución permanente es el más grande hallazgo del siglo desde el punto de vista teórico. Y, siendo los pocos trotskistas que siempre insistimos en que el gran Trotsky se equivocó, yo pregunto por qué razones seguimos siendo fanáticos de esta teoría.
(…) Pero hay otra cosa que es más importante, la más importante, la que hace que no haya nadie parecido a Trotsky como teórico: tenía razón en que la revolución era mundial, en que iba a haber revoluciones en todos los países.
Y aquí entra lo de la contrarrevolución. [Porque Trotsky dijo] que, o bien esas revoluciones se profundizaban cada vez más, se hacían más mundiales hacia afuera y más socialistas hacia adentro, o bien se paraba o se retrocedía y la que avanzaba era la contrarrevolución. Es decir, que no hay posibilidad de statu quo a escala mundial entre la revolución y la contrarrevolución. Esa parte de las Tesis de la revolución permanente de Trotsky es la que se ha visto totalmente corroborada. Tan corroborada que sujetos políticos que no han querido hacer la revolución socialista se han visto obligados a hacerla por la propia situación objetiva. (NM. Escuela de Cuadros 1984, páginas 23-24)
2. Las expropiaciones en Europa del Este y las revoluciones China y cubana
Como ya hemos dicho, ni en Europa del Este ni en China ni en Cuba, las revoluciones fueron protagonizadas por la clase obrera movilizada y menos aún dirigidas por partidos marxistas revolucionarios. Y sin embargo, en Europa del Este, es decir en Polonia, Rumania, Hungría, Bulgaria, Alemania oriental y Checoslovaquia, luego de la derrota del nazismo, fue el Ejército Rojo bajo el mando de José Stalin, el que concretó la expropiación de la burguesía y dio lugar al surgimiento de estados obreros deformados o burocratizados.
Tampoco la revolución China de 1949 tuvo como protagonista a la clase obrera China, sino fundamentalmente al campesinado, dirigido y organizado por un partido-ejército que llevó adelante la guerra de guerrillas, el Partido Comunista de Mao, que era políticamente stalinista y también burocrático. Es decir, no era un partido obrero marxista revolucionario. En la revolución cubana en el año 1959, tampoco jugó un rol protagónico la clase obrera sino que fue el campesinado y la clase media urbana nucleada en el Movimiento 26 de julio, con una dirección pequeño burguesa democrática encabezada por Fidel Castro. Esa revolución, terminó declarando el primer estado socialista de América Latina y expropiando a la burguesía. Todo ello sin cumplir con las dos premisas que planteó Trotsky. Fue la conducción de Pablo/Mandel, impactada por esta realidad de que no se cumplía el pronóstico textual de la revolución permanente, la que empezó a elaborar una teoría revisionista capituladora y a abandonar el programa y la política de Trotsky. Esta es la base del revisionismo, porque empezaron a calificar de revolucionaria o progresivas a esas direcciones.
Impresionados por esa realidad tan contradictoria Pablo, Mandel y Posadas, claudicaron a las direcciones reformistas. Claudicaron al estalinismo, hicieron entrismo en los PC, en Europa, creyendo que esas direcciones se iban a transformar en revolucionarias si venia la tercera guerra mundial y que la burocracia de la ex URSS iba a estar obligada a enfrentar el imperialismo. O también consideraron a Tito, que había transformado a Yugoeslavia en un estado obrero burocrático, como un revolucionario pro trotskista porque tenía roces inter burocráticos con Stalin. Era tan fuerte la realidad objetiva, la crisis del imperialismo, que direcciones pequeño burguesas traidoras, nacionalistas fueron más allá de sus intenciones y tuvieron que enfrentar y expropiar a la burguesía. Entonces lo que hizo Moreno fue enfrentar esa situación sin capitulaciones, respondiendo a los nuevos fenómenos para justamente defender a las tesis de la revolución permanente y fundamentalmente para defender a rajatabla la gran tarea de construir los partidos trotskistas con centralismo democrático.
Entonces había que encontrar una explicación. Moreno la buscó para defender la teoría de la revolución permanente, no para revisarla sino para actualizarla. Porque justamente Moreno llego a la conclusión que, por causas objetivas profundas del ascenso revolucionario, de la crisis del imperialismo, y también crisis de la dirección revolucionaria y la ausencia de dirección revolucionario, llevó a que estas direcciones obligadas por las circunstancias, sin que hubiera la revolución de octubre y socialista, con las dos condiciones que había planteado Trotsky, expropiaran a la burguesía. Este es el punto, en el sentido que Moreno plantea la necesidad de actualizar y dar una explicación.
La interpretación de Moreno tuvo el contexto de la otra gran teoría que es la ley de desarrollo desigual y combinado, y que esto produjo que la realidad objetiva fue más marxista y más trotskista que el propio Trotsky. También fue el mismo Trotsky quien aportó la clave para interpretar correctamente los nuevos hechos. Trotsky había barajado, en el Programa de Transición, en el punto sobre el Gobierno obrero y campesino, como una posibilidad «sumamente improbable», que «bajo la influencia de circunstancias completamente excepcionales» se diera que «los partidos pequeño burgueses, incluyendo los estalinistas, puedan ir más lejos de lo que ellos mismo quieren en la vía de una ruptura con la burguesía».
En la posguerra, por la combinación particular de circunstancias que se dieron, donde se avanzó a las expropiaciones, todas se dieron según aquella excepción apenas barajada en un párrafo del Programa de Transición. Lo «sumamente improbable», barajado por Trotsky, fue lo que se dio en la realidad. Fue la norma no la excepción en el proceso de surgimiento de los nuevos estados obreros de posguerra dirigidos por el estalinismo y direcciones pequeño burguesas. No existió ningún triunfo semejante al de octubre de 1917, pero se fue extendiendo la expropiación de la burguesía a un tercio de la humanidad.
Tanto el caso de China como Cuba, en una primera instancia dirigidas por estas direcciones no revolucionarias, se produjeron triunfos de revoluciones democráticas contra Chiang-Kai-Shek y contra Batista, que eran dictaduras capitalistas. Estas direcciones se vieron obligadas por la realidad, por la radicalización y por la mala política del imperialismo y su crisis, a ir más allá de lo que querían y llegaron a la expropiación de la burguesía y por esa vía se dieron conquistas en una primera etapa de estas revoluciones, conquistas que sin la expropiación de la burguesía no se hubieran logrado. En este sentido la teoría de la revolución permanente se cumplió, pero sin que se dieran las tesis escritas del protagonismo de la clase obrera y la dirección revolucionaria.
Moreno, contra lo que dicen sus detractores, no hizo otra cosa que actualizar y ratificar la teoría y las tesis de la Revolución Permanente, aportando definiciones también categóricas sobre la dinámica de esos países donde se había expropiado, los nuevos estados burocráticos: sus conducciones paralizarían esos avances y rotundamente rechazarían avanzar hacia la revolución socialista mundial. Se reafirmaba que eran totalmente imprescindibles los partidos trotskistas revolucionarios y el protagonismo de la clase obrera.
«Nosotros seguimos defendiendo intransigentemente la esencia, tanto de la teoría como de las propias Tesis escritas, de la revolución permanente: sólo el proletariado acaudillado por un partido trotskista puede dirigir consecuentemente hasta el fin la revolución socialista internacional y por consiguiente la revolución permanente. Sólo el trotskismo puede impulsar la movilización permanente de la clase obrera y sus aliados, principalmente la de la clase obrera. Lo único que agregamos es que la fuerza objetiva de la revolución mundial combinada con la crisis de dirección del proletariado mundial y la crisis sin salida del imperialismo, ha permitido que se fuera bastante más allá en las revoluciones de febrero nacionales de lo que preveían las Tesis: que partidos pequeño-burgueses tomen el poder e inicien la revolución socialista. Pero esos partidos, al construir estados obreros burocratizados de tipo nacional, al imponer su programa de coexistencia pacífica y de construcción del socialismo en un solo país, paralizan la revolución permanente.
En ese sentido, las Tesis sólo se equivocaron para algunos países en el punto de la estación donde se paraba el proceso de la revolución permanente conducida por los partidos pequeño-burgueses — entre ellos el stalinismo — pero acertaron en que el proceso se detenía inevitablemente si no era dirigido por un partido comunista Leninista, es decir trotskista. Mientras las Tesis creían que era imposible traspasar los límites burgueses — inclusive los feudales —, la realidad demostró que esos límites podían ser traspasados por la presión del movimiento de masas y, a regañadientes, por los partidos pequeño-burgueses que las dirigieran.
La teoría de la revolución permanente se enriquece con la más extraordinaria herramienta de investigación y de elaboración política y teórica que nos ha legado el trotskismo: la teoría del desarrollo desigual y combinado. El impulso del movimiento de masas combinado con la crisis de dirección revolucionaria ha originado combinaciones no previstas al detalle (y que no podían serlo) por nuestro movimiento. Pero estas combinaciones no sólo confirman que el proceso de la revolución permanente existe, sino que es tan poderoso que origina esas combinaciones; y confirman más que nunca la teoría del desarrollo desigual y combinado como la máxima conquista teórica del marxismo revolucionario de este siglo.
(NM. páginas 212, Tesis XXXIV. libro Actualización del Programa de Transición, 1980)
3. Las revoluciones abortadas del siglo XX y XXI
Como lo señalamos, desde la Segunda Guerra Mundial (1945) se han dado todo tipo de revoluciones, triunfantes y derrotadas. Y ninguna de ellas tuvo al frente a un partido marxista revolucionario, tanto las que expropiaron a la burguesía como las que se frenaron antes. En ese sentido Moreno las define como «revoluciones de febrero», tomando el calendario de la revolución rusa del 17. Son revoluciones sin rol protagónico de la clase obrera y sin dirección marxista revolucionaria. Lo opuesto a la revolución de octubre. Por eso Moreno define que, desde la pos guerra, se dieron solo «revoluciones de febrero» (algunas llegaron a la expropiación y otra no) y ninguna revolución de octubre.
Entre la mitad del siglo XX y comienzos del XXI hubo muchas revoluciones triunfantes que quedaron a mitad de camino. No expropian a la burguesía. Fueron revoluciones frenadas por la crisis de la dirección revolucionaria y por la dirección burocrática soviética y china, en la posguerra se impidió que grandes revoluciones tuvieran una dinámica de avance permanente y fueran palancas para el triunfo de la revolución mundial.
Fueron revoluciones abortadas por los aparatos contrarrevolucionarios. La de Bolivia de 1952; Argelia de 1962; Portugal en 1975; Irán de 1978; la revolución de Nicaragua de 1979, del Salvador de 1980, entre otras. En el siglo XXI las revoluciones árabes del norte de África y Medio Oriente, lo que se conoció como el proceso de la primavera árabe. En este último caso se quedan en el terreno de una revolución democrática, que se congela o es derrotada por las direcciones burguesas, pequeñoburguesas y obreras reformistas y burocráticas.
Entonces, no es que Moreno se hizo etapista sino que reconocía que hubo grandes revoluciones que por el control de los aparatos burocráticos y la crisis de la dirección revolucionaria no avanzaban en una dinámica permanente, interior y exterior, sino que eran frenadas. Justamente Moreno defendió siempre –contra todas las variantes del revisionismo trotskista- la lucha estratégica por las dos premisas que correctamente plantean las Tesis: por el rol protagónico de la clase obrera en las revoluciones y por la construcción de un partido marxista revolucionario.
Esto es lo que simplemente plantea Moreno. Señala como positivo de que sigue habiendo revoluciones, pese a la ausencia de dirección revolucionaria, pero señala lo negativo y es que si no avanzan hacia la superación de la crisis de dirección, la perspectiva es al retroceso del proceso revolucionario y la pérdida de sus conquistas democráticas y sociales. De allí Moreno desprende que es imprescindible continuar impulsando el proceso revolucionario, bajo la lógica de la revolución permanente.
De esa forma Moreno dio nuevas herramientas para enfrentar al trotskismo revisionista que empezó a abandonar la teoría de la revolución permanente bajo la cobertura de una supuesta defensa de la misma. Con el paso de los años las revisiones y capitulaciones no hicieron más que avanzar. En el caso del mandelismo ya hace tiempo que sus seguidores han planteado que ya no van más las revoluciones tipo aquella de octubre de 1917, Hasta el punto de sacar formalmente de su programa la consigna de la Dictadura del proletariado. En cambio, Moreno y nuestra corriente hemos sostenido siempre que la revolución de octubre sigue vigente, y por eso es imprescindible la movilización de la clase obrera y las masas y la construcción del partido que las dirija. Sabemos que no es fácil, pero no hay otro camino para superar la crisis de la dirección revolucionaria a nivel nacional e internacional.
4. Nahuel Moreno y su corriente nunca apoyaron a un gobierno burgués
Los detractores de Nahuel Moreno y del morenismo nos acusan de etapistas, de mencheviques y revisionistas de la teoría de la revolución permanente de Trotsky. Los desafiamos a que demuestren, dónde la corriente de Moreno con él en vida o nuestra corriente organizada en la UIT-CI, hayamos caído en el «etapismo», o en el «menchevismo» y que hayamos apoyado a un gobierno burgués clásico o de frente popular.
Por el contrario, fue Nahuel Moreno el que luchó siempre contra el revisionismo oportunista en la Cuarta Internacional, que sí claudicó a los gobiernos burgueses y de frente popular. Basta recordar el ejemplo de Bolivia del 1952, con el joven Moreno enfrentando a Pablo, a Mandel, o a Posadas, la dirección de la Cuarta , que se negaron a levantar la consigna de todo el poder a la COB, y apoyaron críticamente al gobierno burgués nacionalista de Paz Estenssoro.
Muchas veces se ha hablado de la política de Moreno frente al peronismo en la Argentina y del entrismo, que fue una táctica (1957/1962) en un período donde el peronismo estaba proscripto y los trabajadores peronistas resistían en la clandestinidad bajo una dictadura pro yanqui. Es importante aclarar que nosotros no entramos en el partido peronista, sino en las organizaciones sindicales peronistas que impulsaban las huelgas en lo que se llamó la «Resistencia peronista» contra la represión del régimen militar de Aramburu y Rojas, llamada la dictadura «gorila». Si algo ha caracterizado a la corriente de Nahuel Moreno en la Argentina es el enfrentamiento al nacionalismo burgués y al peronismo. Y combatiendo a los seguidores de Pablo y Mandel, como Posadas, que le capitularon por completo. Y eso tuvo un punto máximo de expresión cuando Perón vuelve a la Argentina en 1972 y pacta lo que se llamó el Gran Acuerdo Nacional con los militares y la burguesía para tratar de estabilizar el país, luego de la semiinsurreccion obrera-estudiantil llamada el Cordobazo de 1969. Nuestra corriente fundó el Partido Socialista de los Trabajadores (PST). Tuvimos la valentía, cuando la guerrilla y gran parte la izquierda le claudicaba a la candidatura de Juan Domingo Perón, de presentar en setiembre de 1973 una fórmula presidencial de independencia de clase encabeza por Juan Carlos Coral y José Páez, el dirigente del clasismo cordobés. En el proceso de luchas obreras contra el gobierno peronista tuvimos nuestros mártires asesinados por las Tres A grupos de sicarios ligados al peronismo y a su burocracia sindical. Entonces el PST jugó ese papel contra el gobierno de Perón y luego de Isabel y López Rega y también en la clandestinidad bajo la dictadura de Videla.
En la Nicaragua de 1979, Moreno y su corriente internacional impulsó el apoyo a la movilización revolucionaria contra la dictadura de Somoza, participando en la lucha armada con la Brigada Simón Bolívar con una política independiente y de rechazo a la política de conciliación de clases del Frente Sandinista (FSLN). En Frente Sur, la brigada tuvo tres muertos y decenas de heridos en combate. En la Costa Atlántica la brigada tomó la ciudad-puerto de Bluefields. Daniel Ortega y toda la dirección del FSLN, cuando tomaron el poder, pactaron con la dirigente conservadora Violeta Chamarro un gobierno de conciliación de clases, aconsejado por la dirección cubana, en forma directa por el propio Fidel Castro. El mandelismo estuvo a favor de ese gobierno burgués, lo definió como gobierno obrero y campesino y realizó la traición de apoyar la expulsión y represión a la Brigada Simón Bolívar por parte del sandinismo. La corriente de Jorge Altamira usó el método repugnante y sin principios de reemplazar la polémica política por las calumnias y las falsas acusaciones morales. Altamira mintió afirmando que la Brigada no había combatido y que había sido expulsada por robar plata. La nota de Altamira se titulaba «La Brigada Simón Bolívar, una estafa política-económica» (Prensa Obrera, 16/10/1986). Según Altamira la brigada no había sido expulsada por razones políticas sino «porque se negó a rendir cuentas del beneficio financiero que hizo a nombre del FSLN». Días antes lo había desmentido Carlos Nuñez, uno de los comandantes del FSLN: «Nosotros valoramos mucho a los compañeros de la Brigada Simón Bolívar (…) que combatieron al lado nuestro para derrotar a la dictadura de Somoza» (Diario Clarín, Argentina, 8/10/1986). Tomas Borge había declarado que el FSLN tuvo que «disolver» a la brigada porque «adoptaron posiciones de ultraizquierda y de indisciplina que estaban creando problemas a la revolución sandinista».
Ya sin Moreno, fallecido en 1987, en el siglo XXI seguimos combatiendo la claudicación de sectores del trotskismo a gobiernos de frente popular, de conciliación de clases, como el gobierno de Lula y el PT en Brasil y posteriormente el gobierno de Hugo Chávez en Venezuela. El mandelismo no solo apoyó al gobierno de Lula, sino que directamente uno de sus dirigentes fue el ministro de asuntos agrarios. Otros trotskistas como Alan Woods apoyaron y definieron como revolucionario al gobierno de Hugo Chávez. Mientras que la UIT-CI mantuvo una política independiente de estos gobiernos. Destacamos además algunos hechos ejemplificadores de nuestra política independiente, entre ellos cuando en Brasil nos opusimos a apoyar la privatización de las jubilaciones de los profesores y uno de nuestros principales dirigentes y diputado nacional Babá, fue expulsado del PT, durante los primeros meses del gobierno de Lula. En Venezuela nuestra corriente con el dirigente obrero Orlando Chirino y nuestros compañeros siempre fueron independientes del gobierno de Chávez y plantearon un programa alternativo, incluso tenemos nuestros mártires obreros asesinados por sicarios en noviembre de 2008, orientados por el régimen chavista.
En síntesis, Nahuel Moreno y nuestra corriente siempre hemos reivindicado y ratificado la concepción de Trotsky de la revolución permanente, incluyendo el texto de 1929 de las Tesis, así como al Programa de Transición. Y Moreno ha sido un pionero y campeón de la lucha contra el revisionismo que destruyó a la Cuarta, para luchar contra toda política etapista y capituladora y los gobiernos burgueses de cualquier tipo, en especial contra los gobiernos de frente popular. Impulsando la construcción de partidos revolucionarios contra todos los aparatos, para disputar la dirección y encabezar a los trabajadores y las masas. Este es el único camino hacia nuevos octubres. Ratificamos que es necesario, aunque no se ha dado durante un siglo, la lucha estratégica por nuevas revoluciones de octubre.
Septiembre de 2018