Por Sergio Giavitto
Italia, elecciones el 25/09/22
3/09/2022. Tras la caída del gobierno de Draghi (un gobierno técnico apoyado por casi todo el arco parlamenta- técnico apoyado por casi todo el arco parlamentario), la derecha neofascista heredera de Giorgio Almirante [NdT: principal exponente del Movimento Sociale Italiano, partido político fascista fundado en 1946] aparece vencedora por un amplio margen en todas las encuestas. Estas apuntan a una victoria de Fratelli d’Italia y sus aliados: el viejo Berlusconi (PPE), que no acepta su fin político (ha pasado del 30 al 6% en unos años) y Salvini, el oportunista secretario de la Liga, que sale debilitado por su apoyo al gobierno Draghi y sus piruetas políticas.
Un gobierno liderado por Meloni (Fratelli d’Italia) traerá una reducción de derechos para las clases populares empezando por los sectores más débiles, de los trabajadores/as inmigrantes, de los pobres y desempleados y de las mujeres (cruzadas antiaborto, contra el movimiento LGBTQ+) y más represión policial.
Ante este enorme problema social y político, alguien debería explicar por qué Fratelli d’Italia que en las elecciones generales de 2018 obtuvo sólo el 4% de los votos, hoy está en el 23% ¡Estamos hablando de un partido que tiene como símbolo la llama fascista y el ataúd de Mussolini! La respuesta está en la política absurda y comprometida de la centroizquierda con Confindustria [patronal italiana], años de gobiernos del PD (Partito Democrático) con su «séquito» del PRC (Partito della Rifondazione Comunista, partido comunista reformista). La centroizquierda ha logrado hacer lo que no ha logrado la centroderecha, gracias al apoyo del mayor sindicato confederal (CGIL): han derogado el art. 18 (una ley que prohibía los despidos discriminatorios y sin un motivo real probado), introdujo contratos de duración determinada, apoyó guerras, hundió barcos cargados de inmigrantes cerca de la costa albanesa… El acuerdo que el Partito Democrático ha alcanzado con las pequeñas organizaciones de los Verdes y Sinistra italiana, tiene como único objetivo, el mantenimiento de sus pequeños aparatos, sin otro valor.
Entre el centroderecha y el centroizquierda, en esta dimensión populista surrealista (a lo Borges), tenemos otras dos fuerzas, la primera es la liderada por Renzi y Calenda (ambos del PD), ambos con un ego enorme. Una especie de revoltijo liberalcatólico que tiene como objetivo desbaratar el PD de Letta. Son los máximos representantes, incluso formales, de la política europea en Italia, por su apoyo incondicional a Draghi.
Otro movimiento destacable es el del Movimento 5 Stelle que, tras gobernar primero con la derecha (Lega) y luego con la pseudoizquierda (PD) en la última legislatura, se vio obligado primero a derribar el Gobierno de Draghi y luego a quedarse solo. Como fuerza antisistema y populista no pudo sobrevivir a la lógica de las coaliciones de gobierno. Grillo y Conte, presenciando la implosión vertical del movimiento, tanto en términos de militancia como de consenso debido a sus traiciones políticas -por no hablar de las numerosas escisiones-, optaron por una vuelta a los «orígenes», un M5S contra todos, cacareando además algunas reivindicaciones de la izquierda histórica (salario garantizado). El M5S sigue siendo un movimiento populista de derecha cuyo programa defiende una visión pro-Putin, la protección de las pequeñas y medianas empresas (como punto central), las relaciones con los partidos de derecha a nivel europeo, etc.
Además del M5S, sólo merece ser mencionada como una burla la nueva alianza, el mejor ejemplo de trogloditismo político, un nuevo cartel electoral típicamente rojo-pardo con el nombre de Italia Sovrana e Popolare. I.S.P. tiene en su seno al secretario del Partido Comunista (cercano al KKE. NdT: Partido Comunista de Grecia), Rizzo, un estalinista, personajes antivacunas y de extrema derecha, simplemente impresentable.
La extrema izquierda no navega por muy buenas aguas y no ha podido presentar una propuesta concreta
Las fuerzas del PRC, PaP y al final también S.A. (sección del Secretariado Unificado en Italia) han dado vida al proyecto de Unione popolare, que contiene fuerzas comunistas reformistas con organizaciones populistas dirigidas por el ex fiscal y ex alcalde de Nápoles De Magistris. Una elección equivocada porque subordinó a la clase obrera al bonapartista de turno.
La voluntad de las fuerzas de izquierda como el PRC y el PaP de repetir y desarrollar un camino, similar al ya practicado y fracasado con Ingroia y la Izquierda Arcoíris, no solo es una elección equivocada, sino que también debe enfatizarse a nivel simbólico, el carácter absolutamente subordinado de parte del movimiento comunista al populismo de izquierda (De Magistris), elevando al exalcalde de Nápoles a «Salvador» de la patria como única alternativa de la oposición de izquierda. El intento de crear una formación basada en el populismo traerá un fuerte elemento de inestabilidad y confusión en la izquierda y un nuevo revés.
La propuesta de apelar a la construcción de una alternativa de clase y revolucionaria con la ruptura con las fuerzas burguesas (o si se prefiere sinceramente democráticas) lanzada por el PCL [NdT: Partito Comunista dei Lavoratori, escisión trotskista de Refundación Comunista] para las últimas elecciones, es lo que se llamaría «una propuesta de clase» (aunque se puede discutir en cuanto a tiempos y socios). Una propuesta sin duda alternativa a la lista de Unione Popolare, que tenía la ambición de representar el mundo del trabajo que podríamos definir como un pivote para las clases bajas, una propuesta excluyente para todos aquellas fuerzas que a lo largo de los años han subordinado los intereses de la clase obrera a los intereses de su aparato (léase los gobiernos de Prodi). Una propuesta que no ha tenido eco: el PCL estará presente solo en la región de Liguria.
La Unione Popolare no es la expresión de aquellas fuerzas críticas del movimiento obrero que se oponían a las políticas liberales del centroizquierda (las votaron y las apoyaron), ni a las políticas de recorte de los derechos laborales (paquete Treu; NdT reforma laboral de flexibilización y precariedad de Tiziano Treu, Ministro de Trabajo y seguridad social del gobierno Prodi), ni a las políticas anti-inmigrantes y belicistas del centroizquierda. El eje de la batalla electoral de los comunistas debe ser coherente con una alternativa de clase y no un atajo resultante del regateo ideológico para acceder al poder.
La presentación autónoma de los marxistas revolucionarios hubiera representado un paso adelante y un punto de inflexión programático. Un movimiento de clase revolucionario capaz de presentar una salida de clase a la crisis social exacerbada por la política liberal/autoritaria de Draghi. Un programa que hubiera sabido conectar también en términos «ideológicos», con una alternativa anticapitalista a este malestar social. En ese sentido, debiera ser preparado, desde un inicio, un proceso de elaboración y articulación de una nueva propuesta programática que vincule las necesidades sociales más apremiantes (salario mínimo, escala móvil de salarios, derecho a la vivienda), con mayor conciencia de clase, a partir de la única experiencia de la izquierda comunista que se ha concretado victoriosamente, la de Argentina [NdT: se refiere al Frente de Izquierdas y los Trabajadores]
Después de las elecciones hay que lanzar una propuesta de nueva coordinación de izquierdas, donde prácticamente se organice (incluso con patrullas populares) un frente único serio, decidido y compacto contra el avance de la reacción.