Por Prensa UIT-CI
31/10/2022. En el ballotage del domingo 30 de octubre, Lula ganó la elección con una diferencia mínima. Logró el 50,9%, casi 60 millones de votantes, con una diferencia de dos millones respecto a Bolsonaro. Fue una elección muy reñida y polarizada. Las encuestas volvieron a fallar, que le daban una diferencia a Lula de un 4 o 5 ´por ciento. Ante este resultado, miles y miles de trabajadoras, trabajadores, jóvenes y mujeres salieron a festejar masivamente el domingo por la noche. Centralmente festejaban la derrota y el fin del gobierno de Jair Bolsonaro, un ultra derechista, represor, misógino, un negacionista del Covid y que atacó las conquistas de la clase trabajadora brasileña.
Pero evidentemente la nueva alta votación del ultra derechista Bolsonaro, volvió a poner en evidencia que lamentablemente existe, además de un tradicional voto conservador y reaccionario, una franja de la clase trabajadora y de los sectores populares, que votó por Bolsonaro. Esta franja popular mantiene un rechazo a lo que fueron los gobiernos anteriores del PT, de Lula y Dilma Rouseff, en alianza con sectores patronales que ajustaron a los de abajo y que cometieron hechos de corrupción. Evidentemente se consolida como un fenómeno político nefasto que va a subsistir en la política brasilera, porque ha ganado gobernaciones y porque tiene las primeras minorías tanto en el sector de diputados como en el sector de senadores.
También es lógico que en Latinoamérica y en el resto del mundo, se vea como positivo el fin de un gobierno de un sector de la ultraderecha de Brasil que tiene puntos de contacto con Trump, con Giorgia Meloni en Italia, Marina Le Pen en Francia o Vox en España. Ó lo que representa Javier Milei en Argentina, o los sectores políticos que reivindican el pinochetismo en Chile.
Pero esto no invalida ver cuál es el significado del triunfo de Lula y su alianza con el centroderechista Alckmin para el pueblo trabajador del Brasil y cuál va a ser la perspectiva a partir de que asuma el nuevo gobierno de conciliación de clases. Esto también se reflejó durante toda la campaña. Lula en ningún momento se destacó por hacer ninguna propuesta a favor de reivindicaciones de la clase obrera o de rechazar el pago de la deuda externa, para favorecer el presupuesto de salud y educación. Fue incluso acentuando su pacto con la centro derecha renegando, por ejemplo, del derecho al aborto que no existe en Brasil.
Y todo esto tiene que ver con cual va a ser la perspectiva de un gobierno de la alianza con sectores de la burguesía. Desde la UIT-CI pronosticamos que lamentablemente va a repetir los fracasos de sus primeros gobiernos. Justamente el último gobierno del PT con un dirigente patronal como Temer, puso en evidencia el ataque a las y los trabajadores con un tarifazo del transporte en 2013. Que llevó a una reacción de millones de personas en las calles rechazando el tarifazo, repudiando las obras para el mundial de futbol (2014) y la corrupción, que terminó llevando a millones a votar en el 2018 contra el PT y que lamentablemente lo capitalizara Bolsonaro.
No queremos ser “aguafiestas” pero el nuevo gobierno de Lula no va a responder a las necesidades de las ylos trabajadores sino a gobernar con y para la burguesía. Entonces se va a una nueva decepción, repitiendo los fracasos de los gobiernos capitalistas del doble discurso, de la falsa izquierda, de los Maduro, Evo Morales y, en esta nueva etapa, de los Boric en Chile y de Petro en Colombia.
Por eso la Corriente Socialista de los Trabajadores (CST), corriente radical del PSOL, sección brasilera de la UIT-CI, en el primer turno no acompañó la decisión mayoritaria del PSOL de integrarse a la alianza electoral (Frente Amplia) con partidos y figuras patronales y apoyando incondicionalmente la candidatura de Lula. La CST en la primera vuelta llamó a votar a una candidata independiente de izquierda, Vera Lucia, del Polo Socialista Revolucionario. Y en la segunda vuelta, en este ballotage, si llamó a votar críticamente por Lula, desde una postura independiente. Acompañando a millones y millones de trabajadoras, trabajadores, mujeres y jóvenes que lógicamente querían sacarse de encima a Bolsonaro. Pero sin depositar ninguna confianza ni expectativa en el próximo gobierno de Lula.
Por todo esto, desde la CST y la UIT-CI, llamamos, en primer lugar, a la clase trabajadora y a los sectores populares del Brasil a seguir luchando por sus reivindicaciones. A solo confiar en su movilización para para exigir las reivindicaciones inmediatas como un Aumento salarial de emergencia; garantizar un aumento de presupuesto para la salud y la educación, dejando de pagar la deuda externa, reestatizando los servicios privatizados; combatiendo el saqueo de las multinacionales, la banca y el agronegocio, entre otras medidas.
En segundo lugar, hay que seguir luchando por la creación de una nueva alternativa de izquierda. Una nueva dirección sindical y política de izquierda en Brasil. En ese sentido la CST va a seguir reclamando al PSOL que vuelva a asumir una posición independiente ante los gobiernos patronales de turno y que, por la tanto, no apoye ni integre el gobierno de Lula-Alckmin. La CST y la UIT-CI seguirán luchando por construir una alternativa política unitaria socialista y de izquierda independiente para seguir con la lucha por el verdadero cambio de fondo que pasa por lograr un gobierno de las y los trabajadores y un Brasil Socialista.