Por Federico Novo Foti
Afectado por una grave enfermedad que lo llevaría a la muerte, Lenin dio su último combate junto a Trotsky contra las políticas contrarrevolucionarias y el naciente aparato burocrático en el Partido Comunista y la URSS. En su testamento político, escrito desde diciembre de 1922, propuso desplazar a Stalin. Pero la conducción del Partido Comunista, ya en manos de la burocracia, lo desconoció y ocultó. El trotskismo sostuvo desde entonces la continuidad del marxismo y el bolchevismo.
A finales de mayo de 1924, en el marco del XIII Congreso del Partido Comunista de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (PCUS), fueron llamados a una reunión los dirigentes de las delegaciones provinciales. Antes de comenzar se informó que nadie podría tomar notas. Inmediatamente, el dirigente Lev Kamenev comenzó a leer un documento en voz alta. Se trataba de la “Carta al Congreso” elaborada por Vladimir I. Lenin, máximo dirigente bolchevique y de la Revolución de Octubre, que había muerto poco tiempo antes, el 21 de enero de 1924.
Aquella carta pasaría a la posteridad como el “testamento” político de Lenin. Un documento que había sido escrito por un Lenin convaleciente con bastante anterioridad, entre el 23 de diciembre de 1922 y el 4 de enero de 1923, destinado al Congreso previo del partido. Durante un tiempo, en el que se esperaba la recuperación de Lenin, aquel texto había quedado bajo llave y solo era conocido por su esposa Nadia Krupskaia y la taquígrafa M. Volodicheva. Tras la muerte de Lenin, su esposa lo entregó para que fuera conocido por todo el partido en el Congreso.
La carta de Lenin recomendaba la reforma del partido y, en la posdata, proponía desplazar a José Stalin del cargo de secretario general. El naciente aparato burocrático conducido por Stalin desconoció el testamento, afirmando que había sido escrito por un hombre enfermo y bajo la influencia de su esposa y sus secretarias. Definió que el documento no se mencionaría en las reuniones plenarias del Congreso.
El testamento de Lenin no fue publicado oficialmente en la URSS hasta 1956, tras la muerte de Stalin. Solo los militantes de la Oposición de Izquierda en la clandestinidad, liderada por León Trotsky, lo divulgaron y defendieron bajo amenaza de cárcel, exilio y pena de muerte. En 1926, lo publicaron en países occidentales.
Lenin y Trotsky contra la burocratización
Lenin encabezó junto con Trotsky el primer gobierno revolucionario obrero y campesino de la historia, surgido de la Revolución de Octubre de 1917. El nuevo gobierno tuvo que enfrentar una sangrienta guerra civil contra los ejércitos de la contrarrevolución burguesa e imperialista. Stalin cumplía un rol secundario en este período. Trotsky fue el gran creador y dirigente del Ejército Rojo, que culminó en 1920 con el triunfo soviético. Mientras que Jacobo Sverdlov tuvo la enorme tarea de organizar el partido y el gobierno hasta su muerte en 1919, siendo reemplazado por un “triunvirato” que no integró a Stalin.
En 1920 la URSS estaba desangrada por la guerra civil, en el marco de aislamiento que le imponía la situación mundial, donde no se dieron otros triunfos de revoluciones obreras y socialistas en Europa. Este fue el caldo de cultivo de un proceso de burocratización creciente, que encontró en Stalin a su dirigente más resuelto. Manipulando el poder que le otorgaba su cargo de secretario general, fue adquiriendo cada vez más influencia entre arribistas, burócratas y conservadores dentro del partido.
En mayo de 1922 Lenin tuvo el primer ataque cerebral. Desde aquel primer episodio tuvo una actividad dispar. Durante ese periodo su colaborador más estrecho fue Trotsky. Sus trabajos estuvieron dedicados a combatir los primeros esbozos de la nueva política contrarrevolucionaria y la creciente burocratización que afectaba al funcionamiento del partido y el gobierno.
En diciembre de 1922, apoyado por Trotsky, derrotó el intento de Stalin de cuestionar el monopolio estatal del comercio exterior, política fundamental de la planificación económica, mientras se desarrollaba la Nueva Política Económica. Pero el desacuerdo más prolongado se produjo alrededor de la política hacia las nacionalidades. Lenin y Trotsky, siguiendo la tradición marxista y bolchevique, defendieron los derechos democráticos y la libertad para las nacionalidades que formaron por voluntad propia la URSS. Con este criterio, por ejemplo, se sumó Ucrania y Finlandia se independizó. Este era un componente fundamental del régimen de democracia obrera de los primeros años. En oposición, Stalin comenzó a imponer una concepción antagónica “centralista burocrática”, pretendiendo mantener la opresión gran rusa. Lenin preparaba un artículo que sus secretarias calificaron de “bomba contra Stalin” cuando en marzo de 1923 quedó definitivamente postrado por el último ataque cerebral.
Lenin comprendió que se estaba creando un aparato político administrativo totalmente ajeno a las concepciones y prácticas del bolchevismo y del centralismo democrático. Su testamento, llamando a desplazar a Stalin, había sido elaborado junto a otros textos con propuestas para reformar el partido y combatir al estalinismo naciente. Propuso crear una “Comisión de Control”, un organismo integrado por militantes experimentados y dignos de confianza, independientes de la dirección partidaria y del gobierno, que velara por la democracia partidaria y la moral revolucionaria. Asimismo, con objetivo de controlar a los altos funcionarios de gobierno, escribió: “Cómo tenemos que reorganizar la Inspección Obrera y Campesina” y “Más vale menos pero mejor”, publicado en marzo de 1923, poco antes del ataque definitivo 1.
El estalinismo es antagónico del leninismo
En 1924, tras la muerte de Lenin, se profundizaron los desacuerdos en el PCUS. Para darle una apariencia revolucionaria a los privilegios del aparato burocrático, Stalin puso en marcha la “lucha contra el trotskismo” en el marco de la política contrarrevolucionaria del “socialismo en un solo país”. La persecución contra los oposicionistas “trotskistas” recrudeció. Trotsky fue expulsado del partido en 1927 y de la URSS en 1929. Finalmente, fue asesinado por un agente estalinista en 1940.
Los partidos comunistas, encabezados por el PCUS, burocratizados desde la década del veinte, instalaron la falsedad política e histórica de que ellos eran la continuidad del “marxismo leninismo”. Así dieron autoridad a la política contrarrevolucionaria con la que desde entonces traicionaron a la clase obrera y los pueblos de la URSS y el mundo. El retorno del capitalismo en aquel tercio de la humanidad donde se había avanzado a la expropiación, pero con dictaduras de partido único, fue la confirmación por la negativa de aquella traición.
El triunfo de Stalin significó el quiebre de la tradición revolucionaria, internacionalista y de democracia obrera, que había comenzado a dar los primeros pasos en la URSS hacia el triunfo de la revolución socialista en el mundo. Pero no se pudo avanzar. La lucha por la continuidad del leninismo, el marxismo revolucionario y la verdad histórica, enterrada por los partidos comunistas, quedó en manos de Trotsky, la Oposición de Izquierda y, desde 1938, de la Cuarta Internacional. Los trotskistas con orgullo sostenemos la necesidad de construir en todos los países partidos revolucionarios con centralismo democrático, capaces de conducir al movimiento de masas a conquistar gobiernos de trabajadores en la pelea por el socialismo mundial. Esa es la tarea a la que se entrega toda la militancia de Izquierda Socialista y la Unidad de Trabajadoras y Trabajadores – Cuarta Internacional (UIT-CI).
La posdata
La posdata elaborada el 4 de enero de 1923 por Lenin decía: “Stalin es demasiado brusco, y este defecto, plenamente tolerable en nuestro medio y en las relaciones entre nosotros, los comunistas, se hace intolerable en el cargo de secretario general. Por eso propongo a los camaradas que piensen la forma de pasar a Stalin a otro puesto y de nombrar para este cargo a otro hombre que se diferencie del camarada Stalin en todos los demás aspectos sólo por una ventaja, a saber: que sea más tolerante, más leal, más correcto y más atento con los camaradas, menos caprichoso, etcétera. Esta circunstancia puede parecer una fútil pequeñez. Pero yo creo que, desde el punto de vista de prevenir la escisión y desde el punto de vista de lo que he escrito antes acerca de las relaciones entre Stalin y Trotsky, no es una pequeñez, o se trata de una pequeñez que puede adquirir importancia decisiva.” El testamento fue desconocido y ocultado a la base del partido y el pueblo soviético. La maquinaria de la contrarrevolución estalinista estaba en marcha.2
1. Ver León Trotsky. “Sobre el Testamento de Lenin” (1932). Ediciones El Socialista, Buenos Aires, 2010.
2. Ídem.