Por Rainier Rios, dirigente del MST de Chile, sección de la UIT-CI
El Palacio de La Moneda (sede de gobierno) en llamas, bombardeada por aviones de las fuerzas armadas que en esos mismos momentos se desplegaban por la capital imponiendo el terror. Son imágenes que dieron la vuelta al mundo. Ese día Allende fue derrocado y cientos de compañeras y compañeros asesinados. Fue el prólogo trágico de 17 años de dictadura militar que le costó la vida a miles, junto a quienes fueron torturados, encarcelados y exiliados. Todo balance en un día como este debe partir con un homenaje a nuestras y nuestros caídos. Que todos, todas y todes sean recordados por siempre con honor y gloria.
Nos oponemos, sin embargo, a lo que hoy hace el gobierno del Boric junto al Partidos Comunista, Partido Socialista y el Frente Amplio. Vergonzosamente, hoy gobierna el país una alianza que reúne a los mismos partidos que gobernaban con Allende en la Unidad Popular y que han usado esta fecha para dar discursos de “unidad nacional” junto al criminal ex presidente Piñera, llamando incluso, a la ultra derecha pinochetista a firmar esa unidad. Nada dicen sobre los militares y civiles culpables del golpe y los crímenes de la dictadura. Su objetivo es claro. Intentan con esa unidad por «arriba» cerrar la crisis abierta con el heroico estallido popular del 2019 contra el régimen político de los grandes grupos económicos y el dominio imperialista que todos ellos quieren perpetuar.
Esta fecha, en contra de la política traidora del actual gobierno y sus partidos, es una invitación a todas y todos los luchadores sociales y revolucionarios de Chile y el mundo para reflexionar y sacar correctas conclusiones sobre lo que sus mismos protagonistas llamaron “la vía chilena al socialismo o la vía pacífica al socialismo”.
Sobre qué reflexionar a 50 años del golpe de Estado en Chile.
Lo primero, y más importante, es que lo sucedido en Chile fue sólo otro capítulo de una larga lista de golpes de Estado dirigidos por el imperialismo yanqui para mantener su dominio sobre nuestros países. Los mecanismos violentos de control, que suman boicot económico, acciones de sabotaje, etc. Son parte del arsenal de medidas que toma la Casa Blanca para impedir que se ponga en entredicho sus intereses en el mundo. El caso de Allende demuestra que la sola intención de renegociar aspectos de esa dominación provoca la ira y el ataque furibundo del imperialismo.
Lo segundo, es una cuestión tan básica como convenientemente olvidada por grandes sectores de la izquierda tradicional. Cuando nos planteamos enfrentar al dominio imperialista, debemos responder también ¿Qué posición tienen los empresarios nacionales dueños del país respecto de esa dominación? Apelar a discursos “patrioteros y nacionalistas” para esconder que los grandes capitalistas dueños del país tienen un profundo acuerdo con el imperialismo para sacar grandes ganancias de esa dominación imperialista, y que ambos son enemigos a muerte de la clase trabajadora y los pueblos, es un “error” con fuerte olor a traición.
Creer que se puede luchar por la soberanía nacional apoyados en los empresarios, o que debemos hacerlo respetando las mismas instituciones con la que resguardan sus negocios con el imperialismo, como sus parlamentos reaccionarios, sus fuerzas armadas y sus leyes, es un camino seguro a la derrota. Resulta increíble, que tras casi dos siglos de grandes luchas obreras y de una gran tradición teórica y militante marxista, siga permaneciendo una gran confusión sobre este punto nodal de nuestra lucha: al servicio de quiénes y para hacer qué funcionan las instituciones de poder en países capitalistas como los nuestros.
Esto se explica sólo por la presencia traidora de grandes partidos y sobre todo dirigentes que, vistiéndose de izquierda y llamándose a sí mismo socialistas, no son otra cosa que agentes pagados por los capitalistas o como el PC de la época, por la burocracia gran rusa que regentaba el Kremlin, para mantener esa confusión en la cabeza de miles de luchadores y luchadoras.
Lo tercero, no le criticamos a Allende no haber tenido una política socialista y revolucionaria para enfrentar el golpe y llevar hasta el final la lucha contra el imperialismo. No pedimos peras al olmo. Allende era un reformista confeso. Más allá de los discursos y la verborrea “socialista”, su gobierno practicaba un tibio nacionalismo que buscaba renegociar aspectos de la dominación imperialista sobre Chile. Algunas medidas como la nacionalización de parte importante del cobre, de la banca y otras, demuestran esta política. Su gran traición fue no haber sido consecuente con su propio programa reformista, y llevarlo hasta el final. Son muchos los casos de direcciones, incluso burguesas, que se enfrentan abiertamente (incluso con las armas) al imperialismo para defender su propia posición. Ese no fue el caso de Allende; aún cuando el golpe militar que le costó la vida fue preparado a vista de todo el mundo.
Eso nos lleva a lo último. Sin proponerse derrotar al empresariado nacional y al imperialismo, y más bien cuidando y actuando en el marco de sus instituciones, deteniendo y frenando las organizaciones obreras y populares, como los cordones industriales, y conteniendo el ascenso de su conciencia y sus luchas, el gobierno abrió el paso al Golpe de Estado, que pudo ser derrotado si hubiera encontrado en Allende una actitud opuesta a la que realmente asumió.
La historia de la Unidad Popular y de Allende es un recordatorio de las limitaciones de los nacionalismos a medias y una reafirmación de que el único camino real para liberarnos de la dominación imperialista y conseguir un futuro digno para la clase trabajadora y los pueblos pasa por gobiernos de las y los trabajadores en lucha frontal contra el imperialismo y sus socios capitalistas locales, construir un verdadero partido revolucionario y una organización internacional sobre la que apoyarse, hasta conseguir el verdadero socialismo con democracia verdadera para los trabajadores y el pueblo e internacionalista para beneficio de toda la humanidad y la naturaleza de la que somos parte.
Rainier Ríos, Integrante Comité Ejecutivo del MST de Chile, sección de la UIT-CI.