Por Prensa UIT-CI
Firmas sirias
Traducido del inglés por MST-RD.org
Nosotros, sirios unidos en la lucha revolucionaria contra el régimen de Assad y sus patrocinadores imperialistas, estamos firme e inequívocamente con el pueblo palestino en Gaza, Cisjordania y en toda la Palestina histórica, en su lucha por la liberación de la colonización, la ocupación y el apartheid israelíes.
La escala de la violencia actual en Gaza no tiene precedentes. Una población asediada está atrapada bajo los bombardeos sin ningún espacio seguro al que huir. Cerca de 10.000 personas han muerto en la embestida israelí, de las cuales más de 3.760 son niños, y miles más permanecen atrapadas bajo los escombros. Hospitales, escuelas y hogares han sido blanco de ataques deliberados. Se han utilizado armas prohibidas, como el fósforo blanco, contra la población civil, en el lugar más densamente poblado del planeta. Se ha cortado el suministro de agua, electricidad y alimentos, y la ayuda no llega a quienes la necesitan. Los hospitales, desbordados por los heridos, están al borde del colapso. Los Estados occidentales han dado luz verde a Israel para esta matanza, mientras las dictaduras árabes permanecen impasibles. En Cisjordania, decenas de palestinos han muerto en los últimos días, mientras las fuerzas de ocupación y los colonos intentan expulsar a más personas de sus hogares, y los ataques y detenciones de palestinos han aumentado en toda la Palestina histórica. Y recordamos a los palestinos que languidecen en prisión, rehenes de la ocupación israelí.
Sin embargo, esta guerra israelí contra el pueblo palestino no comenzó el 7 de octubre. Se remonta a la firma de la Declaración Balfour en 1917 y a la posterior expulsión y desposesión de los palestinos de sus tierras desde 1948. La causa palestina comenzó con la ocupación de Palestina por la colonia de asentamientos de Israel, que desde entonces ha perpetuado masacres, expulsiones masivas, borrado, detención y régimen de apartheid contra la población autóctona palestina. Tememos que tales medidas y más apropiaciones de tierras aumenten bajo el actual gobierno de extrema derecha en Israel que ha dejado muy claro su racismo, salvajismo e intención genocida.
Nuestra solidaridad está arraigada en nuestra humanidad inherente y en nuestra cultura, historia y patrimonio compartidos. Antes de las ocupaciones británica y francesa y del advenimiento de los modernos Estados nación dentro de las fronteras Sykes-Picot, los pueblos de bilad ash-sham estaban estrechamente conectados. Desde la expulsión de los palestinos de sus tierras en 1948, los sirios hemos adoptado la causa palestina como propia. Esto se ha reflejado en nuestra poesía, música, discurso cívico y resistencia armada. Los sirios acogimos a los refugiados palestinos cuando llegaron a nuestras ciudades, y los palestinos de Siria se integraron en el tejido de nuestra sociedad.
Aunque el pueblo sirio siempre se ha solidarizado con la causa palestina, el régimen de Assad la ha utilizado como una herramienta retórica que, lejos de liberar a Palestina, ha provocado un aumento de la opresión dentro de las fronteras de Siria.
Durante la guerra de 1967, siendo ministro de Defensa, Hafez al-Assad ordenó al ejército sirio que se retirara de los Altos del Golán antes de que hubiera llegado ninguna tropa israelí. El Golán sirio ha estado sometido a una brutal ocupación y colonización israelíes, separado de la patria siria y marginado intencionadamente por el régimen de Assad y la región en general. Los Altos del Golán siguen confinados por la colonización israelí, el régimen genocida de Assad y las maquinaciones geopolíticas.
Cuando estalló la guerra civil libanesa, Hafez al-Assad declaró a bombo y platillo el apoyo de Siria a la alianza palestino-musulmana-izquierdista contra los falangistas proisraelíes. Pero cuando los falangistas parecieron correr el riesgo de ser derrotados en 1976, Assad ordenó al ejército sirio que interviniera contra la alianza propalestina. El régimen de Assad masacró alrededor de 1,500 civiles palestinos en los campamentos del Líbano, sobre todo en Tel Za’atar.
En su país, el régimen declaró el Estado de Emergencia que suspendía los derechos políticos y civiles de los sirios en nombre de la resistencia a Israel, al tiempo que protegía cuidadosamente la falsa frontera con los Altos del Golán ocupados. Tanto sirios como palestinos eran detenidos si se atrevían a tomar cualquier iniciativa cultural, política o militar contra la ocupación israelí. Un caso es el de Tal al-Mallouhi, una adolescente siria que escribió un blog en apoyo de Palestina. Escribió artículos y poemas que animaban a sirios, árabes y musulmanes a hacer más para ayudar a los palestinos. Por este «delito», el régimen de Assad la encarceló en 2009. Hoy sigue en prisión.
Cuando estalló nuestra revolución, sirios y palestinos en Siria se mantuvieron unidos, hombro con hombro. Trabajamos juntos para suministrar alimentos y medicinas a las comunidades asediadas, para organizar huelgas y marchas y para construir alternativas democráticas al régimen asesino.
Como palestinos y sirios lucharon juntos por la libertad y la dignidad, el régimen de Assad atacó los campamentos palestinos con la misma ferocidad con la que agredió a las ciudades sirias. Los campamentos palestinos de Daraa y Raml, en Lattakia, fueron algunos de los bombardeados y asediados.
El campamento de Yarmuk, en las afueras de Damasco, era conocido como «la capital de la diáspora palestina». Sus residentes adoptaron inicialmente una posición de neutralidad en la revolución, pero para muchos eso cambió en mayo de 2011, cuando el régimen animó a los palestinos a manifestarse en la frontera del Golán para conmemorar la Nakba y luego no intervino mientras los jóvenes eran abatidos a tiros por soldados israelíes. En diciembre de 2012, la mezquita Abdul Qadir Al Husseini fue bombardeada por aviones de guerra del régimen, matando a muchos de los desplazados internos que se refugiaban en su interior. Se impuso un asedio de cinco años al campo y los residentes fueron sometidos a una lenta inanición y a la falta de suministros esenciales. En aquel momento se hicieron comparaciones con el brutal asedio impuesto por Israel y Egipto a Gaza. Tras los intensos bombardeos de abril de 2018, que destruyeron gran parte de la infraestructura del campamento, las familias fueron desplazadas a la fuerza, para muchas fue una segunda Nakba. A muchas de ellas se les impide ahora regresar, ya que sus hogares han sido expropiados en virtud de nuevos planes de «desarrollo» de los que se benefician los leales al régimen, a pesar de las objeciones de los antiguos residentes.
El Grupo de Acción por los Palestinos de Siria (AGPS) ha documentado 4.048 palestinos asesinados en Siria desde 2011. De ellos, 614 murieron torturados en cárceles del régimen y 205 a causa del asedio al campo de Yarmuk. Otros murieron por bombardeos del régimen o ejecutados por leales al régimen.
No queremos centrarnos en nosotros mismos, sino exponer la interconexión de nuestras luchas. Los sirios sienten una profunda solidaridad con la difícil situación de los palestinos, que proviene de la experiencia compartida de resistencia a la tiranía, el deseo de libertad y autodeterminación y el trauma de la guerra. En pueblos y ciudades de todo el país, los sirios han salido a la calle para protestar contra el genocidio que se está cometiendo en Gaza y mostrar su solidaridad con la resistencia palestina. En Alepo, los médicos, que se han enfrentado a los ataques del régimen y de Rusia contra hospitales, han protestado contra los ataques de Israel contra hospitales de la Franja de Gaza. En Idlib, los trabajadores humanitarios, que saben lo que es sacar niños de entre los escombros, se pusieron en pie para mostrar su solidaridad. En Sweida, donde continúan las protestas diarias contra el régimen, ondeó la bandera palestina. Numerosas ciudades del noroeste de Siria se han echado a la calle por Palestina, a pesar de la grave escalada militar sufrida en el último mes y de ser objeto de bombardeos diarios que incluyen el uso de fósforo blanco por parte del régimen contra viviendas civiles. El noroeste de Siria se enfrenta actualmente al bombardeo más intensificado del régimen desde 2020, durante el cual más de 120.000 sirios se han visto desplazados internamente sólo en el último mes.
En la diáspora, nos hemos unido a las protestas en los países de nuestro exilio. Conocemos la experiencia del desplazamiento forzado y la desposesión: hemos vivido nuestra propia Nakba. Los sirios estamos con Gaza porque compartimos el horror y el dolor de la violencia de Estado: lloramos cada muerte palestina como si fuera nuestra.
Estamos indignados, pero no sorprendidos, por la respuesta de la «comunidad internacional» y su falta de acción significativa para detener inmediatamente la masacre en Gaza. Los sirios se enfrentaron al mismo silencio y traición cuando pidieron una zona de exclusión aérea para poner fin al gran número de muertes, en los primeros años de la revolución. A pesar de las campañas, el llamamiento cayó en oídos sordos y nos abandonaron a nuestra suerte.
Nosotros, los sirios, pedimos un alto el fuego inmediato y una resolución justa de la cuestión palestina, basada en la autodeterminación y los derechos inalienables del pueblo palestino. Estamos consternados por la hasbara, las narrativas israelíes y el discurso de la «Guerra contra el Terror» que pretenden deshumanizar a los palestinos, deslegitimar la resistencia palestina y justificar la embestida israelí, y recordamos la forma en que el régimen assadista, Rusia e Irán utilizan métodos similares para desacreditar nuestra lucha. Rechazamos la desinformación difundida por los propagandistas, las teorías conspirativas y racistas con las que nosotros mismos estamos demasiado familiarizados. Condenamos a quienes han apoyado la lucha siria pero no apoyan a nuestros hermanos y hermanas de Palestina, y a quienes apoyan la resistencia palestina pero no apoyan la lucha de Siria por la libertad.
La solidaridad mutua e interseccional es esencial, nuestras luchas son una, nuestra libertad depende cada una de la libertad de la otra.
Firmas
Razan Saffour, editora en MENA Advocacy
Robin-Yassin Kassab, escritor
Leila Al Shami, escritora y activista
Yassin Haj Saleh, escritor
Walid Saffour, Comité Sirio de Derechos Humanos
Maher Arar
Leila Nachawati, profesora de Comunicación
Qutaiba Idlbi
Bassam Al-Kuwatli
Yasser Munif, Emerson College
Obayda Ghadban, investigadora y traductora
Rafif Jouejati, defensor de los derechos humanos
Ibrahim Fakhri, artista
Zaher Sahloul, Iniciativa de Fe Siria
Marcelle Shehwaro, escritora
Karam Shaar
Ayah Kutmah, escritora e investigadora
Weyam Ghadbian, facilitador de transformación de conflictos
Bayan Boulad, estudiante de posgrado, Escuela de Salud Pública de la Universidad de la Ciudad de Nueva York
Yasmeen Mobayed, estudiante de doctorado
Sumayya Saleh, abogada de derechos civiles
Yazan Al Saadi
Dellair Youssef, escritor
Shiyam Galyon
Sama Kiki, defensora
Lina Shamy
Yusuf Mousa
Sarah Hunaidi, escritora y consultora de incidencia política
Bashar Deeb, periodista
Yazan Badran, investigador
Mohja Kahf, doctor y profesor
Ramah Kudaimi, activista
Amina Olabi, investigadora en salud pública
Lina Baroudi, abogada
Laila Alrefaai, investigadora y escritora
Dima Nachawi, artista
Ahmad Abushaar, Equipo Molham
Jad Baghdadi, doctorando, Universidad de Oxford
Ala Ayoubi, farmacéutico
Rami Jarrah, periodista
Karim Jian, médico
Mustafa Alachkar, médico
Fouad Roueiha, periodista y traductor sirio-italiano
Lyn Al Masri, ingeniero informático
Ayham Abdulwali, especialista en incidencia política
Mohammad Abu Hajar, doctorando
Yasser Almaamoun, arquitecto
Dr. Razan Ghazzawi, Universidad Estatal de Oregón
Sami Haddad, profesor y activista
Mohanad Mahdi, Ingeniero
Osama Zein Al-Abdeen, trabajador humanitario
Mahmoud Kutmah, estudiante de Medicina
Huda Kutmah, Estudiante de Medicina
Sara Mahdi, estudiante de la Universidad Pública de Virginia
Mayssoun O, Director de Comunicaciones
Rami Zahrawi Haj-Younes, trabajador humanitario e investigador
Khuloud Alsaba, investigador
Dra. Banah Ghadbian
Yazan Awad
Abdallah Al Shaar, documentalista y escritor
Muaz Mehiş
Aghyan Alzuabi
Abdulrahman alkilany
Rami al-Safadi
Abeedah Diab
Ghalia Albarazi
Maya Daas
Elham Makansy
Masah Barakat
Bashar Alhor
Mohammad Ali Madanieh
Patool Kutmah, estudiante
Zainab Alhaj
Duaa Nabhan, estudiante
Safi Ghazal, activista de la Revolución Siria
Bushra Alakraa, directora de proyectos
Karim Al Afan
Suzan Boulad, abogada
Ammar Z, trabajador de apoyo
Omar Issa, ingeniero de software
Sulima Asaad, estudiante
Zouhir Al Shimale, Proyectos Valent
Loay Alhamedi, activista
Ahmad Sadiddin, economista
Sameer S, abogado y director de asuntos jurídicos
Rama Shoukfeh, terapeuta de salud mental
Salina Abaza, artista
Yara Maaz
Karim Shoorbajee
Rana Al-Nahhas
Maya Mahdi
Tareq Samman
Hannah Achkar
Sami Al Nazer
Ibrahim Yassin
Amal Alachkar
Ahmad Mohamad, activista de derechos humanos
Yazan Affash, estudiante
Baraa Kanj
Bayan Heri
Abdulgadir Hamo
Sama Heri
Yasmin Sheikh
Osama Asaad
Abdelmajed Alkhatib, estudiante
Raafat Alsakal
Boushkin Mohamad Ali
Saphe Shamoun
Almousa Bara, estudiante
Ahmed Haj Ahmed, estudiante
Amer Munawwar
Ahmad Alsoliman
Noor Albarazi, estudiante
Amana Albarazi, estudiante
Laila Sadiddin, estudiante
Walid Nader, estudiante
Abdullah Alhusin, activista
Ahmad Hadeda
Moro Alali, activista
Monaf Almaiedy, estudiante
Abdelrahman Elbanna, académico
Mo Abboud
Almourad Aldeeb, estudiante
Ayah, estudiante
El Awan
Rania H
Livia L
Fadi
Eman
Sabri