Por Federico Novo Fotti
Hace cien años nacía Nahuel Moreno, uno de los principales dirigentes del trotskismo. Fue el más consecuente y decidido continuador de las enseñanzas de León Trotsky. Dedicó su vida a la construcción de partidos revolucionarios y la Cuarta Internacional. Maestro y fundador de la corriente “morenista”, que integramos con orgullo Izquierda Socialista y la UIT-CI, en este primer artículo lo homenajeamos repasando su experiencia en Argentina en la tarea de construir partidos obreros revolucionarios.
Hugo Miguel Bressano Capacete, más conocido como Nahuel Moreno, nació el 24 de abril de 1924 en Alberdi, un pueblo de la provincia de Buenos Aires. En 1942, un trabajador marítimo de apellido Faraldo lo ganó para el trotskismo.
El trotskismo había nacido en la década de 1920. León Trotsky, máximo dirigente de la Revolución Rusa junto a Vladimir Lenin, batalló contra la política de conciliación de clases y el abandono de la lucha por conquistar gobiernos de trabajadores y el socialismo mundial por parte las direcciones socialdemócratas (los partidos socialistas) y el aparato estalinista que impuso la política del “socialismo en un solo país” desde que comenzó a dominar el estado soviético, los partidos comunistas y la Tercera Internacional, tras la muerte de Lenin en 1924. Antes de ser asesinado en 1940 a manos de un agente estalinista, Trotsky escribió el “Programa de Transición” para la revolución socialista y fundó la Cuarta Internacional, una nueva organización para dar continuidad a la lucha por el programa revolucionario.
El trotskismo obrero en Argentina
En Argentina, en los primeros años de la década de 1940, el trotskismo se limitaba a algunos grupos dispersos, que en su mayoría militaban poco y realizaban largas reuniones de debate en los bares de la ciudad de Buenos Aires, como el Café Tortoni. El joven Moreno entró al grupo orientado por Liborio Justo, cuyo seudónimo era Quebracho. Pero pronto Moreno abandonó el grupo.
En 1944, Moreno fundó el Grupo Obrero Marxista (GOM), junto a un grupo de jóvenes. Su documento precursor, “El Partido”, basado en las enseñanzas de Lenin, planteaba la importancia de iniciar la tarea de construir un partido revolucionario, comenzando por empalmar con “el movimiento obrero, acercándonos y penetrando en las organizaciones donde éste se encuentre, para intervenir en todos los conflictos de clase”. El GOM tuvo su bautismo de fuego en enero de 1945 cuando estalló la huelga del frigorífico Anglo-Ciabasa en la localidad de Avellaneda, provincia de Buenos Aires. El dirigente trotskista del sindicato de la madera, Mateo Fossa, les aconsejó que se pusieran al servicio de la huelga, sin pretender “bajar línea”. El respeto que se ganaron aquellos jóvenes por su compromiso con la huelga les permitió instalarse en Villa Pobladora (Avellaneda), editar su primer periódico “Frente Proletario” y comenzar a dirigir varios sindicatos en la zona. El grupo se fue forjando en polémica con el peronismo, que planteaba la conciliación de clases y el apoyo al gobierno burgués como salida de fondo para los trabajadores y el pueblo.
De la experiencia de Pobladora, Moreno sacó la conclusión fundamental de la necesidad de construir partidos revolucionarios ligados a la clase trabajadora y sus luchas. Incluso, desde 1948, cuando Moreno participó del segundo congreso de la Cuarta Internacional en París, comenzó a polemizar con el trotskismo europeo para que la Cuarta y sus secciones nacionales superaran la etapa de grupos de propaganda y adquirieran o reforzaran su ligazón con la clase obrera y sus luchas.
Adoptar una perspectiva internacional y ligarse al movimiento obrero, permitieron a Moreno precisar el fenómeno peronista de entonces como un nacionalismo burgués enfrentado parcialmente al plan de colonización estadounidense para la región. En 1955, el POR orientado por Moreno se opuso al “Golpe Gorila”. Ante los primeros ataques que recibió el movimiento obrero, Moreno lanzó la línea de organizar el Movimiento de Agrupaciones Obreras, cuyo periódico fue “Palabra Obrera”, para coordinar y unir las huelgas y ocupaciones de fábrica en la “resistencia” a la dictadura. Lo hizo ante la defección del propio Juan Domingo Perón y la burocracia sindical, y el apoyo escandaloso del PS y el PC a la dictadura. Palabra Obrera se integró a la intersindical, que luego pasó a llamarse “62 Organizaciones Peronistas”, polemizando y disputando con la burocracia sindical peronista. En 1959, cuando fue derrotada definitivamente la resistencia, un grupo de dirigentes capituló a la burocracia y rompió con Palabra Obrera. Moreno polemizó con ellos y su idea de que la burocracia eran luchadores confundidos, por el contrario, demostró que las burocracias son agentes de las patronales para traicionar las luchas obreras.
La pelea del morenismo por construir partidos revolucionarios internacionalistas e insertos en la clase obrera y sus luchas continuó a contracorriente, frente a quienes abandonaban la tarea para capitular a las direcciones mayoritarias o buscaban atajos que llevaban a nuevos callejones sin salida, como la guerrilla. (ver recuadro) Desde mediados de la década de 1960, aún bajo las difíciles condiciones impuestas por la dictadura de Juan Carlos Onganía, Moreno alentó a “peinar” (recorrer) la fábricas y barrios obreros en busca de activistas para reconstruir el partido. En 1968 se dieron en Francia los acontecimientos conocidos como “Mayo Francés”, que evidenciaron el ascenso del movimiento estudiantil unido a las huelgas obreras. Moreno entonces orientó a un sector del partido a intervenir en las universidades. El “Cordobazo” y las insurrecciones obreras y estudiantiles en distintas ciudades del país en 1969 hirieron de muerte a la dictadura y ratificaron el acierto de Moreno. En 1972 se fundó el Partido Socialista de los Trabajadores (PST), que intervino en las luchas y las elecciones en abierta polémica con la guerrilla y quienes planteaban que el retorno de Perón resolvería los problemas sociales y económicos del país. El PST tuvo razón. La crisis continuó, las luchas obreras también y en junio de 1975 se produjo la primera huelga general contra un gobierno peronista. Entre tanto, las bandas fascistas comenzaron a actuar al amparo del gobierno, matando a dieciséis militantes del PST. Tras el golpe de estado, el PST continuó funcionando bajo las terribles condiciones de la clandestinidad, orientado por Moreno desde su exilio en Colombia. Al caer la dictadura, con Moreno ya en el país, y gracias a la heroica supervivencia de la militancia del PST, el Movimiento al Socialismo (MAS) llegó a ser la fuerza de izquierda más grande de la Argentina y el partido trotskista más grande del mundo.
La actualidad del morenismo
Nahuel Moreno falleció el 25 de enero de 1987 dejando una extensa elaboración teórica y política, plasmada en varios libros y folletos que continúan vigentes con sorprendente actualidad. Sin embargo, uno de sus legados más importantes es el de haber insistido en la lucha por construir partidos revolucionarios e internacionalistas ligados al movimiento obrero en la pelea por gobiernos de trabajadores y el socialismo. Desde Izquierda Socialista y la Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores-Cuarta Internacional (UIT-CI) asumimos el compromiso de dar continuidad a esa tarea. Los trabajadores y trabajadoras, la juventud, las mujeres y los sectores populares no dejan de luchar ante la creciente pobreza, la destrucción ambiental y todas las penurias provocadas por el capitalismo decadente. Si no se avanza más, y algunas veces hasta se retrocede, es por la falta de esa dirección revolucionaria. Ese es el desafío al que nos seguimos comprometiendo los morenistas a realizar junto con las y los que luchan.
Moreno polemiza con el guerrillerismo
En 1959 triunfó la revolución cubana. Un movimiento guerrillero, con una dirección pequeño burguesa, encabezó una insurrección popular triunfante que terminó expropiando a la burguesía e instaurando el primer estado obrero en América. Impactada por la revolución cubana, una generación de heroicos luchadores se referenció en Fidel Castro y Ernesto “Che” Guevara y se dispuso a aplicar la receta guerrillera en sus países, buscando un atajo para la revolución socialista.1 En el trotskismo, la mayoría orientada por Ernest Mandel, capituló al castrismo y su concepción guerrillerista. En oposición, Moreno reconoció la validez de la táctica guerrillera, pero polemizó con la idea de aplicarla en todo tiempo y lugar. Llamó a continuar la tarea permanente de construir partidos revolucionarios insertos en el movimiento obrero y de masas. Pero el debate no fue fácil. En Argentina, tras la derrota de 1959, la concepción guerrillerista ganó al dirigente de Palabra Obrera, Ángel Bengoechea. En 1965 nació el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), pero dos años más tarde se dividió. Roberto Santucho y otros dirigentes se lanzaron a la aventura guerrillera.2 El trágico destino y la descomposición en la que terminó la experiencia guerrillerista dieron la razón a Moreno
- Nahuel Moreno. “Polémica con el Che Guevara”. Editorial CEHuS, Buenos Aires, 2017 y N. Moreno. “Perú: dos estrategias”. CEHuS, Buenos Aires, 2015.
- Martín Mangiantini. “El trotskismo y el debate de la lucha armada”. El Topo Blindado, Buenos Aires, 2014.