Por Prensa UIT-CI
Declaración común MAS (UIT-CI y En Lucha (LIT-CI) a los 50 años de la revolución del 25 de abril de 1974
Conmemorar el mes de abril no es defender esta democracia de élite en la que vivimos, sino luchar por una nueva revolución. Por eso te invitamos a que te unas a nosotros en la manifestación del 25 de abril, en la que formaremos un bloque alternativo e independiente.
50 años después del 25 de abril, las elecciones del 10 de marzo mostraron claramente la crisis que atraviesa el régimen actual, cuyos dos pilares, Partido Socialista (PS) y el Partido Socialdemócrata Democrático (PSD), ven derrumbarse el bipartidismo que les ha permitido gobernar el país durante las últimas décadas, y en las que la extrema derecha logra una votación histórica. Estas elecciones muestran también las consecuencias de Geringonça(s) (gobiernos de conciliación de clases), que no ha pasado la página de la austeridad y la crisis social del país. La bancarrota de la democracia de los ricos, provocada por su incapacidad para llevar a cabo un proyecto que garantice una vida digna para los trabajadores y los sectores más oprimidos del país, debería hacernos reflexionar sobre cómo hemos llegado hasta aquí y decidir qué camino queremos tomar.
La verdad es que nuestra actual democracia, a pesar de ser heredera de varias conquistas democráticas de la revolución, es sobre todo el producto de su derrota a manos de la reacción democrática, que instauró el poder de los grandes patrones, frente al poder de los trabajadores que se había construido en las calles, en las empresas, en las escuelas, en los barrios, durante aquel período de 1974-75. Los problemas que hoy enfrentamos en el país son el producto de esta revolución incompleta, que fue derrotada en su proyecto de construir una sociedad opuesta al capitalismo: una sociedad socialista, sin explotación ni opresión.
El Servicio Nacional de Salud (SNS) sacó a Portugal del atraso en índices como la mortalidad infantil o la inmunización, y la educación pública permitió que la escolarización dejara de ser un privilegio de las élites, pero ambos están ahora destruidos por la falta de financiación. La vivienda ya no es un derecho, sino un privilegio. Los derechos laborales se han convertido en la generalización de la precariedad, mientras que el salario mínimo es cada vez más el salario medio y el dinero no llega a fin de mes. El colonialismo ha terminado, pero el racismo es una constante en la sociedad portuguesa. La igualdad entre hombres y mujeres está consagrada por ley, pero dista mucho de ser una realidad en la práctica. Si el país ha cambiado en 50 años es gracias a la revolución y a sus conquistas, conseguidas gracias a la lucha de los trabajadores y de la juventud, pero todos sus avances se están destruyendo.
A estas alturas, ha quedado claro que gobernar con la burguesía no es bueno para los trabajadores. No funcionó durante la revolución de 1974/1975, en los gobiernos provisionales con el Partido Socialista (PS) y el Partido Socialdemócrata Democrático (PSD), integrados por el Partido Comunista Portugal (PCP), ni tampoco durante los diversos gobiernos de Geringonça, que no acabaron con la austeridad y se mostraron incapaces de cambiar el país y la vida de los trabajadores, atados a la Unión Europea y a sus dictados. Si Geringonça ha ahogado el espíritu de lucha, la combatividad y la confianza de la juventud y la clase trabajadora en ilusiones de gobernabilidad con la burguesía, la UE también ha demostrado que no es nuestro el dorado, sino nuestro verdugo, manteniéndonos atados a la dictadura del déficit y la deuda pública.
El 25 de abril no era para esto. Por eso, para nosotros, conmemorar abril no es defender esta democracia de las élites en la que vivimos, sino luchar por una nueva revolución. Por eso os invitamos a acompañarnos en la manifestación del 25 de abril, donde formaremos un bloque alternativo e independiente: alternativo a la dirección que la izquierda parlamentaria viene llevando a los trabajadores, confinándolos exclusivamente al parlamentarismo y al institucionalismo; e independiente de la patronal, a diferencia de la reciente experiencia de Geringonça, que sigue siendo el centro de la política de la izquierda parlamentaria.
Abril es revolución
Al conmemorar estos 50 años, es necesario recordar que la dictadura fue derrocada el 25 de abril de 1974, pero la revolución que allí comenzó no se limitó a la búsqueda de la democracia: en la lucha contra el fascismo portugués, quedó claro que estaba directamente vinculado a las estructuras más profundas del capitalismo y a los grandes grupos económicos del país: los propietarios de Portugal. Además, también es crucial recordar que fue la lucha de liberación nacional de los pueblos africanos por la autodeterminación, junto con las luchas de los trabajadores que consiguieron avanzar en sus conquistas a finales de los años 60 y 70, lo que abrió la puerta al fin del régimen dictatorial.
Fue la burguesía portuguesa, dependiente de las colonias, la que arrastró al país al abismo de la guerra. El 25 de abril de 1974, la dictadura fue derrocada, pero el golpe militar se transformó en una revolución popular, que salió a la calle, derrocó al antiguo régimen y sentó las bases para construir otro país: las y los trabajadores y la juventud dejaron de esperar y empezaron a construir nuevos órganos de poder y decisión: los comités de trabajadores, residentes, soldados y campesinos, en la lucha por tomar sus destinos en sus propias manos y cambiar sus vidas. Por eso las libertades democráticas no se dieron, sino que se conquistaron.
El PS y el PCP lucharon por la dirección de la revolución, pero ambos tenían un acuerdo importante: los trabajadores no gobernarían el país. El PS proponía el llamado «socialismo democrático», una democracia capitalista ligada al proyecto de los grandes países europeos, que fue el proyecto victorioso. El PCP, por su parte, siempre fiel a las orientaciones e intereses de Moscú de la división pacífica del mundo entre los EE.UU. y la URSS, asumió un proyecto autoritario de control de los trabajadores y de sus luchas que no quería detenerse en el fin del fascismo, proyecto que tampoco cuestionaba el capitalismo en el país.
Contrariamente al relato dominante, que atribuye la democracia al 25 de noviembre de 1975, lo que hizo el golpe de ese día fue derrotar a los sectores que en los cuarteles y en las empresas querían ir más lejos por un país más justo para los trabajadores y el pueblo, para reorganizar el poder y el Estado burgués. La Constitución de 1976 consagró un régimen que incorporaba algunas de las reivindicaciones democráticas de los trabajadores conquistadas en sus luchas, pero, sobre todo, instauró la democracia del capital, un régimen opositor cuyo objetivo era derrotar la democracia de los trabajadores, en los lugares de trabajo, en las escuelas, en los cuarteles y en las calles.
La clase obrera carecía de un programa que uniera a los comités de trabajadores del campo y de la ciudad, a los residentes y a los soldados; un programa que tuviera como objetivo la toma del poder y la construcción de un Estado de las y los Trabajadores, gobernado por la clase trabajadora y para las y los Trabajadores. También faltaba un partido revolucionario, con fuerza y prestigio en los sectores centrales de la clase obrera, para llevar a cabo este programa.
Por una alternativa real a los gobiernos del PS/PSD y a la extrema derecha
La extrema derecha dice querer atacar el sistema y poner su dinero donde está su boca, pero se niega a atacar los verdaderos privilegios de los grandes patrones (que incluso los financian, como es el caso de Champalimaud o Barbot). Señalan con el dedo a los inmigrantes o a los gitanos sólo para desviar la atención de los verdaderos culpables, los grandes capitalistas que nos explotan y que, en la mayoría de los casos, ni siquiera pagan impuestos en Portugal. Dicen atacar la corrupción, pero protegen a los corruptos y no atacan el origen del problema: el sistema capitalista y su miseria. Se trata de dividir a los de abajo para que reinen los de arriba.
Pero también creemos que no basta con estar en contra de un nuevo gobierno de la Alianza Democrática (AD) y la extrema derecha. Son los 50 años de alternancia entre gobiernos del PS y del PSD/CDS los que nos han llevado a este punto, transformándonos, a instancias de la Unión Europea, en un país de turismo, servicios, mano de obra barata y extracción de recursos sin tener en cuenta los intereses de la población, como es el caso del litio. Al mismo tiempo, no podemos ser rehenes de quienes, desde la izquierda, como el PCP y el Bloque de Izquierda (BE), ahogaron las luchas contra la troika en ilusiones electorales y apoyaron a los gobiernos que mantuvieron la austeridad. Ellos también son responsables de lo lejos que hemos llegado.
La actual democracia de los ricos no era el futuro por el que lucharon las generaciones que hicieron abril. Frente a este estado de cosas, es necesaria una nueva revolución, contra todas las formas de explotación y opresión y por la construcción de una verdadera democracia obrera: el socialismo. Se cumplieron 50 años, pero no basta con celebrar la fecha y decir que «la fiesta fue bonita». El espíritu de abril es de lucha y rebeldía, por eso invitamos a todos los indignados por el actual estado de cosas, sean trabajadores o colectivos, a formar un bloque alternativo e independiente en la manifestación del 25 de abril. Porque hay vida después de abril, hay un país que cambiar y ¡eso sólo se puede hacer luchando por una nueva revolución!
Movimiento Alternativa Socialista (MAS-UIT-CI) y En Lucha (LIT-CI)
25/3/2024