Por Federico Novo Foti, El Socialista, Argentina.
22/3/2024. El 25 de abril de 1974 se produjo la gran revolución encabezada por el llamado Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA) formado por jóvenes oficiales, con amplio apoyo de los suboficiales y soldados, popular y obrero, conocida como la “revolución de los claveles”.
La revolución derrocó una dictadura fascista que había gobernado Portugal durante 48 años, instalada por el golpe militar de 28 de mayo de 1928, encabezado desde 1932 por Antonio de Oliveira Salazar, quien permaneció en el poder hasta 1968, hasta que fue reemplazado por Marcelo Caetano, como continuador del régimen dictatorial.
La chispa que encendió el fuego de la revolución provino de la crisis en las propias filas de las fuerzas armadas. Sectores de la oficialidad y las tropas portuguesas sufrían el desgaste de la ocupación colonial en África. La resistencia de los pueblos oprimidos había dado lugar a una guerra colonial que ya se prolongaba por más de una década en Mozambique, Guinea-Bissau, Angola y Cabo Verde, Santo Tomé y Príncipe y que no tenía solución militar.
La rebelión de las tropas en Lisboa el 25 de abril hizo que entrasen en escena las masas populares, saludando la caída de la dictadura. Ese mismo día, las y los trabajadores, la juventud y los sectores populares antidictatoriales se volcaron a los cuarteles a saludar a los militares rebeldes y a entregarles claveles, ignorando los avisos para quedarse en casa.
Se inició una revolución obrera y socialista
Así la “revolución de los claveles” se transformó en una revolución anticapitalista, obrera y socialista. Se dio inicio a un proceso revolucionario de movilización y organización que fue contra todas las viejas instituciones represoras y contra la misma burguesía portuguesa.
Los comités de fábrica se multiplicaron y también en la base de las fuerzas armadas surgieron comités. La revolución colonial en África, que fue parte del proceso, siguió desarrollándose, y la mayoría de las colonias africanas se independizaron del yugo imperialista.
El 1° de mayo en Lisboa se hizo una gran movilización de cerca del millón de personas gritando “muerte al fascismo” y “muerte a los PIDES”, que era la policía política del régimen. El MFA y los partidos obreros reformistas, el Partido Comunista de Portugal (PCP) y el Partido Socialista (PS), se incorporaron a un gobierno burgués de “unidad nacional” encabezado por el general Antonio de Spínola y con la participación de partidos de derecha democrática. En el MFA coexistían los spinolistas con sectores más radicalizados de la oficialidad joven. El MFA representaba a la pequeña burguesía radicalizada y tenía un programa democrático que no rompía con el capitalismo. Mientras, en los cuarteles los soldados y suboficiales se rebelaban frente a sus superiores. La clase trabajadora reclamaba por sus derechos con huelgas y tomas de empresas. La revolución estaba en curso.
Las masas derrotan un golpe contrarrevolucionario
En septiembre de 1974, Spínola cayó por la resistencia de las masas y fue reemplazado por otro general, Costa Gomes, que intentó aplacar a los sectores más de izquierda del MFA.
El 11 de marzo de 1975, Spínola intentó un golpe contrarrevolucionario, que fracasó por la movilización obrera y popular. La derrota del golpe abrió una nueva etapa de la revolución. El proceso se radicaliza. Se logró, por ejemplo, la expropiación y la nacionalización de los bancos y de una parte de los grandes grupos empresarios.
Miles de burgueses huyen del país, crecen las ocupaciones de fábricas, casas, tierras y se profundiza la crisis del ejército. Y se generalizan los comités de empresa, de inquilinos y de soldados. Lo que mostraba claramente el carácter obrero y socialista de la revolución. El gran déficit era la ausencia de una dirección socialista revolucionaria. Los trotskistas, entre ellos partidarios de Nahuel Moreno, actuaban en el proceso, pero eran aún una minoría,
El poder dual y la falta de una dirección revolucionaria
Se ratificó un gobierno directo del MFA-PCP-PS como un gobierno de conciliación de clase de doble discurso. El MFA, por ejemplo, proclamó el inicio de “la primera etapa hacia el socialismo”,
“Durante toda esta etapa de unidad del bloque pequeño burgués MFA-PCP-PS, el programa e ideología común fue el democrático-burgués. El objetivo era lograr un sistema parlamentario, comenzando por la Asamblea Constituyente, que canalizara el ascenso revolucionario hacia el callejón sin salida de la democracia burguesa”, alertaba Nahuel Moreno en su texto de 1975, “Revolución y contrarrevolución en Portugal” (ver texto pagina 45 en nahuelmoreno.org)
En dicho texto Moreno hacía una analogía con la revolución rusa de 1917 y señalaba el peligro de la falta de un partido revolucionario de tipo bolchevique que condujera a las masas al socialismo en la revolución portuguesa. Moreno y los trotskistas de su corriente planteaban el desarrollo de la movilización y del poder dual bajo la consigna de “Por un Congreso Nacional de las Comisiones obreras y de soldados que derrote al gobierno del MFA y tome el poder”.
El fin de la dictadura y la conquista de amplias libertades democráticas fueron enormes conquistas, que siguen siendo valoradas 50 años después. Pero el rol de las direcciones reformistas del PCP, encabezado por su dirigente histórico Alvaro Cunhal que fue parte de los gobiernos como ministro sin cartera hasta 1976, junto al MFA y el Partido Socialista de Mario Soares, impidieron que se avanzara al socialismo, cuando había condiciones.
Se impuso la sumisión a la Comunidad Económica Europea (CEE) y, posteriormente, a la Unión Europea. Conquistas de la revolución, como la nacionalización de los bancos, el control obrero sobre muchas empresas y los organismos de poder dual, fueron desmantelándose paulatinamente.
A 50 años de la “revolución de los claveles” el Movimiento Alternativa Socialista (MAS), sección portuguesa de la UIT-CI, retoma las banderas de abril de 74, luchando contra los gobiernos patronales de hoy, por una nueva revolución que debe ser socialista y construyendo una alternativa política revolucionaria que la encabece hacia el triunfo.