Por IDP, sección de la UIT-CI de Turquía
29/08/24. Con julio, los trabajadores empezamos a ver la «tormenta perfecta» que han desatado las políticas de Mehmet Şimşek (Ministro de Hacienda y Finanzas de Erdogan), con todas sus consecuencias. El año pasado por estas fechas, en una reunión con la patronal, Şimşek dijo: «Ojalá las elecciones municipales acabaran mañana», y pidió «paciencia» a la patronal. En una reunión con representantes de los bancos, Şimşek dijo: «En este periodo de transición, todos los sectores deben hacer sacrificios», y una vez más cargó toda la factura sobre los trabajadores.
Mientras que el salario mínimo y los salarios de millones de pensionistas no se aumentan en nombre del «sacrificio», el cinturón alrededor del cuello de los trabajadores se aprieta más y más cada día con nuevos aumentos y cargas fiscales, alegando que «el salario mínimo no es bajo en Turquía».
Mientras hablan de sacrificio y casi más de la mitad de los ingresos de los asalariados van a parar a impuestos y gastos de seguridad social, el año pasado, la mayor empresa de Turquía, Tüpraş (Türkiye Petrol Rafinerileri A.Ş), pagó el 12% en impuestos, la segunda mayor empresa pagó el 4% y Arçelik (multinacional turca fabricante de electrodomésticos) pagó el 1,6%. Mientras que estas empresas, todas, propiedad de Koç Holding, pagaron estos impuestos simbólicos, la «banda de los cinco» del Palacio (Beşli Çete en turco, incluye a cinco empresas como Limak y Cengiz Holding que son extremadamente favorecidas por el régimen) en su mayoría no pagaron ningún impuesto y, además, recibieron 100.000 millones de liras en incentivos.
En este contexto, el régimen del gobierno ha presentado un nuevo paquete fiscal. Aunque Şimşek afirma: «Nuestra preferencia es gravar las áreas que no están gravadas, no imponer una nueva carga fiscal a nuestros ciudadanos», en su programa no figura ninguna nueva medida para las empresas mencionadas.
De los 4,5 billones de liras en impuestos recaudados el año pasado, sólo 1 billón 275 mil millones fueron pagados por las empresas, mientras que los asalariados pagaron unos 2,5 billones. Mientras que los beneficios de explotación de las 500 mayores empresas ascendieron a 1 billón de liras, la cantidad total de impuestos e incentivos que no se recaudarán de los patrones este año supera los 1,5 billones de liras. ¡No hacen falta más cifras! Está bastante claro de dónde deben salir los impuestos. En el nuevo paquete fiscal que intentan aprobar desde julio, aparte de algunas medidas simbólicas para los patrones y los ricos, el verdadero objetivo, volverán a ser los trabajadores y los pobres del país.
Sin embargo, también hay quien ve este panorama como muy positivo y optimista. «Durante las dos últimas décadas, Turquía ha obtenido excelentes resultados tanto en términos de crecimiento como de reducción de la pobreza (…) El PIB se ha cuadruplicado en 26 años. Por otra parte, la tasa de pobreza ha caído de alrededor del 27% en 2005 a menos del 8% en 2021, y nuestras previsiones sugieren que caerá aún más en 2022 y 2023.» La persona que pinta este cuadro es Humberto López, Director del Banco Mundial para Turquía. ¡La política del AKP sin el FMI no podría estar mejor resumida!
La tensión creada por esta política hostil a los trabajadores también encuentra su reflejo en la Alianza Popular. Tras su victoria en el filo de la navaja en las elecciones de mayo, la alianza AKP-MHP (Alianza gobernante entre el AKP de Erdrogan y los ultraderechistas del Partido Movimiento Nacionalista), que sufrió un duro golpe en las elecciones de marzo, está inmersa en duras y sucias negociaciones sobre los casos Sinan Ateş y Bora Kaplan. Con el debate sobre la nueva Constitución y la retórica de la «suavización» (¿distensión?), el gobierno de Erdoğan también intenta apaciguar a la oposición y mantenerla al margen.
Entonces, ¿es posible salir de este embrollo? En estos días de tanta indignación social, el CHP (Partido Republicano del Pueblo, oposición patronal) vuelve a desempeñar el papel de «oposición de Su Majestad» con mítines simbólicos, por un lado, y debates sobre elecciones anticipadas, por otro. Los líderes sindicales, por su parte, hacen todo lo posible por no ir más allá de «declaraciones críticas».
La «revuelta de los impuestos» en Kenia ha demostrado una vez más que la salida de este embrollo está en manos del pueblo trabajador, no en manos de la oposición. El pueblo trabajador de Kenia, gobernado por las políticas del FMI como Turquía y que se enfrenta a un nuevo paquete fiscal igual que nosotros, salió a la calle, tomó el parlamento y consiguió paralizar la vida, y obligó al gobierno a retirar este paquete de ataque. La solución no es esperar a un salvador con las ilusiones de unas elecciones anticipadas, sino tomar nuestro propio destino en nuestras manos forzando a los sindicatos y a las organizaciones sindicales a un plan de lucha unitario. ¡Dos, tres más Kenia!
*Publicado como editorial en el periódico NISSAN Nº 74 de Julio-agosto 2024. NISSAN es la publicación de nuestro partido hermano de Turquía, Partido de la Democracia Obrera (IDP), sección de la UIT-CI.