Por Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores – Cuarta Internacional
En el mundo, una mujer cada 10 minutos fue asesinada durante el año 2023. Estos femicidios fueron a manos de parejas, ex parejas o de un familiar, según el informe que anualmente publica la agencia ONU/Mujeres. En dicho relevamiento se estima que actualmente más de 3 millones de adolescentes y mujeres de 15 años, 736 millones de mujeres –casi una de cada cuatro–, ha sido víctima de violencia física o sexual al menos una vez en su vida. La violencia de género es estructural en el sistema capitalista y patriarcal. Por eso somos las mujeres y disidencias de la clase trabajadora y de los sectores populares quienes más sufrimos las consecuencias de la falta de políticas públicas que pongan fin a este flagelo, cuya expresión más extrema son los femicidios y demás crímenes de odio.
Como cada 25 de noviembre nos pronunciamos contra la violencia patriarcal en homenaje a las hermanas Minerva, Patria y María Teresa Mirabal quienes fueron brutalmente asesinadas en 1960 por el régimen de Trujillo en República Dominicana. A ellas las ejecutaron con especial saña por ser mujeres y por atreverse a enfrentar las aberraciones de un gobierno dictatorial. En esta fecha conmemoramos su lucha y su rebeldía que nos fortalece en la pelea contra todo tipo de violencia de género, en especial la que llevan adelante los gobiernos con sus planes de ajuste que nos condenan a ser las más pobres entre los pobres, agravándose los indicadores que dan cuenta de la feminización de la pobreza.
En muchos países caribeños la emigración forzosa está en buena medida integrada por mujeres trabajadoras, que sufren superexplotación, exclusión y racismo en los países a los que emigran, especialmente en EEUU y Europa. Sufren la trata y las políticas de persecución migratoria. En República Dominicana, las mujeres trabajadoras haitianas y dominicanas de ascendencia haitiana, especialmente las mujeres embarazadas, han sufrido campañas sistemáticas de odio por parte del gobierno, que utiliza teorías conspirativas sobre una supuesta “invasión de vientres” y una supuesta carga presupuestaria de las mujeres inmigrantes en el sistema de salud para descargar sobre ellas toda su brutalidad represiva, llegando al extremo de enviar a los agentes represivos a los hospitales a detener arbitrariamente a mujeres embarazadas y con bebés en brazos. La violencia sexual militar y policial también ha sido parte de esta política de deportaciones masivas que busca aterrorizar a las y los trabajadores inmigrantes.
En México, aún cuando ha llegado a la presidencia la primera mujer, el movimiento feminista se mantendrá independiente y en las calles porque los derechos de las mujeres no se garantizan bajo un gobierno que sigue siendo burgués y patriarcal, los feminicidios han aumentado a casi a 12 diarios, así como las desapariciones forzadas, además de que continúa la penalización del aborto en varios estados.
En Panamá en este momento el FMI y demás Ifis empresarios y su gobierno Mulino, gobierno 100% empresarial, pretende dar el asalto final la Caja de Seguro Social y aumentar la edad de jubilación a las mujeres de 57 a 60 años y a los hombres de 62 a 65. Las mujeres panameñas salimos a dar la pelea junto con el resto de la clase trabajadora y el pueblo.
En Brasil el gobierno del frente amplio de Lula- Alkmin para garantizar dinero para los banqueros, cortó 17,6% del presupuesto del Ministerio de la Mujeres, mientras tanto la violencia machista creció en todo el país. Al mismo tiempo la extrema derecha sigue su política de atacar nuestros derechos reproductivos, como es el intento de aprobar el Proyecto de Enmienda Constitucional 164 (PEC- 164) que establece que la vida es inviolable desde la concepción, lo que significa prohibir el aborto en todos los casos, inclusive en los que están previstos en ley, como es en el caso de violación.
En Venezuela el contexto represivo post electoral domina la agenda de lucha de las mujeres por la libertad de jóvenes y más 70 mujeres injustamente acusados de terrorismo y crímenes de odio. La mayoría de los familiares que se organizan y se movilizan contra la opresión del gobierno son mujeres, de sectores populares sobre quienes siempre recae la carga más pesada. Mientras que las mujeres privadas de libertad están expuestas a pésimas condiciones y sometidas al acoso y violencia sexual
En Turquía mientras que mujeres e infancias son asesinadas diariamente, el régimen trata la violencia machista como un problema de orden público, no incluye la violencia machista en su programa. Por lo contrario, desarrolla políticas orientadas a la familia, en lugar de proteger a las mujeres y organiza campañas sobre cómo deberían dar a luz. Frente a esa situación, continúa la lucha de las mujeres contra el régimen y la violencia machista.
Desde la Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores – Cuarta Internacional, nos pronunciamos por las mujeres palestinas que son especialmente atacadas y asesinadas por parte del Estado genocida de Israel. Nos solidarizamos con las mujeres afganas que se enfrentan al régimen Talibán que prohibió por decreto la presencia en la vida pública y las escuelas para mujeres mayores de 12 años. Condenamos los anuncios de Donald Trump que amenazan con recurrir al estado de emergencia y al ejército para llevar adelante un plan de deportación masiva para migrantes, que perjudica especialmente a las mujeres pobres. Y con la misma contundencia, denunciamos el Pacto Migratorio Europeo que condena todavía más a la precariedad a miles de compañeras.
Este 25 de noviembre hagamos escuchar nuestro reclamo contra la violencia patriarcal y capitalista que nos golpea mayormente a las mujeres y disidencias de la clase trabajadora y de los sectores populares. Que se escuche nuestro grito colectivo: Basta de violencia machista, ni una menos, los gobiernos son responsables.
Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores – Cuarta Internacional